Sale a
la luz
en el
yacimiento
de La
Cabañeta
un
complejo
termal
"único
en el
mundo"
por sus
dimensiones,
antigüedad
y
estado.
Las
excavaciones
han
revelado
varios
tipos de
pavimentos
en las
distintas
estancias.
Hay
desde
terrazo
blanco a
"opus
signinum"
y
distintas
decoraciones
geométricas.
El Burgo
de Ebro
tiene
unas
termas
romanas
únicas
en el
mundo.
Son
grandes,
pero las
hay
mucho
mayores;
y están
bien
conservadas,
pero
también
en otros
territorios
del
antiguo
Imperio
Romano
han
aparecido
termas
en muy
buen
estado.
Lo que
distingue
a las
del
Burgo de
Ebro de
las
demás,
lo que
está
fascinando
a los
historiadores,
es el
hecho de
que son
excepcionalmente
antiguas.
Los
arqueólogos
que
están
trabajando
en ellas
desde
hace
unos
meses,
Antonio
Ferreruela
y José
Antonio
Mínguez,
las
datan
sin
lugar a
dudas en
la
segunda
mitad
del
siglo II
antes de
Cristo.
Poco,
muy poco
después
de que
un tal
Caio
Sergio
Orata
cayera
en la
cuenta
de que
el
método
que
usaba
para
cultivar
las
ostras
podía
servir
también
para
calentar
los
baños
públicos.
Y de que
perfilara
así el
modelo
de
termas
romanas.
De esa
época,
con las
dimensiones
y el
estado
de
conservación
de lo
que se
acaba de
hallar
en El
Burgo de
Ebro, no
hay nada
igual en
el
mundo.
Ni en la
misma
Italia.
Se han
descubierto
en
Pompeya,
pero muy
reformadas.
Las
termas
siguen
el
esquema
clásico,
con
estancias
y
piscinas
frías,
templadas
y
calientes
-aunque
en su
versión
más
primitiva-
y tienen
dos
circuitos,
uno para
hombres
y otro
para
mujeres.
"Han
aparecido
distintos
pavimentos
-señala
José
Antonio
Mínguez-,
molduras
y
revestimientos
de
pared.
Incluso
hemos
encontrado
un techo
completo,
que se
había
derrumbado
sobre
una de
las
estancias".
La DGA,
que
recientemente
ha
vallado
la
excavación
por
razones
de
seguridad,
ha
enviado
especialistas
para
levantar
ese
techo,
que será
restaurado
y
reconstruido.
Pero la
campaña
de
trabajo,
a punto
de
finalizar,
ha sido
financiada
por el
Ministerio
de
Fomento
(160.000
euros),
con
cargo al
1 por
ciento
cultural
(desdoblamiento
de la
carretera
de
Castellón).
"Al
principio,
hace
varios
años,
casi
nadie
creía en
La
Cabañeta,
sólo los
expoliadores
-recuerda
Jesús
Martínez,
alcalde
de El
Burgo-.
Fue el
propio
Ayuntamiento
quien
inició
los
trabajos.
Y el
tiempo
nos ha
dado la
razón.
Los
hallazgos
de la
última
campaña
de
excavaciones
han
puesto
de
relieve
la
importancia
del
enclave.
Ahora lo
que hace
falta es
que se
siga
trabajando,
que se
consiga
dinero
para
comprar
la parte
del
yacimiento
que es
de
propiedad
privada,
que se
cubran y
protejan
los
restos
aparecidos,
que todo
el mundo
pueda
ver
nuestro
pequeño
museo".
Inexplicablemente,
La
Cabañeta,
donde se
realizan
excavaciones
desde
1997
(salvo
algunos
años de
parón),
no ha
sido
declarado
Bien de
Interés
Cultural.
De
momento,
y a
punto de
finalizar
la
campaña
de
excavaciones
iniciada
la
pasada
primavera,
los
especialistas
están
cubriendo
con
geotextil
y grava
fina los
restos
de las
termas
romanas,
para
evitar
así que
sufran
daños
hasta
que se
retomen
los
trabajos.
"Es un
complejo
único
-remacha
Antonio
Ferreruela-,
destruido
en torno
al año
70 de
nuestra
era, en
las
guerras
sertorianas.
Un
conjunto
del que
hemos
encontrado
las
estancias
originales,
las
cisternas,
las
salas de
servicio...,
y todo
ello
corresponde
al
momento
en que
los
romanos
estaban
terminando
de
definir
cómo
debían
ser sus
termas".
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