Tras
la
fiesta
de
esta
noche,
mañana
el
teatro
en
estado
puro.
'Yo,
Claudio',
según
reconocían
ayer
su
autor
y su
director,
José
Luis
Alonso
de
Santos
y
José
Carlos
Plaza,
es
una
adaptación
de
la
novela
del
mismo
nombre
de
Robert
Graves.
Llevar
una
narración
«interminable»
en
palabras
del
segundo
ha
sido
un
«enorme
y
divertido
juego»,
una
pirueta
para
«hacer
teatro
de
lo
que
no
es
teatro,
así
que
la
próxima
vez
somos
capaces
de
adaptar
la
Biblia»,
añade
Alonso
de
Santos.
Estreno
y
coproducción
del
Festival
de
Mérida
y
con
una
duración
aproximada
de
dos
horas,
la
historia
es
la
reflexión
que
desde
la
muerte
y en
retrospectiva
hace
el
emperador
Claudio
sobre
su
vida.
«Está
todo,
la
política,
el
sexo,
cotilleo,
filosofía
profunda,
humanismo...».
Los
grandes
problemas
siempre
actuales:
el
enfrentamiento
Oriente-Occidente,
la
corrupción
del
poder,
los
buenos
propósitos
de
los
gobernantes
que
se
van
yendo
al
traste
por
el
juego
de
intereses,
el
hombre
contra
el
mercado,
y la
mujer
«tratada
como
objeto
y
ella
mismo
haciendo
de
objeto
en
uso
de
sus
poderes».
Todo
«con
mucho
sentido
del
humor
y
enorme
cinismo»,
añade
Santos.
Un
trabajo
hecho
por
y
para
los
actores,
el
teatro,
el
riesgo
total.
Y en
ese
salto
mortal
sin
red
ante
el
público
interviene
como
principal
figura
un
Héctor
Alterio
que
debuta
en
Mérida
y
que
tiene
«expectativas,
pero
no
conozco
a
este
público,
no
poseo
antecedentes».
Modesto,
elogiado
ayer
por
Encarna
Paso
(ella
hizo
'Electra'
en
1984)
como
«un
maestro».
«Yo
sólo
hago
mi
trabajo
lo
más
honestamente
posible»,
apuntaba
él.