Las
ceremonias
de
inauguración
y clausura
de los
Juegos
Olímpicos
de Atenas
estarán
inspiradas
en los
dioses
griegos
Apolo y
Dionisos (Baco,
para los
romanos).
Dimitris
Papaioanu,
el
director
artístico,
declaró a
unos
periodistas
durante
una
selección
de
voluntarios
que estos
dioses
eran "dos
elementos
básicos de
la antigua
civilización
griega".
Apolo era
el dios de
la música,
la poesía,
las
profecías
y la
medicina.
Era el
paradigma
de la
juventud y
la
belleza.
Por su
parte,
Baco o
Dioniso
era el
dios
griego del
vino.
Papaioanu,
uno de los
bailarines
más
famosos de
Grecia,
dijo que
la
ceremonia
de
inauguración,
que tendrá
lugar el
13 de
agosto,
durará
tres horas
y media y
terminará
pasada la
medianoche.
«Durante
el
programa
se
describirá
toda la
geografía
griega.
También se
mostrarán
todas las
expresiones
culturales
de nuestro
país,
desde las
antiguas
hasta las
más
contemporáneas»,
añadió.
La
ceremonia
de
clausura,
el 29 de
agosto,
será un
acto más
orientado
a la
celebración,
impregnado
del
espíritu
de Baco,
explicó
Papaioanu.
Hasta el
momento,
los
organizadores
de Atenas
2004 han
mantenido
en secreto
los planes
sobre las
ceremonias.
Gianna
Angelopulos,
directora
de los
juegos,
prometió
algunas
sorpresas
a
principios
de esta
semana,
pero dijo
que los
detalles
no se
darán a
conocer
antes del
13 de
agosto.
Alrededor
de 8.000
voluntarios,
de
dieciséis
años o
más,
participarán
en las
ceremonias,
y otros
2.000
proporcionarán
asistencia
técnica.
La
leyenda de
Dionisos
Dionisos
era hijo
de Zeus y
de la
mortal
Semele. Al
morir su
madre,
según las
leyendas,
Zeus hizo
que
Hefaistos
sacase a
Dionisos
de su
vientre y
que se le
entragara
a Macris
(hija de
Aristaios)
que lo
crió. Otra
versión
dice que
fueron las
ninfas las
que
sacaron al
niño de
entre las
cenizas
maternales
y le
criaron.
Hay otra
que es la
tradición
más
aceptada,
que dice
que,
salvado
por Zeus,
este le
cosió en
uno de sus
muslos y
cuando fue
el momento
(pues
Dionisos
solo
llevaba
seis meses
en su
vientre
cuando
murió su
madre)
salió vivo
y formado.
Por eso
era el
dios dos
veces
nacido,
prodigio
que dará
origen a
sus
misterios.
Una vez
nacido,
fue
confiado a
Hermes,
quien a su
vez le
dejó en
manos de
Atamás,
rey de
Orchómenos
y de su
primera
mujer Ino,
para que
le
criaran.
Les
aconsejó
que le
vistieran
como a una
niña para
librarlo
de Hera.
Pero la
diosa le
descubrió
y los
volvió
locos a
ambos.
Zeus llevó
a Dionisos
al país de
Nisa (que
unos
sitúan en
Asia y
otros en
África),
para
confiárselo
a las
ninfas, y
lo
transformó
en
cabritillo.
Dionisos,
dios del
vino,
forma
parte de
su
mitología
más
antigua,
en la que
también
era
considerado
dios de la
vegetación
y de la
fertilidad.
Su doble
condición
de hijo de
dios y
mortal lo
hace más
próximo a
los seres
terrenales;
unida a la
leyenda de
que su
sangre era
en
realidad
vino,
ambas
creencias
conforman
un claro
precedente
de las
que,
siglos
después,
adoptaría
el
cristianismo.
Por otra
parte, la
importancia
cultural
de
Dionisos
radica en
que sus
fiestas
son origen
del teatro
griego y,
por tanto,
del
nuestro.
En Lydia
(actual
costa
mediterránea
de
Turquía)
el nombre
de
Dionisos
era
Bacchus,
que
adoptaron
los
romanos
convirtiéndolo
en el más
popular de
entre los
dioses.
Las
Bacchanalia
o fiestas
de Baco
mantuvieron
el mismo
arraigo
popular en
todo el
imperio
romano que
ya poseían
en Grecia
y perviven
aún hoy
bajo la
forma de
carnavales,
a pesar de
las
intermitentes
prohibiciones
del poder
de turno,
siempre
celoso de
la
popularidad
de Baco.
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