Ojeda,
que
atendía
en
materia
sanitaria
a la
población
de San
Pablo
de
Buceite
en
aquella
época,
fue
definido
por
Gómez
de
Avellaneda
como
"un
defensor
de la
naturaleza
y la
cultura,
que
tuvo
la
sensibilidad
de
recoger
una
pieza
que ha
tenido
muchas
aventuras
hasta
que se
ha
podido
estudiar
y
determinar".
La
lucerna,
nombre
acuñado
por la
lámpara
de
aceite
en la
época
clásica
hasta
la
Edad
Media
en que
el
término
se
convierte
en
candil,
apareció
en una
necrópolis
que se
encontró
en
1955
en la
ladera
del
cerro
de los
Zarzales,
conocido
familiarmente
como
el
cerro
de
Vargas,
en San
Pablo
de
Buceite
y fue
donada
a las
autoridades
que la
depositaron
en el
Museo
Histórico
del
Campo
de
Gibraltar,
fundado
a
finales
de los
años
sesenta
en San
Roque.
Según
el
historiador
Gómez
de
Avellaneda,
ha
costado
muchos
años
determinar
la
época
a la
que
pertenecía
la
lucerna
hasta
que se
ha
llegado
a la
conclusión
de que
responde
a
modelos
bizantinos
del
Egipto
cristiano
datados
entre
los
siglos
VI y
VII
después
de
Cristo.
La
lucerna,
que
mide
menos
de un
palmo,
representa
un
pavo
real y
está
realizada
en
bronce
patinado,
con
dos
orificios
en la
cabeza
y la
cola
para
la
iluminación.
Gómez
de
Avellaneda
explicó
que
"frente
al
simbolismo
actual
que
tiene
el
pavo
real
de
vanidad
y
soberbia,
en la
época
paleocristiana
y
musulmana,
éste
tenía
una
simbología
de
incorruptibilidad
de la
carne,
de
renovación
del
plumaje,
de
resurrección
y de
tipo
divino",
añadió.
El
historiador
aclaró
que
"casi
con
toda
seguridad
se
trataba
de una
lámpara
de
altar"
y
añadió
que
"el
hecho
de que
la
pieza
esté
llena
de
estrías
denota
un uso
continuado
que le
propició
una
erosión
antes
de ser
metida
en la
tumba".
La
pieza
más
parecida
a la
Lucerna
de
Ojeda
se
encontró
en
Regina,
provincia
de
Badajoz.
Las
jornadas
de
Historia
y
Arqueología
volverán
a
retomarse
el
próximo
viernes,
26 de
marzo,
con
una
ponencia
sobre
la
Guerra
de la
Independencia.