Las
Vías
Augustas
XVII y
XVIII,
que
unían
Braga
y
Astorga,
constituirán
un
circuito
cultural
el
próximo
año La
provincia
de
Zamora
conserva
diez
kilómetros
intactos
del
trazado
original
del
emperador
Antonino.
Zamora,
León,
Galicia
y
Portugal
dispondrán
a
partir
de la
próxima
primavera
de un
itinerario
turístico
y
cultural
de 750
kilómetros,
recuperados
del
trazado
de las
dos
calzadas
romanas
que
unían
las
ciudades
augustas
en el
noroeste
de la
península:
Bracara
Augusta
(Braga),
en
Portugal,
y
Asturica
Augusta
(Astorga),
en
León;
de ahí
la
denominación.
Representantes
de las
entidades
lusas
y
españolas
que
son
socios
del
proyecto
transfronterizo
presentado
al
programa
Interreg
III
(un
total
de 23,
entre
las
que
está
la
Diputación
de
Zamora)
celebran
ayer y
hoy
las
jornadas
para
hacer
un
seguimiento
y
presentar
los
informes
de
gestión
y
gastos
de las
actuaciones
llevadas
a cabo
hasta
ahora.
En la
primera
fase,
las
más
difícil
y
costosa,
como
puntualizó
Nieves
Téllez,
coordinadora
del
proyecto,
se ha
procedido
a
identificar
los
caminos,
en
muchos
tramos
destruidos,
ocultos
en
medio
de
montes,
invadidos
por
actuales
carreteras
o
hasta
inundados
bajo
embalses.
Una
segunda
fase,
ya
iniciada,
consistirá
en la
limpieza,
señalización
y
puesta
en
valor
del
trazado,
intervención
que
debería
estar
terminada
para
finales
de
este
año,
pero
para
la que
se ha
pedido
una
prórroga
hasta
primeros
del
próximo
año,
cuando
tendrá
que
estar
terminada.
El
proyecto,
presupuestado
en 1,2
millones
de
euros,
está
financiado
en un
75%
con
fondos
Feder,
950.000
euros.
Una de
las
calzadas,
la Vía
XVIII,
conocida
también
como
Vía
Nova,
partía
de
Braga
y
discurría
hacia
Orense
para
conectar
con la
provincia
de
León
por
Cacabelos
y
Ponferrada,
hasta
Astorga,
en un
recorrido
de 215
millas,
350
kilómetros,
aproximadamente.
La Vía
XVII
del
itinerario
del
emperador
Antonio
Caracalla
partía
también
de la
ciudad
lusa
hasta
Braganza
para
adentrarse
en
Zamora
por
Figueruela
de
Arriba,
en un
itinerario
por
Villardeciervos,
Santibáñez,
Rosinos
de
Vidriales
y
Camarzana
de
Tera,
desde
donde
comunicaba
con
Astorga
por la
localidad
leonesa
de
Castrocalbón.
Es un
trazado
de 247
millas,
equivalentes
a casi
cuatrocientos
kilómetros.
Riqueza
Ambas
rutas
forman
un
circuito
con
una
valiosísima
riqueza
histórica,
cultural
paisajística
y
arqueológica,
que
este
ambicioso
proyecto
pretende
poner
en
valor
para
lanzarlo
como
oferta
turística.
Prueba
de
ello
es que
en el
itinerario
se han
identificado
684
miliarios.
Como
referencia,
de las
calzadas
del
este y
sur de
la
península
únicamente
se
conservan
110,
según
ilustró
Antonio
Rodríguez
Colmenero,
coordinador
científico
del
proyecto
y
profesor
de la
Universidad
de
Santiago
de
Compostela.
Al
trazado
se
incorporan,
además,
elementos
tanto
del
mundo
romano
-puentes
acueductos,
termas
y
campamentos-,
como
de los
pobladores
anteriores
-dólmenes,
castros-
y
posteriores
-castillos
y
fortalezas
medievales-,
sin
olvidar
la
arquitectura
tradicional
y la
riqueza
medioambienteal,
con
espacios
declarados
Patrimonio
de la
Humanidad,
como
Las
Médulas,
en
León,
o los
parques
naturales
de
Baixa
Limia-Serra
do
Xures
y
Montesinho,
Pereda
Geres
y la
Reserva
Natural
de la
Sierra
de la
Culebra.
Actuación
magistral
Especialmente
rico
en
vestigios
es el
recorrido
de la
Vía
XVII a
su
paso
por
Zamora,
según
aseguró
Rodríguez
Colmenero.
Como
en el
resto
del
itinerario
se ha
perdido
buena
parte
del
trazado
original,
sobre
el que
se han
hecho
carreteras
asfaltadas;
en
otros
casos
se
superponen
caminos
medievales
sobre
la
antigua
calzada,
pero
quedan
abundantes
tramos,
unos
diez
kilómetros
de la
primitiva
vía,
«lo
suficientemente
bien
conservados
para
poder
conocer
cómo
era la
obra
de
ingeniería
de las
calzadas
romanas».
El
arqueólogo
de la
Universidad
de
Santiago
de
Compostela
afirmó
que
Zamora
«tiene
un
tesoro»
a lo
largo
del
tramo
de la
Vía
XVII,
y
llamó
la
atención
de las
instituciones
para
que
conserven
el
importante
material
que
perdura
en
esta
zona.
La
riqueza
se
centra,
por un
lado,
en la
calzada
romana
original,
de la
que
explicó
que en
Aliste
presenta
una
bifurcación,
con un
ramal
hacia
San
Pedro
de las
Herrerías
y otro
hacia
Gallegos
y San
Vitero.
Rodríguez
Colmenero
advirtió
que,
una
vez
identificado
el
trazado,
si no
se
mantiene
limpio,
puede
desaparecer
en el
plazo
de
diez
años.
De
otro
lado,
destacó
el
material
arqueológico
que se
conserva
en
enclaves
como
Rabanales,
donde
se ha
descubierto
una
lápida
dedicada
a
Augusto,
«y por
doquier
aparecen
fustes
y
capiteles»,
hasta
el
punto
de que
el
científico
lo
definió
como
«todo
un
panorama
para
emprender
una
actuación
magistral»
y
propuso
crear
un
yacimiento
tipo
en la
zona,
expropiar
terrenos
y
hacer
excavaciones
para
descubrir
y
poner
en
valor
todos
los
vestigios
existentes. |