En
la
película
de
Manoel
de
Oliveira,
una
maestra
de
Historia muestra
a su
hija de
ocho
años los
vestigios
de las
grandes
culturas
del
mare
nostrum
explicándole
el
significado
de la
palabra
civilización.
La
historia
de Un
filme
hablado"
(Um
filme
falado;
Portugal-Francia-Italia,
2003) es
la
Historia
misma.
De ahí
la
desconcertante
insistencia
didáctica
durante
ese
itinerario,
un
crucero
que
atraviesa
el
Mediterráneo
con
destino
hacia
India,
donde
una
maestra
de
Historia
(Leonor
Silveira)
muestra
a su
hija de
ocho
años los
vestigios
de las
grandes
culturas
del mare
nostrum
explicándole
el
significado
de la
palabra
civilización,
o de
temas
como la
diferencia
entre
mito y
leyenda.
A sus 95
años,
Manoel
de
Oliveira
(Oporto,
1908)
puede
quebrantar
cualquier
convención
formal o
narrativa
sin
dejar
por ello
de
renovar
su
visión
artística.
La larga
carrera
de este
cineasta
se
inició
en la
época
del cine
mudo;
precursor
del
neorrealismo
en
Portugal
(Aniki-Bobo,
1942),
su
trabajo
cinematográfico
fue
orientándose
cada vez
más
hacia la
literatura
y el
teatro (Flaubert,
Claudel,
Mme de
Lafayette).
El cine
de
Oliveira
se hizo
palabra.
Durante
el
trayecto,
la joven
profesora,
que
viaja
para
reunirse
con su
marido
en
Bombay,
comenta
con su
hijita
hechos
sobresalientes
de la
historia
cada vez
que le
muestra
un lugar
o un
monumento
importante.
En
Marsella,
la placa
que
rememora
la
fundación
del
puerto
por los
colonizadores
griegos
de la
antigüedad;
en
Pompeya,
le
describe
la
erupción
del
Vesubio
y qué es
un
volcán;
junto al
Partenón
conversan
con un
sacerdote
ortodoxo;
en el
museo de
Santa
Sofía de
Estambul
le
explica
que el
Islam es
otra
religión;
junto a
las
pirámides
de
Egipto
se
impone
la
famosa
frase de
Napoleón
a sus
soldados:
"Cuarenta
siglos
os
contemplan".
Las
preguntas
de la
niña que
mira
todo con
ojos
nuevos
sorprenden
por su
lógica:
¿Por qué
existe
la
guerra?
¿Para
qué
murió
tanta
gente?
¿Qué
significa
naturaleza?
En la
forma a
la que
recurre
el
cineasta
portugués,
el
teatro
se
fusiona
con el
viaje de
aprendizaje;
encuadres
fijos,
como
escenas
de
teatro,
se
suceden
unos a
otros al
ritmo
del
incesante
recorrido;
la
imagen
repetida
de un
fragmento
de la
proa del
barco,
cortando
con su
quilla
el mar,
liga
cada
episodio
del
viaje.
Oliveira
no
teatraliza,
el mundo
del
Mediterráneo
es de
por sí
un gran
escenario,
en el
teatro
de
Dionisos
se
representó
Antígona
por
primera
vez. El
viaje de
aprendizaje
fluye
como el
agua del
Nilo,
lástima
que la
lección
tenga
que ser
tan
amarga,
pero la
Historia
lo es,
diría el
director.
En el
crucero
viajan
grandes
personajes,
mujeres
todas
ellas;
una
mportante
mujer de
negocios
(Catherine
Deneuve),
una
actriz
famosa (Stefania
Sandrelli)
y una
gran
cantante
(Irene
Pappas).
El
capitán
(John
Malkovich)
las
invita a
cenar a
su mesa.
Oliveira
juega
aquí con
diferentes
niveles
de
representación;
todos
estos
actores
han
trabajado
con él,
forman
parte de
la
historia
de su
cine, se
representan
a sí
mismos
en tanto
que
grandes
personalidades,
y
representan
personajes
que
condensan
el
espíritu
de la
época
actual.
La mujer
liberada,
la gran
diva y
aquella
que
triunfa
por su
belleza.
Se
entienden
entre sí
hablando
cada
quien en
su
propia
lengua,
francés,
italiano
y
griego,
como si
fueran
una
sola. El
capitán
menciona
la Torre
de
Babel.
El tema
del
idioma
inglés,
la
actual
lengua
universal
que nada
tendría
que
hacer en
el
Mediterráneo,
surge
cuando
invitan
a la
profesora
portuguesa
a la
mesa,
porque
nadie
habla su
lengua.
Irene
Pappas
se
pregunta
por qué
el
griego,
la
lengua
de la
cultura
que dio
origen a
la
civilización,
sólo se
habla
ahora en
Grecia.
El sabio
director
parece
advertirnos
que las
civilizaciones
desaparecen,
algunas
dejan
huella y
otras
no. Por
cierto,
España y
el
idioma
castellano
no
encontraron
sitio en
la cena.
Paradójicamente,
en esta
cinta
tan
teatral,
Manoel
de
Oliveira
desdramatiza
casi por
completo
la
actuación
de sus
actores.
Este
relato
ejemplar,
que sólo
adquiere
plena
significación
en la
secuencia
final,
pesimista,
sin
determinismos,
que se
cuestiona
el hecho
de que
si las
mujeres
gobernaran
crearían
una
Torrel
de Babel
más
eficaz,
contiene
un
discurso
feroz
contra
el
terrorismo.
Y quizá
sea este
filme
hablado
el
legado
del
director.
Aunque
con
Oliveira
nunca se
sabe,
sino
hasta el
mero
final.
Un filme
hablado
se
presenta
en el
festival
de
Verano
de la
Filmoteca
de la
UNAM.