DESDE
CERÁMICA
ÁRABE A
RESTOS DE
LA VIEJA
CESARAUGUSTA
La
presencia
romana en
el
subsuelo
de la
ciudad es
de tal
calibre
que
cualquier
obra que
se inicie
acaba
tropezando
con algún
resto de
los
pobladores
originarios
Otro de
los
atractivos
de esta
exposición
es el que
protagoniza
la
industria
alfarera
musulmana.
Hace unos
dos mil
años,
Zaragoza,
entonces
Cesaraugusta,
ya era el
mayor
puerto
fluvial de
la
Península
Ibérica.
Su muralla
romana
debió ser
sumamente
grandiosa.
De ella
perviven
algunos
restos,
visibles
en uno de
los
extremos
de la
plaza del
Pilar.
Parece que
tuvo hasta
más de un
centenar
de torres.
Sus muros
alcanzaban
hasta
siete
metros de
anchura.
En total
tenía un
perímetro
de unos
tres
kilómetros.
Muy cerca
de la
Catedral
de la Seo
se hallan
los restos
del puerto
romano,
que fue el
mayor de
los
existentes
en la
ribera del
Ebro, y
que estuvo
en
funcionamiento
hasta
entrada la
Edad Media
en la
capital
aragonesa.
Por la
ciudad han
ido
apareciendo
otras
muestras
de la
arquitectura
de la
vieja
Cesaraugusta,
entre
ellos un
teatro
romano,
del que
sólo se
conservan
los
cimientos.
Era un
grandioso
edificio
de la
época de
Tiberio,
continuado
en años
posteriores,
que decayó
a partir
del siglo
III,
cuando las
ciudades
de la
Hispania
Romana
empezaron
a declinar
y a
reforzar
sus
elementos
defensivos
ante
enemigos
exteriores.
El expolio
continuó
en la Edad
media y
aún
después,
en que se
reutilizaron
sus
restos.
Se pueden
ver restos
del
teatro,
foro,
termas y
puerto de
Cesaraugusta
en sendos
museos
municipales.
Sin
embargo,
la
presencia
romana en
el
subsuelo
de la
ciudad es
de tal
calibre
que
cualquier
obra que
se inicie
acaba
tropezando
con algún
resto de
los
pobladores
originarios.
Así las
cosas, el
Ayuntamiento
de
Zaragoza
ha abierto
este año
una
exposición
bajo el
título
Patrimonio
encontrado
en
Zaragoza.
Intervenciones
arqueológicas
municipales,
que
permanecerá
abierta al
público
hasta
mediados
del 2005.
En este
espacio,
ubicado en
el antiguo
Cuartel de
Pontoneros
de la
ciudad,
uno puede
encontrar
los restos
que
dejaron
sus
vecinos.
Desde
cerámica
árabe, a
mosaicos
romanos
que
aparecían
bajo el
suelo de
muchas
viviendas
del casco
antiguo.
Casas
sobre
casas,
salones
sobre
salones,
pero con
diferentes
motivos
decorativos
y una
percepción
de la vida
completamente
diferente.
Mosaicos
con
figuras
geométricas
o
pertenecientes
a la
mitología
adornaban
las
paredes y
suelos de
las
viviendas
romanas.
En una
vivienda
ubicada en
la calle
Damián
Forment se
encontraron
fragmentos
de mosaico
de cuatro
metros que
pertenecían
a una gran
estancia
decorada
toda ella
con
motivos
marinos y
con
monstruos
que
supuestamente
vivían en
las
profundidades
del
océano.
Estos
motivos
eran
frecuentes
en las
termas,
aunque en
viviendas
particulares
como era
el caso
constituía
un símbolo
de
riqueza.
Sin
embargo,
los restos
hallados
no son
sólo
romanos.
En el
barrio de
San Pablo,
uno de los
más
populares
de la
ciudad,
los
servicios
de
arqueología
municipales
hallaron
una
necrópolis
paleocristiana.
Aunque
estas
tumba
fueron
expoliadas
en la
época
islámica y
no se ha
encontrado
ningún
ajuar, sí
que han
aparecido
mosaicos
sepulcrales
producto
de una
moda
creada por
los
musivarios
(artesanos
del
mosaico)
del África
cristiana.
Otro de
los
atractivos
de esta
exposición
es el que
protagoniza
la
industria
alfarera
musulmana.
Una prueba
fehaciente
de quién
habitó
antes esta
tierra
cuyos
motivos
decorativos
todavía
protagonizan
hoy la
popular
cerámica
de Muel,
representativa
del Valle
del Ebro.
Entre los
hallazgos,
cabe
destacar
un
fabuloso
horno
hecho en
adobe y
ladrillo,
de planta
circular y
sección
oval, con
bancales
escalonados
y que a
diferencia
de los
hornos
tradicionales
carece de
parrilla.
La
Zaragoza
musulmana
(Sarakusta)
generó una
amplia y
floreciente
industria
alfarera
de la que
se han
hallado
multitud
de piezas,
algunas de
ellas
exquisitas.
Desde
anafes,
tambores
(los
darabukkas
siguen
siendo
instrumentos
musicales
habituales
en los
países
árabes),
biberones,
cazuelas,
ollas,
tinajas,
platos,
alcadafes,
candiles y
muchos
elementos
relacionados
con la
conducción
del agua.
El hecho
de que
todas
estas
piezas
arqueológicas
hallan
aparecido
en el
corazón
del casco
urbano de
la actual
ciudad
obligó al
Ayuntamiento
de
Zaragoza a
trasladarlos,
a la par
que se
realizaba
una
fabulosa
labor de
recuperación
de la que
se ha
encargado
el Taller
de Empleo
José
Galiay,
creado
exclusivamente
para la
restauración
de
mosaicos y
para
completar
la
formación
de sus
alumnos-trabajadores. |