En
el solar
se han
encontrado
máscaras
de
teatro
correspondientes
a la
Nueva
Comedia,
además
de
lucernas,
ánforas
y
ungüentarios.
CÓRDOBA.
El solar
de La
Manzana
de
Banesto
-situado
en la
avenida
Cruz de
Juárez
del
barrio
de Santa
Rosa-
está
siendo
intervenido
durante
estos
días a
través
de unas
excavaciones
de
urgencia
que han
dejado
al
descubierto
25
tumbas
con
restos
del
ajuar
funerario.
Se trata
de una
necrópolis
romana
de la
época
del Alto
Imperio
(primera
mitad
del
siglo I)
que está
integrada
por
distintos
tipos de
tumbas
-de
cremación
y de
inhumación,
del que
sólo hay
dos-, en
las que
se han
encontrado
restos
cerámicos,
huesos
humanos,
recipientes,
monedas,
un
anillo
de oro,
ungüentarios,
vasos y
otros
utensilios.
En el
solar,
además,
han
aparecido
unas
máscaras
de
teatro
romanas
de la
Nueva
Comedia
-escondidas
en
lucernas-
que
representan
a
distintos
personajes.
Uno de
ellos ha
sido
identificado
como el
dios Pan
(deidad
de la
naturaleza);
otro
podría
ser el
Sirviente
Perfecto
y el
resto,
simula
conchas
marinas
(hay 5 ó
6 de
este
tipo).
Para el
director
de la
excavación
-en la
que está
interviniendo
Arqueobética,
empresa
de
gestión
del
patrimonio
histórico-,
José
Manuel
Salinas,
estos
hallazgos
no
prueban
necesariamente
que los
cuerpos
que se
enterraron
en este
lugar
-que
ocupa
sólo una
parte
del
solar,
de
10.000
metros
cuadrados-
fueran
actores.
Ésta
sería
sólo una
hipótesis.
Lo
cierto
es que
fue una
sorpresa
encontrar
estos
objetos,
del
mismo
modo que
sí se
esperaba
que bajo
el suelo
que
ocupó en
su día
el
edificio
Banesto
se
hallasen
tumbas
de
cremaciones,
correspondientes
a la
necrópolis
septentrional
de la
ciudad.
Respecto
a los
enterramientos
que
componen
este
cementerio
y ya
dentro
de los
de
cremación,
hay que
diferenciar
dos
tipos,
los
primarios
y los
secundarios.
Según
explicó
José
Manuel
Salinas,
del
primer
grupo,
bustum,
(entendiendo
por esto
el rito
por el
cual se
realizaba
un
agujero
en el
suelo
directamente
sobre el
estrato
y en el
que se
preparaba
la pira
funeraria
para
quemar
al
difunto)
han
aparecido
ungüentarios
de
vidrio,
clavos,
monedas
y
artilugios
de
metal.
Una vez
terminada
la
ceremonia
de
cremación
se
depositaban
platos
de
cerámica
de
Peñaflor
o
cerámica
de Julio
Claudia
(nueve
en
total,
tres
grupos
de tres
platos
cada
uno, de
distintos
tamaños
y
clases),
material
que
también
se
conserva
ya para
la
investigación.
El
equipo
de José
Manuel
Salinas
(que
cuenta
también
con la
arqueóloga
Fiona
Hayes y
el
geólogo-arqueólogo
Jesús
García
Cerezo)
ha
identificado
además
otros
enterramientos
en el
suelo de
forma
escalonada,
en los
que ha
quedado
constancia
de cómo
el
primer
peldaño
se
rellenaba
con
piedra.
Las
tumbas
de este
tipo
contenían
anillos,
ungüentarios
y huesos
mezclados
con los
carbones.
En
cuanto a
los
enterramientos
secundarios
(ustrinum)
-por el
que el
difunto
se quema
en un
lugar
determinado
y
posteriormente
sus
huesos
son
recogidos,
lavados
y
depositados
en un
recipiente-
hay que
citar
urnas de
calcarenita,
otras de
vidrio
con
fundas
de plomo
y
cerámicas
de
tradición
ibérica
con sus
respectivos
ajuares.
También
en este
apartado
se han
hallado
varias
ánforas.
Durante
las
excavaciones
y en
este
mismo
lugar
donde
están
las
tumbas
también
se
encontró
un
arrabal
correspondiente
a la
ocupación
posterior:
muros,
canalizaciones,
pozos de
agua y
pozos
negros
de época
islámica:
restos
almohades
y, sobre
todo, de
la etapa
califal.
La
intervención
en esta
zona
está
prácticamente
terminada.
En los
próximos
días,
los
arqueólogos
acometerán
el
inventario
de los
materiales
encontrados.