Históricamente
se le
conocía
con
los
nombres
de
Pelasgia
y
Dolopia,
pero
en su
epopeya
Homero
la
menciona
como
Skyros.
Pertenece
a las Espóradas
y se
encuentra
frente
a la
ciudad
Kymi,
en la
costa
griega.
La
tranquilidad
de las
aguas
que
bañan
sus
costas
se
traslada
al
ambiente
de sus
calles
empedradas.
No
goza
de un
turismo
multitudinario,
pero
los
Juegos
Olímpicos
brindan
una
oportunidad
magnífica
para
descubrirla.
La
imagen
de Skyros
es la
de su
capital,
del
mismo
nombre,
a la
que
los
locales
denominan
Chora:
un
pueblo
blanco
sobre
una
colina.
Sus
callejuelas
empinadas
forman
parte
de su
encanto.
Los
3,000
habitantes
se
concentran
en la
parte
central
y
norte
de la
isla,
dejando
la
zona
sur,
árida
y
desierta,
para
la
cría
de
ganado.
Según
la
mitología,
la
isla
fue el
refugio
de
Aquiles,
héroe
de
Troya,
cuya
madre,
Tetis,
lo
escondió
aquí
vestido
de
mujer
entre
las
hijas
del
rey Licomedes
para
evitar
su
marcha
a
Troya.
Se
dice
también
que en
este
lugar
murió
el rey
de
Atenas,
Teseo.
La
isla,
cuyo
significado
en
griego
es
“fragmento
de
piedra”,
fue
conquistada
en el
año
470
a.C.
por el
general
ateniense Cimón,
quien
decidió
tomarla
por la
fuerza
por su
situación
estratégica
para
el
comercio
en el
Egeo,
frente
a las
costas
de
Grecia
y
Turquía.
Durante
un
tiempo,
estuvo
bajo
el
dominio
romano,
hasta
que
con el
pasar
de los
siglos
su
hegemonía
volvió
a
pasar
a
manos
griegas.
Previamente,
durante
la
división
del
Imperio,
tanto Skyros
como
las
vecinas
Mykonos,
Tenos,
Skiathos
y
Skopelos
fueron
invadidas
por
los
hermanos
venecianos
Andreas
y
Jeremias
Gyzis.
Su
tutela
dio
origen
al
Kastro
Veneciano
de la
capital.
Dos
islas
en una
El
acceso
principal
a la
isla
es por
avión,
desde
Atenas,
y los
barcos
llegan
a
Asitsa
y
parten
también
desde
Kymi,
pequeño
islote
de 215
kilómetros
cuadrados,
pero
la más
grande
de las
islas
Espóradas
–compuestas
por
Skiathos,
Skopelos,
Alonissos
y
Skyros—
está
dividida
por un
istmo
que la
convierte
en dos
islas
diferentes
siendo
una:
la
zona
noreste,
cubierta
por
montes
de
pino
tupido
y
frondoso,
y la
sur,
donde
la
sequedad
la
convierte
en una
superficie
árida
y casi
deshabitada,
donde
abunda
la
cría
de
cabras
y
corderos
y es
también
el
lugar
donde
crece
una
singular
especie
de
potro
autóctono
de la
que se
jactan
los
isleños
y cuya
fama
va más
allá
de las
fronteras
de
Grecia.
Los
desplazamientos
por la
isla
se
pueden
realizar
en
auto,
y no
hay
ningún
inconveniente
para
lanzarse
a la
aventura
en
ciclomotor,
pues
son
pocos
los
tramos
de
carretera
en
malas
condiciones.
Las
casas
de la
capital
se
construyeron
en
torno
al
castillo
que se
encuentra
en lo
alto
de la
montaña,
para
buscar
así su
protección.
Encaladas
y tan
pegadas
unas a
otras
que
resulta
difícil
su
división,
todas
ellas
muestran
por
igual
unos
tejados-terraza
que
son la
característica
del
estilo
de
construcción
mediterránea.
Las
callejuelas
estrechas
surgen
de la
necesidad
de
aprovechar
el
espacio.
El
monasterio
de
Agios Gheorghios,
también
situado
en la
parte
alta,
se
halla
en el
interior
de las
murallas
del
kastro,
y
mantiene
en muy
buen
estado
unas
magníficas
pinturas
bizantinas.
Su
visita
merece
la
pena,
además,
para
contemplar
desde
lo
alto
la
isla.
Palamari,
Markessi
y
Kalamitsa
albergan
alguna
de las
ruinas
arqueológicas
de la
isla,
pertenecientes
a la
edad
de
bronce.
El
Museo
Arqueológico
de Skyros
atesora
algunas
de las
piezas
mejor
conservadas
de
aquella
etapa
y de
la
época
de los
romanos.
El
viajero
que
busque
playas
de
arena
fina,
aguas
transparentes
y sol
a
raudales
tiene
en Skyros
el
destino
ideal:
La
playa
de la
Magazia
y
Molos,
en el
extremo
noreste;
las de
Atsitsa,
Agalipa,
Petros
o
Theotokos,
en el
extremo
septentrional,
destacan
por
estar
rodeadas
por el
verdor
de los
pinos
que
ofrecen
sombra
en
pleno
acantilado.
Las
aguas
cristalinas
y
brillantes
del
Egeo
se
mezclan
creando
combinaciones
mágicas.
Las
corrientes
tranquilas
favorecen
la
practica
de los
deportes
náuticos:
el
buceo
y el windsurf
son
las
dos
especialidades
que
más se
ejercitan.
Camino
de
pinos
Desde
Atsitsa,
a
través
de una
pista
de
tierra,
se
llega
hasta
Fokas
Bay
por un
camino
repleto
de
pinos.
La
carretera
se
despeja
con un
pequeño
puerto,
en el
que
las
embarcaciones
quedan
ancladas
durante
la
noche,
y al
que
rodean
algunos
restaurantes
en los
que se
puede
degustar
deliciosos
platos
de
comida
local.
Seis
kilómetros
hacia
el
sur, a
través
de un
bello
recorrido
costero
encontramos
Pefkos
Bay.
La
playa
en
este
caso
es de
roca,
con
pequeñas
lagunas
de
arena.
La
tranquilidad
de la
zona
es
evidente:
sólo
se
divisa
una
casa y
un
pequeño
restaurante
lleno
de
flores
y
famoso
por
sus
platos
de
langosta,
manjar
típico
de la
isla.
Las
playas
no son
el
único
atractivo
de Skyros.
Su
geografía
abrupta
permite
la
escalada.
El
puerto
principal
de la
isla
se
encuentra
en
Linaria
donde
hay
una
iglesia
–en la
isla
se
encuentran
diseminadas
hasta
180-,
restaurantes.
Una
carretera
asfaltada
en
excelentes
condiciones
llega
hasta
hasta Skyros.
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