El
director
del
Festival
de
Teatro
Clásico
de
Mérida,
Jorge
Márquez,
subrayó
la
labor
que
cumple
el
evento
de
"dignificar"
el uso
de las
ruinas
romanas
como
escenario
cuando
se
cumplen
sus 50
años
de
vida,
un
momento
en que
el
festival
"está
empezando
a
crecer"
y a
consolidarse
en la
escena
internacional.
En una
entrevista
con
Efe,
Márquez
afirmó
que el
evento
que
dirige
ha
devuelto
a este
escenario
la
función
que
tenía
de un
modo
"mucho
más
civilizado
y
sensible"
ya
que,
indicó,
"no
sólo
estamos
recuperando
el uso
que
tenía,
lo
estamos
dignificando
de un
modo
extraordinario
desde
el
respeto
al
propio
monumento".
Subrayó
que
este
año
hay
que
cantarle
cumpleaños
feliz
"al
chaval
ahora
que
empieza
a
crecer,
porque
cincuenta
años
es
poco",
y
destacó
que lo
importante
"es
que lo
dejemos
crecer,
que no
lo
metamos
debajo
de
nuestras
faldas
hasta
que se
convierta
en un
pueblerino
que no
quiere
salir
de su
pueblo",
una
idea
ésta
que le
da
"mucho
miedo",
aseguró.
Ese
cumpleaños
feliz
se
entonará
en la
fiesta
inaugural,
que
será
el 30
de
junio,
cuando
se
verá
en el
anfiteatro
un
espectáculo
diseñado
por el
propio
Márquez,
que no
quiso
desvelar
detalles
porque
es "un
secreto"
aunque
avanzó
que
será
una
fiesta
de
"teatro
y
sensaciones"
sobre
la
historia
del
festival.
La
celebración
proseguirá
sin
más
fastos
que la
programación
misma,
como
en las
demás
ediciones,
con el
mismo
cuidado
y
rigor,
y que
el
director
resumió
en el
"equilibrio"
entre
la
calidad
y la
popularidad
que, a
su
juicio,
las
producciones
en
cartel
ofrecen
y en
la
"solidez"
de
grandes
nombres
de la
escena
que
visitarán
Mérida
este
verano.
Así,
las
ruinas
serán
primero
escenario
de las
memorias
de un
emperador
tullido
que
mira
atrás
"para
vengarse"
de su
propio
pasado
en
"Yo,
Claudio",
que
protagoniza
Héctor
Alterio
y que
lleva
un
ritmo
de
venta
de
entradas
"nunca
visto
en la
historia
del
festival",
destacó.
"El
sueño
de una
noche
de
verano",
un
montaje
de
danza,
que el
director
del
festival
adelantó
que le
gustaría
que
estuviera
en el
cartel
de la
próxima
edición
en una
coproducción
con
Portugal,
dará
paso a
"Medea,
la
extranjera",
de la
que
dijo
que
será
"un
espectáculo
de los
que no
se
olvidan".
Robert
Wilson,
"o la
belleza",
según
la
definición
de
Márquez,
llevará
ante
la
estatua
de
Ceres,
que
preside
el
Romano,
a su
hija "Proserpina.
Perséfone
en
Mérida",
que es
"una
de las
obras
más
bellas,
quizá
la que
más,
que se
haya
visto
nunca
aquí".
De
Darío Fo, el
nobel
italiano,
manifestó
que
vendrá
por
primera
vez a
España
para
montar
una
obra
desde
que le
concedieron
esta
distinción,
para
recibir
otra,
el
premio Scaena,
y
actuará
junto
a su
mujer,
Franca
Rame,
"porque
este
festival
merece
ese
privilegio",
algo
que le
produce
un
orgullo
que,
subrayó,
"tiene
que
convertirse
en
algo
normal".
"Prometeo.
Del
fuego
a la
luz",
la
ópera
"La
Clemenza
di
Tito"
y la "Orestiada"
cierran
una
programación
sólida
que es
producto,
según
Márquez,
"de
una
casualidad
afortunada",
ya que
algunos
de los
títulos
programados
estaban
previstos
para
otras
ediciones,
explicó,
al
tiempo
que
dijo
que
cuando
se
tiene
un
cartel
así es
porque
se ha
peleado
durante
mucho
tiempo
para
que
esas
figuras
estuvieran
en
Mérida.
Todos
ellos,
en
mayor
o
menor
medida,
hablarán
del
poder
y sus
perversiones,
como
ya
avanzó
Márquez
en la
presentación
del
festival
en
Madrid,
porque
es un
tema
de
actualidad
que,
como
ocurrió
con la
guerra
el
pasado
año,
"obsesiona
a los
artistas"
y no
porque
él
sugiera
títulos
o
temas:
"lo
único
que yo
puedo
hacer
es
ofrecer
el
festival
como
un
espacio
de
libertad
para
el
arte".