El
catedrático
alerta
de
la
pobreza
lingüística
a
que
puede
conducir
la
pérdida
de
la
lengua
troncal.
El
académico
explica
cómo
el
francés
ha
contaminado
el
castellano
y
critica
la
invasión
del
inglés.
El
académico
Valentín
García
Yebra
ofreció
ayer
una
charla
dentro
del
ciclo
que
la
Fundación
Hullera
Vasco
Leonesa
ha
puesto
en
marcha
para
dar
a
conocer
la
personalidad
cultural,
literaria
y
científica
de
los
miembros
de
la
Real
Academia.
García
Yebra,
una
de
las
autoridades
en
lengua
española,
lamenta
la
pérdida
en
la
educación
de
la
enseñanza
del
latín.
«El
latín
para
los
españoles
es
una
necesidad;
el
español
no
es
sino
el
latín
del
siglo
XXI;
el
griego,
en
cambio,
es
un
lujo
intelectual»,
asegura.
El
traductor
recuerda
como
en
una
ocasión
un
conocido
intelectual
escribió
un
artículo
en
la
revista
del
CSIC
Árbor
en
el
que
repetía
en
más
de
una
ocasión
la
siguiente
frase:
«Si
todos
los
bienes
de
consumo
fuesen
tan
abundantes
como
el
aire,
toda
distribución
sería
inocua».
«No
pude
contactar
con
él y
tuve
que
modificarlo,
porque
él
pensaba
que
inocuo
significaba
inútil,
cuando
en
realidad
quiere
decir
inofensivo,
que
no
hace
daño»,
cuenta,
con
la
voluntad
de
demostrar
la
importancia
que
el
latín
tiene
para
el
conocimiento
de
la
lengua
castellana,
y
añade
que
un
conocimiento
insuficiente
del
idioma
puede
resultar
peligroso.
Valentín
García
Yebra
ha
dedicado
gran
parte
de
su
obra
a
explicar
cómo
el
francés
ha
«contaminado»
el
español,
tanto
desde
un
punto
de
vista
prosódico
como
morfológico.
Este
proceso
se
produjo
durante
el
siglo
XVIII
debido
a la
superioridad
gala
y se
puede
observar
en
palabras
como
elite.
«En
francés,
el
acento
en
la é
no
es
de
intensidad,
sino
de
timbre»,
comenta.
García
Yebra
se
muestra
así
muy
crítico
con
aquellos
que
crearon
la
confusión
-a
éstos
los
califica
de
«semicultos»-
y
que
fueron
los
culpables
de
que
hoy
en
día
la
mayoría
de
los
hablantes
crean
que
elite
es
una
palabra
esdrújula.
Este
parámetro
se
repite
en
otras
muchas
palabras,
como
triunviro,
que
en
buen
español
también
debería
acentuarse
en
la
primera
de
sus
sílabas.
Por
otro
lado,
el
académico
de
la
Lengua
no
teme
que
el
español
pueda
ser
pervertido
por
las
lenguas
de
los
inmigrantes.
A
este
respecto,
asegura
que
se
trata
de
lenguas
paupérrimas
comparadas
con
el
español,
pero
alerta
del
desembarco
de
muchas
palabras
inglesas
y
destaca
que
una
de
las
consecuencias
de
esta
influencia
será
que
el
inglés
impedirá
la
creación
de
nuevas
palabras
en
español,
puesto
que
se
importarán
directamente
de
la
lengua
anglosajona.
«Este
hecho
producirá
de
manera
irremediable
una
deformación
del
idioma,
puesto
que
se
trata
de
términos
sin
parentesco
con
el
idioma»,
concluye.
Para
el
profesor
García
Yebra
este
fenómeno
no
se
produce
en
la
misma
medida
en
Francia
debido
al
hecho
de
que
los
franceses
conocen
su
cultura
mejor
que
nosotros.
De
nuevo,
regresamos
al
tronco
común:
«El
latín
no
se
ha
cultivado
como
se
debiera».
No
obstante,
es
optimista
en
cuanto
al
futuro
del
español
en
el
mundo,
aunque
duda
de
que
pueda
convertirse
en
la
segunda
lengua
en
EE.UU.
Además,
el
académico
ve
difícil
que
se
pierdan
las
lenguas
más
minoritarias
y
cree
que
subsistirán
debido
a
que
cada
uno
ama
su
propio
idioma.
«Hay
gente
que
ha
dado
su
vida
por
su
idioma»,
declaró.
«La
impronta
del
inglés
impedirá
que
surjan
nuevos
términos
españoles»
«No
omitir,
no
añadir
y
no
adulterar»,
reglas
de
oro
del
buen
traductor
Una
de
las
ramas
que
más
ha
cultivado
Valentín
García
Yebra
es
la
traducción.
Su
erudición
en
este
campo
le
ha
llevado
a
traducir
textos
de
siete
lenguas
diferentes:
griego,
latín,
alemán,
francés,
inglés,
portugués
e
italiano.
El
académico
tiene
una
regla
de
oro
para
el
buen
traductor:
«Hay
que
decir
todo
lo
que
dice
el
original,
no
decir
nada
que
el
original
no
diga
y
decirlo
todo
con
la
corrección
y
naturalidad
que
permite
la
lengua
que
se
traduce».
Esta
máxima
se
puede
aún
sintetizar
más:
«No
omitir,
no
añadir,
no
adulterar;
decirlo
todo
lo
mejor
posible».
No
obstante,
algo
tan
sencillo
no
lo
es
tanto.
Para
realizar
una
buena
traducción
hay
que
saber
muy
bien
el
español,
conocer
la
lengua
que
se
va
a
traducir
y
saber
perfectamente
lo
que
quiso
decir
el
escritor.
Entre
las
primeras
obras
que
tradujo
Valentín
García
Yebra
se
encuentra
la
Metafísica
de
Aristóteles
o
la
Medea
de
Séneca,
elogiada
por
Rafael
Lapesa.
El
catedrático
explica
que,
si
bien
la
traducción
de
la
prosa
es
relativamente
fácil,
con
la
poesía
las
cosas
son
distintas.
Asimismo,
explica
que
los
versos
latinos
son
más
sencillos
de
traducir
que
los
ingleses.
Para
demostrar
la
dificultad
recurre
a
uno
de
los
poemas
que
tradujo
del
portugués:
«Rua
torta;
lua
morta;
tua
porta».
Los
primeros
dos
versos
son
fáciles
de
traducir:
«Calle
torcida;
luna
muerta»,
pero
al
llegar
al
tercero
-tu
puerta-,
no
resulta
fácil
conseguir
la
rima
y
darle
al
conjunto
del
poema
su
sentido.
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