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artículo
14/06/04 |
Jacobo
Zabalo
Puig ● www.diariodesevilla.com |
Lectura
del Platón
ágrafo |
Por
una
nueva
interpretación
de
Platón
Giovanni
Reale
Herder,
Barcelona,
2003
934 págs.
65
euros.
Decir
que
Platón
ha
sido
el
pensador
más
leído
e
influyente
para
el
desarrollo
de la
cultura
occidental
parece
baladí
por
conocido.
Y, sin
embargo,
es
necesario
recabar
en la
especificidad
de su
aportación
filosófica:
por
vez
primera
se
recogen
por
escrito,
de
manera
sistemática,
sus
doctrinas.
Nos
llega,
por lo
tanto,
una
suerte
de
corpus
teórico
que
recrea
dialógicamente
esa
incesante
búsqueda
de la
verdad
promovida
por
Sócrates.
En
este
sentido,
lo que
Platón
representa
no es
tanto
la
exposición
de la
verdad,
en sus
diferentes
modalidades,
como
los
caminos
(dialógicos)
que
conducen
a
ella.
La
ironía
de
Sócrates,
su
capacidad
para
fomentar,
desde
la
aparente
ignorancia,
el
auto-conocimiento
ajeno
es
elevada
al
cubo
por
Platón:
lo que
acaece
escenificado
en sus
Diálogos
no
propone
una
resolución
unívoca,
sino
que
aspira
a
insinuar
esa
verdad
oculta
que
cada
individuo-lector
se
fragua
-o,
mejor,
recuerda-
mediante
su
participación
(asimismo
dialógica).
Si
algo
ha
caracterizado
la
recepción
de los
textos
de
Platón,
especialmente
a lo
largo
del
último
siglo
(a
raíz
del
logro
hermenéutico
protagonizado
por
Schleiermacher),
es la
creencia
de que
la
totalidad
de su
corpus
teórico
se
halla
incluido
en
ellos.
Así,
se ha
impuesto
como
canónica
un
tipo
de
aproximación
que
excluye
aquellas
doctrinas
orales
que el
filósofo
no
llegó
a
plasmar,
siendo
reservadas
a sus
discípulos
más
próximos.
Giovanni
Reale,
apoyado
en las
investigaciones
de la
Escuela
de
Tubinga,
pone
en
duda
en su
estudio
la
validez
de
este
paradigma
de
comprensión,
que
por
otra
parte
ha
sustentado
la
mayoría
de
investigaciones
del
siglo
XX.
Parte
de una
premisa
epistemológica
que le
permite
demostrar
el
círculo
vicioso
en que
incurren
los
estudiosos
que
niegan
la
importancia
de las
"doctrinas
no
escritas".
Así,
fuerza
el
paradigma
tradicional
demostrando
sus
limitaciones:
se
abre a
la
consideración
de lo
no
escrito,
pero
señalado
por
Platón
como
fundamental.
No
sólo
en uno
de sus
más
célebres
Diálogos
(como
es el
Fedro),
también
en su
Carta
VII
explica
el
griego
el
porqué
de su
negativa
a
poner
por
escrito
la
doctrina
de los
"Principios
primeros"
(o
Protología).
Platón
teme
que la
doctrina
principal
sea
difundida
de
manera
adulterada
por
quienes
no han
seguido
de
cerca
sus
enseñanzas.
A
diferencia
del
texto
escrito,
que
equipara
a la
pintura
por su
(disminuida)
veracidad,
la
oralidad
permite
concebir
mucho
más
ajustadamente
la tan
preciada
verdad
filosófica.
El
discurso
escrito,
inmóvil
e
impersonal
-según
Platón-
ofrece
escasas
posibilidades
para
su
comunicación;
mientras
que en
el
habla,
en la
discusión
filosófica,
los
contenidos
concuerdan
con
quien
los
profiere
y se
dotan
de un
matiz
de
genuina
autenticidad
que
habilita
la
transmisión
de los
"Principios
primeros".
Éstos,
cuya
difícil
reconstrucción
se
propone
Reale,
no se
sobreponen
a la
"comunicación
directa"
(a lo
escrito),
sino
que la
complementan,
haciendo
de
Platón
un
pensador
aún
más
rico y
complejo.
Es
posible
que la
idea
de
reinterpretar,
a
estas
alturas,
al
padre
de la
filosofía
occidental
sorprenda.
Tanto
por el
propósito
(osado
en
apariencia)
como
por
las
repercusiones
consecuentes.
Cierto
que
una
empresa
de
este
tipo
podría
desvelar
que
los
pilares
de
nuestro
pensamiento
se han
erigido
sobre
un
terreno
poco o
parcialmente
explorado.
Pero
no se
trata
aquí
de un
revisionismo
polémico
al más
puro
estilo
posmoderno,
sino
todo
lo
contrario.
Porque
lo que
sí
sorprende
del
texto
de
Reale
es la
seriedad
y
eficacia
argumentativa
con
que
avanza,
afirmándose
mediante
pruebas
irrefutables,
al
acecho
de
aquellos
matices
que
pudieran
inducir
a
contradicción.
Cabe
decir,
además,
que
aun
pareciendo
por su
temática
reservado
a
especialistas,
o a
lectores
amantes
de la
sabiduría,
el
desarrollo
de la
hipótesis
que
Reale
lleva
a cabo
es tan
diáfano
y
embelesador
que se
antoja
perfectamente
accesible.
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