Los
arqueólogos
se
ratifican
en
la
idea
de
que
el
santuario
anexo
era
un
foco
de
peregrinación.
Los
trabajos
los
llevan
a
cabo
especialistas
gallegos
y
del
Instituto
Arqueológico
Alemán.
Las
excavaciones
que
se
están
realizando
en
el
santuario
galaico
romano
y el
castro
de O Facho,
en
Cangas,
empiezan
a
dar
frutos.
Han
salido
a la
luz
las
estructuras
de
ocho
viviendas,
así
como
restos
de
ánforas
procedentes
de
la
Bética.
Han
aparecido
también
alrededor
de
veinte
nuevas
aras
(o
altares)
dedicados
al
dios
Berobreo,
que
se
suman
a
las
más
de
cien
encontradas
el
año
pasado,
durante
los
trabajos
de
exploración
realizados
por
el
Instituto
Arqueológico
Alemán
y
especialistas
gallegos
coordinados
por
el
arqueólogo
del
museo
de
la
catedral
de
Santiago,
el
cangués
José
Suárez.
Los
muros
de
las
viviendas
se
conservan
muy
bien,
según
dice
Suárez,
y en
los
lugares
más
erosionados
tienen
un
mínimo
de
un
metro
de
altura.
La
campaña
que
se
va a
realizar
este
año
se
limita
a la
zona
más
próxima
al
santuario.
La
excavación
no
irá
más
allá
del
nivel
castreño,
es
decir,
el
último
nivel
de
ocupación.
Los
hallazgos
permiten
asegurar
que
los
habitantes
del
castro
lo
abandonaron
en
el
siglo
primero
después
de
Cristo,
probablemente
para
asentarse
más
abajo,
cerca
de
las
playa
de
Barra.
Dos
siglos
después,
se
estableció
el
santuario,
encima
del
castro.
Ese
momento,
en
el
que
se
supone
que
los
castreños
vivían
en
la
ensenada
de
Barra,
coincide
con
el
auge
de
la
villa
romana
de
Pípín,
en
Hío,
o de
los
yacimientos
romanos
del
arenal
de
Donón
y la
salazón
de
Nerga.
Los
arqueólogos
se
ratifican
en
su
idea
inicial
de
que
el
santuario
era
un
centro
de
peregrinación
de
una
amplia
zona
que
debía
incluir
al
menos
a la
actual
Galicia
y el
norte
de
Portugal.
No
existe
otro
en
toda
España
con
la
cantidad
de
aras
encontradas
aquí.
Las
ocho
estructuras
son,
según
calcula
José
Suárez,
sólo
entre
un
uno
y un
diez
por
ciento
del
total
de
viviendas
existentes
en
este
enclave.
Una
inscripción
al
dios
Berobreo
La
inscripción
que
aparece
en
gran
parte
de las
cerca
de
ciento
cincuenta
aras
encontradas
de
momento
en el
santuario
galaico
romano
de O
Facho
reza
así:
«Deus
Lari
Berobreo
aram
posuit
pro
salute».
El
fiel
ponía
un ara
al
dios
por su
salud.
Las
aras o
altares
son
postes
de
piedra
labrada
de
poco
más de
un
metro
de
altura.
El
número
encontrado
en O
Facho
llevó
a los
arqueólogos
a
decir
que el
santuario
cangués
era un
«bosque
de
aras».
José
Suárez
aventura
la
hipótesis
de que
la
tradición
asociada
al
dios
Berobreo
perduró,
cristianizada,
en la
parroquia
de Hío
(a la
que
pertence
O
Facho).
Hasta
mediados
del
siglo
pasado,
el
culto
al
patrón,
San
Andrés,
incluía
la
exposición
de
enfermos
en
ataúdes,
como
en
Santa
Marta
de
Ribarteme.
Un
párroco,
Antonio
Graña,
imbuido
del
espíritu
de Pio
XI,
planteó
la
batalla
a las
supersticiones,
incluyendo
la
retirada
de la
iglesia
de la
famosa
«dema
do Hío».
Un
yacimiento
más
pequeño
pero
mejor
conservado
que
el
de
Tegra
El
castro
de O
Facho
es más
pequeño
que el
de
Santa
Tegra,
pero
está
mejor
conservado,
según
el
arqueólogo
José
Suárez.
La
campaña
actual,
iniciada
a
principios
de
mayo,
finalizará
en un
par de
meses.
Los
especialistas
cuentan
con
dejar
a la
luz,
preparada
para
ser
visitable,
una
parte
pequeña
del
castro,
posiblemente
las
ocho
estructuras
o
viviendas
circulares,
ovales
y
rectangulares
que se
están
dejando
al
descubierto.
En
sucesivas
campañas
se irá
excavando
el
resto
del
castro,
hasta
llegar
a las
murallas.
Suárez
calcula
que
conservan
aún
unos
cuatro
metros
de
altura.
Hay
una
interior,
la más
próxima
al
poblado,
y otra
exterior,
ambas
con
carácter
defensivo.
El
Concello
de
Cangas
va a
licitar
en los
próximos
días
la
construcción
de un
centro
de
interpretación
del
santuario
y el
castro
que
hará
también
la
función
de
museo
para
mostrar
las
piezas
encontradas
en el
yacimiento.
El
edificio
quedará
semicubierto
en la
ladera
del
monte
de O
Facho,
medio
centenar
de
metros
debajo
del
castro.
La
excavación
la
están
realizando
arqueólogos
gallegos
y del
Instituto
Arqueológico
Alemán,
bajo
la
dirección
de
José
Suárez
y
Thomas
Schattner.
Participan
también
topógrafos,
un
epigrafista,
un
fotógrafo
y un
arquitecto
Para
poder
mover
los
hallazgos,
así
como
la
tierra
y las
piedras
sobrantes,
se
están
montando
unas
vías
que se
anclarán
a las
rocas
para
mover
una
vagoneta
con
cable
de
acero
doble.