De un
tiempo
a esta
parte
corren
docenas
de
comentarios
acerca
de
gente
forastera,
o no
tan
forastera,
que
armada
con
detectores
de
metales
(a
veces
muy
sofisticados)
anda
peinando
diversos
asentamientos
arqueológicos
de
esta
comarca.
A
tenor
de lo
que
cuentan
labriegos
y
ganaderos,
que en
ocasiones
se han
encontrado
a
estos
piratas
de la
Arqueología
en sus
fincas,
al
preguntarles
por la
tarea
que
ejecutaban
respondían
que
«andaban
buscando
minerales»
o
«estudiando
el
terreno».
Y
algunos
de
estos
campesinos,
según
refieren,
han
logrado
ver
monedas
u
otros
objetos
que
iban
sacando
con
los
detectores.
Patrimonio
Es
sabido
que en
un
radio
bastante
amplio
de las
importantes
ruinas
de
Cáparra
se
fueron
instalando,
en los
primeros
siglos
de
nuestra
era,
diversos
asentamientos,
generalmente
villas
romanas,
de
carácter
agroganadero.
Todos
estos
yacimientos
arqueológicos,
que el
vulgo
achaca
a
«cosa
de
moros»,
apenas
si son
conocidos,
a no
ser
por
estudiosos
e
investigadores
que se
dedican
a
bucear
en el
pasado
de la
comarca.
Naturalmente,
enriquecen
el
patrimonio
histórico-arqueológico
de la
zona y
bueno
sería
inventariarlos
y
proceder
a la
excavación
de
algunos
que
revisten
gran
interés,
ya que
se
tienen
noticias
de
algún
que
otro
yacimiento
que ha
tenido
una
continuidad
desde
épocas
prehistóricas
hasta
etapas
plenamente
visigodas.
Cierto
es que
abundan
los
asentamientos,
pero
no es
menos
cierto
que es
muy
difícil
dar
con
ellos,
a no
ser
que se
recorran
exhaustivamente
los
términos
municipales
de
estos
pueblos,
tarea
más
que
ardua.
Comentan
que un
forastero
que
llega
a un
sitio
muy
concreto
provisto
de su
detector
de
metales,
debe
haber
sido
informado
forzosamente
por
alguien
que
conoce
la
zona
al
milímetro;
de
aquí
que
haya
quien
piense
que se
ha
fraguado
o se
está
fraguando
alguna
camarilla
cuyos
fines
son
completamente
ilícitos.
Rumores
corren,
igualmente,
sobre
posibles
trapicheos
con
piezas
arqueológicas
obtenidas
de
modo
tan
ilegal.
Se
habla
que
existen
contactos
con
gente
portuguesa
que
introduce
tales
objetos
en su
país
para
venderlos
después
al
mejor
postor.
Aula
arqueológicas
Como
se ha
hecho
en
otras
partes,
sería
conveniente
que la
Administración
facilitara
y
apoyara
la
creación
de
aulas
arqueológicas
(interaccionadas
con
los
museos
temáticos)
en las
localidades
que lo
solicitaran.
De
esta
forma
se
podrían
catalogar
y
exhibir
muchos
objetos
arqueológicos
que la
gene
campesina
guarda
en sus
casas
fruto
de
hallazgos
casuales
al
realizar
labores
agrícolas.
Ello
supondría,
además,
una
mayor
concienciación
de la
gente
que
vive
en los
medios
rurales,
que
aprenderían
a
conocer,
amar y
velar
por su
patrimonio
histórico-arqueológico
y, a
su
vez,
tales
aulas
o
museos
temáticos
serían
todo
un
acicate
para
el
turismo
rural.