¿Cómo
y qué
se
comía
hace
2.000
años?
Los
apasionados
de la
historia
y la
arqueología
o los
simples
curiosos
lo
podrán
saber
y,
sobre
todo,
disfrutar
con
una
cena
en
"Magna
Roma",
el
nuevo
restaurante
de la
capital
italiana.
"Magna
Roma"
no es
un
lugar
para
turistas,
sino
uno
donde
es
posible
descubrir
los
alimentos,
las
costumbres
y los
ambientes
de
hace
2.000
años,
comiendo
como
lo
hacían
los
antiguos
patricios
en la
Roma
del
período
del 14
al 138
d.C.
Atravesando
la
puerta
de
entrada
se
vuelve
atrás
en el
tiempo.
Ancillae
y
Ministri,
los
camareros
de la
época
vestidos
con
túnicas,
nos
dan la
bienvendida
y nos
introducen
en el
local,
decorado
como
las
salas
de las
villas
de los
emperadores.
Sólo
la
visión
de los
restos
del
Coliseo,
que se
encuentra
a 100
metros
del
restaurante,
nos
recuerda
el
tiempo
en el
que
vivimos.
La
comida
está
elaborada
según
las
costumbres
y los
alimentos
de la
época,
por lo
que no
se
encuentra
ninguno
de los
productos
que
llegaron
a
Europa
tras
el
descubrimiento
de
América
(tomates
o
patatas).
Como
hace
dos
milenios
El
menú,
o
mejor
dicho
el
Abemus
in
Cena,
fruto
de una
profundo
estudio,
reproduce
fielmente
la
gastronomía
de la
época.
El
Magister
Cenae
(arqueólogo)
o el
Magirus
(el
cocinero)
explican
a cada
cliente
los
secretos
de la
comida.
"Hemos
estudiado
-cuenta
el
Magister
Cenae
Franco
Nicastro-
los
banquetes
descritos
por
Petronio
y los
escritos
de
Horacio
y
Marcial.
Los
romanos
pasaban
parte
de su
vida
festejando,
y
nuestras
normales
comidas
se
realizaban
como
si
fueran
banquetes
de
matrimonio".
En
la
mesa,
como
en el
año
100
d.C,
cubierta
con la
mappa
(mantel),
no
falta
el
salinum
(salero),
la
jarra
para
el
vino y
los
platos
cerámica
y las
Inargentate
Supellectiles,
es
decir,
los
cubiertos.
Cómo
en el
Imperio
Romano,
también
en
"Magna
Roma"
el
comensal
debe
comer
con
los
dedos
o
usando
las
ligulae
(cucharas)
y el
culter,
un
gran
cuchillo
que se
colocaba
en el
centro
de la
mesa.
Los
tenedores,
de
grandes
dimensiones,
se
usaban
sólo
en la
cocina.
Sabores
olvidados
En
el
menú
de
"Magna
Roma"
se
descubren
sabores
y
tradiciones
olvidadas.
Un
ejemplo
de la
cena
de un
verdadero
emperador
puede
ser:
un
aperitivo
a base
de
Salsum
sine
Salso,
un
paté
de
higado
de
pollo
y
Isicia
Maris,
albondiguillas
de
calamares
fritos.
Después
una
sopa
como
la
Pista
et
Porra,
una
crema
de
guisantes
y
puerros,
o la
Tisanam
Barricam,
una
sopa
de
legumbres.
Después
un
segundo
como
el
Maedum
Particus,
es
decir
cabrito
con
salda
de
ciruelas,
o el
Anatrem
ex
Rapis,
pechuga
de
pato
con
puerros,
comino,
vinagre
y
otras
esencias
de la
época.
Todo
ello
acompañado
con
una de
las
salsas
más
antiguas,
el
Garum,
que
llegó
a Roma
desde
la
ciudad
española
de
Cádiz
y que
era la
salsa
que no
faltaba
nunca
en las
mesas
romanas,
realizada
a base
de
caballa
o
anchoas
en
salmuera.
Para
terminar,
un
buen
dulce,
como
el
Tyropatinam,
llamado
el
postre
del
recluta
por su
valor
energético
y
compuesto
por
una
crema
de
huevos
y
leche,
espolvoreado
con
pimienta
y
miel.
En
"Magna
Roma"
existe
un
menú
único
que se
cambia
cada
semana.
Costumbres
romanas
Cómo
en
cualquier
fiesta
romana,
las
Ancillae
comienzan
ofreciendo
el
vino
Muslum
y
huevos
de
codorniz,
considerados
un
acto
propiciatorio.
Los
romanos
eran
muy
religiosos
además
de
supersticiosos.
Antes
de
cada
comida
realizaban
ritos
de
agradecimiento,
durante
los
que se
ofrecía
comida
y vino
a los
Lares,
divinidades
protectivas
de la
Casa.
Antes
de los
banquetes
se
realizaba
la
Salutatiu,
acto
de
cortesía
hacia
los
invitados.
En
"Magna
Roma"
se
realiza
el de
la
Felicitati
Propinatio,
un
brindis
de la
felicidad.
Un
consejo
para
los
comensales
es el
de
dejar
algunas
migajas
de la
comida
y un
poco
de
vino
en la
jarra
para
ofrecerselo
a los
Lares.
El
vino
dulce
se
realiza
a base
de
miel,
que se
utilizaba
en
lugar
del
azúcar,
ya que
la
caña
que
llegaba
de
Egipto
era
carísima.
El
vino
utilizado
sólo
para
los
ritos
religiosos
pasó
después
a
formar
parte
de las
costumbres
populares,
aunque
estaba
prohibido
para
las
mujeres
y
hombres
menores
de 30
años.
Aunque
en
"Magna
Roma"
harán
una
excepción
a esta
regla.
Carnes
Los
romanos
tenían
bovinos,
ovinos
y
caprinos,
pero
apreciaban
sobre
todo
los
productos
de la
caza.
Comían
avestruz,
ciervo,
jabalí
y
después
pollos
y
bovinos.
La
carne
se
conservaba
seca o
salada.
En
la
Roma
imperial
se
comía
mucho
pescado,
tanto
fresco
como
en
salazón,
y les
encantaban
los
mariscos
y
crustáceos.
Pero
lo que
más se
consumía
era la
morena.
Las
hortalizas
y
verduras,
que
eran
inicialmente
salvajes,
se
convirtieron
en la
base
de la
alimentación
romana
y las
especias
eran
un
componente
indispensable
en la
cocina
en la
época.
La
mayor
parte
de los
antiguos
dulces
estaban
preparados
en
casa a
base
de
frutas,
harinas,
agua y
leche
y
aderezados
con
pimienta
y miel
antes
de ser
servidos.
Los
romanos
conocían
el
sorbete
de
fruta
preparado
con la
nieve,
que
lograban
conservar
todo
el
año.