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12/02/2004

Felipe Villegas / Sevilla ● www.diariodesevilla.com

Nueva edición de 'La Naturaleza' de Lucrecio, apóstol de Epicuro
Francisco Socas, editor y traductor del clásico latino, introduce un índice temático de materias sobre las que el filósofo reflexionó.

Lucrecio, que se sepa, escribió sólo una obra, su famoso poema De rerum natura, en el que se hacía eco de las teorías ya esgrimidas por Epicuro y por los que antes que éste ya apuntaban en la dirección de que todo lo que conocemos está compuesto de átomos, quedando fuera de éstos el vacío, la nada.

Los especialistas sospechan que ésta su única obra (hay un gran desconocimiento de su biografía, de la que se sabe poco más que lo legado en su poema) fue editada en origen por su gran contrincante dialéctico, Cicerón, al que como hombre de letras y romano le interesaba publicar todo aquello que contribuyese al engrandecimiento de su patria.

Desde el siglo I a. C. en que vivió este poeta y filósofo de nombre completo Tito Lucrecio Caro hasta estos albores del siglo XXI han mediado varias ediciones, las últimas de las cuales, en español, tienen ya un cuarto de siglo. Razón ésta, junto a los avances en las investigaciones producidos desde entonces, que han llevado a la editorial Gredos, dentro de su Biblioteca Clásica, a presentar una nueva edición y traducción que ha visto la luz bajo el título de La Naturaleza. El encargo ha sido encomendado a Francisco Socas, profesor de la Universidad de Sevilla y colaborador de Diario de Sevilla, quien ayer presentó en la Casa del Libro el resultado obtenido.

"He realizado -explica Socas- una traducción en prosa de este poema filosófico en el que Lucrecio, apóstol epicúreo, propaga esta teoría atomista". La traducción va precedida de un exhaustivo estudio introductorio y, como novedad, de un índice temático de materias. "He pretendido que cualquiera pueda, a golpe de índice, saber lo que pensaba Lucrecio sobre el origen del lenguaje, de la civilización o la ciudad, sobre las fases de la luna...", detalla.

La edición respeta la estructuración original de seis cantos (escritos en hexámetros, el metro de Homero): los dos primeros hablan sobre los átomos y la física; el tercero y cuarto, "sobre la psicología y la mortalidad del alma, pues Lucrecio piensa que ésta no es intangible, sino que está formada también de átomos, al igual que el cuerpo, sólo que más finos y sutiles, pero que desaparecen con la muerte del individuo y el advenimiento de la nada", desmenuza Socas, que sintetiza que a los ojos del filósofo latino "no hay destino como tal, sino que todo está regido por el azar".

Los últimos dos cantos versan sobre la meteorología y dan cuenta "de todo lo que ocurre por encima de las montañas, que no es obra de los dioses, sino de la Naturaleza", sintetiza el editor.

Las fuentes escritas no dan fe de la existencia de este filósofo hasta el siglo IV. Lo hace San Ambrosio, padre de la Iglesia, quien difiere por completo de los planteamientos epicúreos de Lucrecio. Quizás por ello, sospecha Socas, creó la leyenda de que una mujer (¿una novia despechada?) le dio un brebaje que le hizo enloquecer y suicidarse. Antes de quitarse la vida, según reza la leyenda, escribió esta De rerum natura, fruto de las alucinaciones que se dice que sufrió. "Lo tomaron desde entonces por loco y se oficializó esa leyenda, que no es más que eso", desmonta Socas, que apunta que hay quienes piensan que Lucrecio dejó inconcluso el poema (¿muerte prematura?). "Es cierto que termina de modo abrupto", apostilla.

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