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artículo
4/02/2004 |
Román
Hereter ●
www.lavanguardia.es |
La
irresistible
belleza de
la piedra
y la arena
La antigua
ciudad de
Petra es
uno de los
grandes
atractivos
de
Jordania |
No fue
hasta el
año 1812
cuando una
expedición
arqueológica
por el
desierto
de la
actual
Jordania
descubrió
los restos
de Petra.
El
encuentro
rescató
del olvido
una mítica
ciudad que
ya fue
citada en
textos
bíblicos
como la
capital de
los
idomeos y
más tarde
del pueblo
nabateo.
Durante
muchos
siglos,
Petra
quedó
celosamente
custodiada
por tribus
nómadas de
beduinos.
Entre los
llamados
“hijos del
desierto”
existía el
convencimiento
de que en
aquel
lugar se
encontraban
escondidos
fabulosos
tesoros.
Cuando a
principios
del siglo
XX
empezaron
los
trabajos
de
excavación,
se
comprobó
que muchos
de los
monumentos
funerarios
habían
sido
profanados.
Hoy, Petra
forma
parte de
un
conjunto
de
ciudades
históricas
de gran
valor
arqueológico
y
representa
el
principal
atractivo
del reino
hache mita
de
Jordania,
cuya
visita
puede
completarse
con la
capital
Ammán, la
ciudad de
Jerash y
el
magnífico
paisaje
del
desierto
del Wadi
Rum.
RUTA 1:
AMMÁN,LA
ANTIGUA
FILADELFIA
Ammán se
extiende
sobre
varias
colinas de
escasa
eleva ción.
Los restos
más
antiguos
encontrados
se
remontan a
unos 3000
años a.
C., cuando
era la
capital de
los
amonitas,
que la
denominaban
Rabbah.
Tras su
conquista
por el rey
Tolomeo II
Philadelfus
de Egipto,
la ciudad
pasó a
llamarse
Filadelfia
en su
honor,
nombre que
perduró
durante el
tiempo en
que
griegos,
romanos y
bizantinos
la
controlaron.
La ciudad
desapareció
prácticamente
en torno a
1300,
siendo
reconstruida
por los
otomanos
en 1878.
Hoy es una
urbe
moderna
con denso
tráfico en
la que se
pueden
contemplar
los altos
minaretes
de las
modernas
mezquitas
dominando
el entra
mado
urbano.
Pese a la
destrucción
sufrida,
todavía
ofrece al
visitante
algunos
elementos
interesantes
de su
pasado,
entre los
que
destaca el
teatro
romano,
situado en
una colina
y
actualmente
restaurado,
como el
vestigio
más
significativo
que queda
de la
antigua
Filadelfia,
junto con
el foro y
una bella
calle
flanqueda
por
columnas.
Las ruinas
de la
ciudadela
muestran
varias
construcciones
romanas,
bizantinas
e
islámicas,
desde
donde se
puede
contemplar
una de las
mejores
vistas de
la
metrópoli.
RUTA 2:
JERASH Y
LA
DECÁPOLIS
Jerash,
situada
tan solo a
50 km al
norte de
la
capital,
posee una
historia
que se
remonta a
la
Decápolis,
la liga de
las diez
ciudades
establecida
por los
romanos en
63 a. C.
Es la
ciudad
romana
mejor
conservada
del país
y, tras
Petra, la
mayor
atracción
que ofrece
Jordania
al
visitante.
Sus ruinas
se
descubrieron
en 1806 y,
desde
entonces,
sucesivas
excavaciones
han dejado
al
descubierto
muchos de
sus
tesoros
arquitectónicos,
entre los
que cabe
señalar la
Puerta
Sur, una
de las
cuatro que
se
integraban
en los más
de 3,5 km
de
murallas
defensivas
que rodean
la ciudad.
Fuera de
los muros,
los dos
monumentos
más
importantes
son el
Arco
Triunfal y
el
hipódromo,
con cabida
para
15.000
espectadores.
En el
interior
destacan
las ruinas
del templo
de Zeus;
el foro,
inusual
por su
estructura
oval; el
teatro,
que podía
albergar
5.000
personas;
el templo
de
Artemisa,
la diosa
protectora
de la
ciudad; y
la calle
de
columnas,
ubicada
junto a la
puerta
norte, que
mide más
de 600
metros
poblados
de
columnas y
todavía
mantiene
buena
parte del
pavimento
de piedra
original.
RUTA 3:
PETRA, LA
JOYA DE
PIEDRA
El nombre
de Sela, o
piedra,
que dieron
los
hebreos a
la ciudad,
responde
al terreno
donde fue
erigida:
un valle
cerrado
entre
escarpadas
montañas.
Aquí los
nabateos
instalaron
su capital
300 años
a. C. La
protección
que les
proporcionaban
las
montañas
les
permitió
resistir
los
ataques de
los
ejércitos
macedonios,
y con el
paso del
tiempo
Petra fue
forjando
su
legendaria
condición
de ciudad
inexpugnable.
Después
llegó el
momento de
mayor
esplendor
económico
y
cultural,
favorecido
por un
dilatado
periodo de
paz con
griegos y
romanos.
Gracias a
su
situación
geográfica,
Petra se
convirtió
en el
centro de
las rutas
comerciales
que iban
de Arabia
al mar
Rojo. Bajo
el reinado
de Aretas
III, la
civilización
nabatea
llegó a
abrazar
territorios
situados
al este
del
Jordán,
coincidiendo
con la
consolidación
de una
importante
ruta de
caravanas
que
atravesaba
el
desierto.
El
trayecto
comprendía,
además de
Petra,
otras
ciudades
históricas
como
Beidha,
Mandaba,
Ammán o
Jerash. La
capital de
los
nabateos
conservó
su
independencia
hasta 106,
cuando fue
incorporada
al Imperio
romano
como
provincia.
La buena
estrella
de Petra
empezó a
apagarse a
partir del
siglo III
con el
ascenso de
una
población
rival,
Palmira,
que se
convirtió
en el
centro de
las nuevas
rutas del
Éufrates.
Tras la
invasión
musulmana,
desapareció
de los
mapas
hasta el
siglo XIX,
cuando se
alimentó
una
segunda
leyenda a
su
alrededor:
la de
“ciudad
perdida”.
La forma
de llegar
al valle
donde se
encuentra
Petra
provoca la
primera
impresión
a sus
visitantes.
La única
vía de
acceso es
una
profunda
garganta,
llamada el
Siq, que
en algunos
puntos
llega a
estrecharse
hasta
límites
inquietantes.
Caballos y
camellos
son el
único
medio de
trans
porte
viable
para
realizar
el
trayecto.
Todavía
hoy se
pueden
contemplar
el
pavimento
que
correspondía
a la calle
principal
de la
ciudad y
el canal
que
permitía
el
suministro
de agua a
la
población.
El
monumento
más
representativo
y bien
conservado
de la
ciudad se
halla a 1
km escaso
de la
entrada:
el templo
de Khazné,
dedicado a
la diosa
Isis y
totalmente
excavado
en la
pared de
la roca.
Su fachada
de 40
metros de
altura
presenta
diversos
elementos
que se
repiten en
la mayoría
de las
construcciones
de la
antigua
capital
nabatea.
Al final
del Siq, y
aprovechando
el
material
pétreo de
sus lados,
está el
anfiteatro,
construido
durante
los años
de la
dominación
romana.
Una vez
abandonado
el pasillo
de
entrada,
la ciudad
se abre
rodeada de
montañas
por todas
direcciones,
donde se
excavaron
centenares
de tumbas
de
diferentes
estilos y
dimensiones.
Las más
antiguas
toman la
forma de
sencillas,
y a la vez
impresionan
tes,
torres
rectangulares,
mientras
que las de
épocas
posteriores
exhiben
fachadas
de templos
y palacios
con
influencias
griega y
romana. El
monumento
más grande
de Petra
es ElDeir,
conocido
también
como “el
monasterio”.
Con una
fachada de
45 metros
de ancho
por 42 de
alto, es
una
reproducción
casi
idéntica
del
mencionado
templo de
Khazné. La
única
diferencia
consiste
en las dos
columnas
de sección
rectangular
añadidas a
los
extremos
del
pórtico.
RUTA 4:
WADI RUM,
PAISAJE DE
CINE
La
geografía
jordana
está
ineludiblemente
unida a
los
paisajes
desérticos
que
combinan
terrenos
áridos y
pedregosos
con dunas
de arena.
De ellos,
sin lugar
a dudas,
el
desierto
de Wadi
Rum es el
que posee
los
escenarios
más
espectaculares.
El paisaje
lunar y
las
extrañas
formaciones
que
componen
esta
región,
habitada
sólo por
algunas
familias
beduinas,
hacen de
ella una
de las
zonas más
características
del país.
Hoy Wadi
Rum es un
lugar
principalmente
dedicado
al
turismo,
al que se
accede en
vehículos
todoterreno
y donde se
suele
ofrecer
una
estancia
en una “jaima”,
la típica
tienda del
desierto,
para poder
disfrutar
del
ambiente
beduino y
del
incomparable
espectáculo
que supone
observar
el
firmamento
estrellado
sin
contaminación
lumínica.
El paisaje
gigantesco,
infinito y
embriagador,
y los
constantes
referentes
a la
película
Lawrence
de Arabia
son
capaces de
seducir
tanto a
los
amantes de
la
historia
como a los
incondicionales
de “la
gran
tierra
vacía”. |
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