Monleón,
quien
fuera
director
del
propio
festival
durante
6
años,
ha
elaborado
este
voluminoso
trabajo
que se
constituye
como
obra
de
referencia
y
consulta,
y que
se
presenta
como
imprescindible
para
cualquier
estudioso
del
festival,
pero
también
para
el
público
en
general.
El
libro,
que ha
contado
con la
financiación
de la
Asamblea
de
Extremadura,
como
acto
simbólico
de
adhesión
a la
celebración
de esta
efeméride
del
evento
cultural
más
importante
de
Extremadura,
está
impregnada
de
ideología
y
política,
como no
podía
ser de
otra
forma,
puesto
que su
autor
considera
que
precisamente
eso es
el
teatro.
Y
concretamente
está
escrita
desde el
punto de
vista de
lo
social y
lo
público,
que es
de la
forma en
la que
siempre
ha
entendido
Monleón
la
cultura
en
general,
y el
teatro
en
particular,
pero
también
la vida
misma.
El autor
no
esconde
su
ideología
de
izquierdas
y
asegura
que la
fecha
del 14
de marzo
le
resultó
"simpática",
y en
este
sentido
defiende
que "la
cultura
no es un
elemento
de
consumo
ni de
élite".
Después
de
tantos
años de
Festival
ligado
al
devenir
político
de
España,
Monleón
plantea
ahora
"si
entre
todos
encontraremos
las
fuerzas
necesarias
para
trabajar
por un
país en
paz, y
donde la
cultura
popular
ha de
ser un
elemento
esencial
para la
vida del
país".
"De allí
-año
1933 en
el que
se
representa
por
primera
vez
"Medea"
por
Margarita
Xirgú- a
aquí, se
ha
recorrido
un largo
camino
que
refleja
en
momentos
determinados
la
vitoria
de la
república,
la
victoria
del
fascismo,
la
transición,
la época
de las
autonomías
hasta
llegar a
hoy,
donde se
plantea
la
eterna
pregunta
de qué
hemos de
hacer,
qué
puede
hacer
Mérida y
el
teatro
para que
de
verdad,
que es
lo que
importa,
el país
y
nosotros
seamos
un poco
mejores
y haya
un poco
más de
decencia
y de
verdad
en la
vida
pública
española".
En
cuanto
al papel
del
festival
de
Mérida
en el
desarrollo
cultural
del
país,
dijo que
ha
conseguido
aportaciones
importantes
al
teatro
contemporáneo.
Así,
argumentó
que sin
el
escenario
de
Mérida
habría
muchas
tragedias
griegas
que no
se
hubieran
representado
en
España,
un país
cuya
atención
hacia
los
textos
grecolatinos,
según
dijo, no
ha sido
la más
deseada.
Asimismo,
dijo que
Mérida
introdujo
el
debate
sobre
los
clásicos,
puesto
que fue
en su
teatro
romano
donde
siempre
se han
dado
cita
elementos
de
provocación,
y que
los
trataba
de forma
diferente
a la
"cicatería
con la
que
España
ha
tratado
a los
clásicos".
Y es que
"en
Mérida
ha
habido
desacuerdo
en el
mejor
sentido
de la
palabra.
El
problema
está en
que los
desacuerdos
producen
la
muerte o
la vida,
y una
diferencia
entre
ideología
de
izquierda
y
derecha,
sería
que para
la
derecha
el
desacuerdo
produce
la
muerte y
para la
izquierda
el
desacuerdo
es
necesario".
Entre
otros
desacuerdos
producidos
y a los
que se
ha dado
respuesta
en
Mérida,
precisamente
a través
de las
figuras
de sus
directores,
se
encuentra
según
Monleón
en la
justificación
de si el
teatro
público
debe
regirse
por el
número
de
espectadores
o bien
si debe
atender
a la
calidad
y al
rigor
aunque
no esté
respaldado
por el
público.
Precisamente
de esta
última
acepción
es
defensor
el
actual
director
del
Festival,
Jorge
Márquez,
quien
encargó
esta
obra a
Monleón
"obligado
por la
efeméride",
pero
también
porque
se hacía
"necesaria
para la
historia
y para
el
futuro
del
Festival".
Márquez,
que
reconoce
en
Monleón
a su
"colega
maestro",
asegura
que
después
de leer
el libro
siente
que el
Festival
de
Mérida
"es
mucho
más de
lo que
yo
pensaba",
en el
sentido
de que
las
obras
representadas
en el
teatro
romano
cada
verano
se han
convertido
en "fiel
espejo"
y
"testigo"
de la
historia
de
España.
Por su
parte,
el
consejero
de
Cultura,
Francisco
Muñoz,
en
representación
del
Patronato
de
Festival,
dijo que
Monleón
era la
persona
más
indicada
para
llevar a
cabo
esta
obra.
Asimismo,
destacó
que en
España,
y
teniendo
en
cuenta
la
trayectoria
política
mantenida
en el
último
siglo,
es muy
difícil
que un
evento
cultural
cumpla
50
ediciones.
Finalmente,
el
presidente
de la
Asamblea,
Federico
Suárez,
reiteró
que
considera
un deber
de la
cámara
de
representación
política
de todos
los
extremeños
apoyar
un
evento
como el
Festival
de
Mérida
con la
intención
de que
la
Cultura
se
establezca
en toda
la
región,
e
incluso
se
atrevió
a hacer
una
similitud
entre el
Teatro y
la
Asamblea,
pero con
la
salvedad
de que
al
parlamento
nunca
llegue a
representarse
una
tragedia.