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19/12/2004

Manuel Sesma ● www.eladelantado.com

Sobre Horacios y Curiacios: el show de la paz
Cuenta la Historia que en el siglo VII antes de Cristo, los Curiacios, una familia de Alba envió a tres jóvenes a combatir contra los Horacios a fin de disputar a Roma el dominio del Lacio. Según la misma tradición legendaria, Roma opuso bajo el reinado de Tulio Hostilio a tres guerreros Horacios contra los Curiacios durante la guerra contra la ciudad de Alba. Dos Horacios sucumbieron al comienzo de la lucha; el tercero fingió huir y, volviéndose contra sus adversarios que estaban heridos y lo seguían a desigual distancia, los mató sucesivamente asegurando así la victoria romana.

Ésta es la Historia que se funde con la leyenda. Esta historia le inspiró a Corneille una tragedia en cinco actos. Y esta historia es la que rescribe Bertolt Brecht en 1934 contra el nazismo. La pieza Los Horacios y los Curiacios pertenece al teatro didáctico del autor alemán, encierra toda su teoría y técnica escénicas, y muestra el sentido poético y significativo —ético— que le valió el exilio.

En esta obra, Brecht da una guantazo de burla a quienes están en contra de la ‘doctrina vigente’ acerca del consenso, de la tolerancia y del diálogo; explota una globo de risas en la cara de quienes tienen valores, razones y verdades absolutas, de los intransigentes, dogmáticos e intolerantes; desmaquilla a quienes tienen convicciones profundas que defienden con un ardor tal que les puede llevar al exterminio del ‘enemigo’. Pero las gentes de armas no van al teatro ni quizá lean a Bertolt Brecht, y entonces no habrán oído nunca frases como: “preparemos nuestra defensa” o “para conservar la paz hemos decidido atacar a los Horacios” o “nadie piensa en los civiles”. En cualquier caso, a estas alturas de la Historia de la Humanidad a todos nos suenan proclamas bélicas tales como: “hay que estar armados para la paz” o conceptos de ‘guerra preventiva’ o hemos visto unas estremecedoras imágenes acompañadas de frases parecidas a “remátalo, Charlie para que no se haga el muerto más”, subrayadas con un sonido de ametralladora.

El director Hernán Gené ha creado un espectáculo tremendamente poético, simbólico, y desgarradoramente gracioso. A partir de la obra de Brecht ha compuesto Sobre Horacios y Curiacios en donde una trouppe de payasos de circo deciden representar la obra original del alemán. El director realiza una propuesta escénica que distancia aún más la propuesta del célebre distanciamiento ‘brechtiano’, y prolonga burla sobre el concepto de la famosa diversión del teatro de Brecht.

Hernán Gené, a favor de la modernidad, ha exagerado la técnica original hasta extremos de lo grotesco, con lo cual ha conseguido, en cierto modo, frivolizar el mensaje en el sentido de poder ser considerado como una patochada entre quienes militan en las convicciones absolutas. Sin embargo, la propuesta de Hernán Gené no puede ser más nítida en la estética ni más rotunda en la ética. El espectador inteligente capta el mensaje con humor, y el de los valores intransigentes, el intolerante, lo intenta minusvalorar porque el mensaje le da de lleno en la cara. Son dos éticas distintas por motivos estéticos pero la denuncia de Gené en contra de la guerra y del militarismo permanece en el mismo sentido de Brecht.

En Sobre Horacios y Curiacios hay un planteamiento escénico de teatro en el teatro. Es decir, los actores se convierten en clowns para representar una obra ‘seria’, y les sale lo que les sale, pero sin desvirtuar para nada el sentido poético; es más, con esta técnica lo acentúan. El espectáculo está plenamente conseguido tanto a favor del significado como a favor del discurso escénico.

Desde esta perspectiva, Teatro de la Abadía ha realizado un trabajo espléndido en todos los puntos de vista. Los actores demostraron su admirable técnica de clown, además de poseer una hermosa juventud que les permite una enorme ductilidad. El espacio escénico de Deborah Macías no solo es sugerente sino maravillosamente imaginativo a fin de conseguir veracidad en la tremenda broma. La iluminación, el vestuario, el espacio sonoro, el conjunto del equipo técnico y artístico consigue que la puesta en escena de Sobre Horacios y Curiacios alcance valores de frescura y sinceridad, sin eludir el compromiso ético.

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