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12/01/2004

Aida R. Agraso ● www.diariodecadiz.com

Cultura acondiciona la factoría de salazones romana del teatro Andalucía
El conjunto del siglo I a.C., excavado en 1995 y declarado Bien de Interés Cultural, podrá ser visitado a partir del mes de mayo

CÁDIZ. Seis metros de tierra y el edificio del teatro Andalucía tapaban una factoría de salazones romana. Muchos años, muchos cambios se subsumían a esa tierra que ocultaba un conjunto arqueológico del siglo I a.C. En 1995, las obras de demolición del Andalucía y la posterior construcción de un edificio en el solar supusieron devolver la luz a una factoría que fue abandona da en el siglo IV. Superadas ya las dificultades surgidas para la adjudicación de las obras de consolidación y acondicionamiento necesarias, la factoría de salazones -declarada Bien de Interés Cultural en 1998- comienza a ser preparada para que, en mayo, el público gaditano pueda verla en plenitud.

 
El complejo industrial apareció incompleto, ya que una parte de la factoría y algunas dependencias se encontraban fuera del solar excavado. Además, los muros de cimentación de la nueva edificación han seccionado algunas de las balsas del borde del solar. Con todo, el sector que se conserva 'in situ' -correspondiente a una parte del patio-sala de preparación y la franja de piletas situada hacia el norte- se considera que permite una lectura adecuada de este tipo de industrias.
 
Al finalizar las excavaciones de 1995, una parte de los restos -la "mejor conservada y más representativa", según informa la Delegación Provincial de Cultura- quedó protegida con láminas de material plástico cubiertas con arena. Su estado de conservación, tras la construcción del edificio que la cubre, es "aceptable aunque sobre el yacimiento han aparecido los habituales fragmentos de material de construcción mezclados con la arena. Sin embargo, las patologías más destacables son los daños derivados del proceso de excavación y vaciado del solar y las humedades de capilaridad debidas a la proximidad al fondo de las balsas del nivel freático".
 
La propuesta de intervención que actualmente se está llevando a cabo, bajo la dirección de Francisco Reina Fernández-Trujillo y con la participación de la empresa JALE Construcciones, contempla "de un lado la conservación de los restos arqueológicos mediante consolidación, limpieza y restauración que garantice la conservación a largo plazo", y de otro "el acondicionamiento del acceso al recinto, posibilitando la puesta en valor del BIC.
 
El yacimiento aparece constreñido en el armazón de muros, pilares y forjados del edificio, y a casi seis metros de profundidad. Esta especial característica ha marcado el criterio general de intervención tanto sobre los restos como en la estructura de acceso. Así, las escaleras y pasarelas de acceso están desvinculados del contenedor como una estructura independiente del yacimiento y de los paramentos que lo limitan.
 
La estructura permitirá al visitante sentirse suspendido en una pasarela, "mediante el efecto combinado de la superficie laminar transparente y la iluminación indirecta de los restos. Los expositores son urnas de vidrio ancladas sobre superficies de acero independientes formando un plano superpuesto que ocultan la estructura del edificio, amortiguando la incidencia sobre el nuevo espacio". El acero y el vidrio también serán usados para compartimentar un espacio para almacén y mantenimiento.
 
Francisco Reina, director de las obras, adelanta que éstas estarán concluidas en el mes de mayo. Califica el proyecto de complejo, ya que se accede al yacimiento por un hueco desde la calle y, además, éste se encuentra a una cierta profundidad. Por ello, una de las claves que destaca es que la idea es "dejar a la gente en el aire, suspendida sobre las balsas", gracias a la estructura de cristal. Así no es posible pisarlos, algo que también es resaltado por el arquitecto, para quien ver el yacimiento desde la altura proporciona una idea de su importancia. "Es efecto psicológico", apunta al respecto. Por otro lado, indica que entrar por un lugar angosto a otro más amplio y en penumbra da "una sensación de sorpresa".
 
Al visitante le espera también un material expositivo sobre la importancia de la factoría en la historia de la ciudad. "Lo que me parece más interesante es dónde está; es increíble hacerse a la idea de que tenía que estar muy cerca del mar, cuando ahora está en el meollo de Cádiz, en el centro de la ciudad", indica Francisco Reina, para quien las balsas de la factoría de salazones se ven "con contundencia y potencia" y hablan "de la cantidad de capas de historia que tiene la ciudad".
 
Para la delegada provincial de Cultura, Bibiana Aído, la intervención -con un presupuesto de 185.344,73 euros- es "muy importante para Cádiz, porque no sólo consiste en la conservación in situ de unos restos, sino por la puesta en valor que permite que puedan ser visitados con toda seguridad". "Es un proyecto que ha atravesado distintos problemas en cuanto a su adjudicación pero por fin ve la luz", indica Bibiana Aído. Y, aludiendo a la importancia del yacimiento, aporta un dato: "La documentación respecto a la época romana era bastante escasa hasta que se realiza la investigación en el antiguo teatro Andalucía".
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