Cuenta
la
Historia
que
en
el
siglo
VII
antes
de
Cristo,
los
Curiacios,
una
familia
de
Alba
envió
a
tres
jóvenes
a
combatir
contra
los
Horacios
a
fin
de
disputar
a
Roma
el
dominio
del
Lacio.
Según
la
misma
tradición
legendaria,
Roma
opuso
bajo
el
reinado
de
Tulio
Hostilio
a
tres
guerreros
Horacios
contra
los
Curiacios
durante
la
guerra
contra
la
ciudad
de
Alba.
Dos
Horacios
sucumbieron
al
comienzo
de
la
lucha;
el
tercero
fingió
huir
y,
volviéndose
contra
sus
adversarios
que
estaban
heridos
y lo
seguían
a
desigual
distancia,
los
mató
sucesivamente
asegurando
así
la
victoria
romana.
Ésta
es
la
Historia
que
se
funde
con
la
leyenda.
Esta
historia
le
inspiró
a
Corneille
una
tragedia
en
cinco
actos.
Y
esta
historia
es
la
que
rescribe
Bertolt
Brecht
en
1934
contra
el
nazismo.
La
pieza
Los
Horacios
y
los
Curiacios
pertenece
al
teatro
didáctico
del
autor
alemán,
encierra
toda
su
teoría
y
técnica
escénicas,
y
muestra
el
sentido
poético
y
significativo
—ético—
que
le
valió
el
exilio.
En
esta
obra,
Brecht
da
una
guantazo
de
burla
a
quienes
están
en
contra
de
la
‘doctrina
vigente’
acerca
del
consenso,
de
la
tolerancia
y
del
diálogo;
explota
una
globo
de
risas
en
la
cara
de
quienes
tienen
valores,
razones
y
verdades
absolutas,
de
los
intransigentes,
dogmáticos
e
intolerantes;
desmaquilla
a
quienes
tienen
convicciones
profundas
que
defienden
con
un
ardor
tal
que
les
puede
llevar
al
exterminio
del
‘enemigo’.
Pero
las
gentes
de
armas
no
van
al
teatro
ni
quizá
lean
a
Bertolt
Brecht,
y
entonces
no
habrán
oído
nunca
frases
como:
“preparemos
nuestra
defensa”
o
“para
conservar
la
paz
hemos
decidido
atacar
a
los
Horacios”
o
“nadie
piensa
en
los
civiles”.
En
cualquier
caso,
a
estas
alturas
de
la
Historia
de
la
Humanidad
a
todos
nos
suenan
proclamas
bélicas
tales
como:
“hay
que
estar
armados
para
la
paz”
o
conceptos
de
‘guerra
preventiva’
o
hemos
visto
unas
estremecedoras
imágenes
acompañadas
de
frases
parecidas
a
“remátalo,
Charlie
para
que
no
se
haga
el
muerto
más”,
subrayadas
con
un
sonido
de
ametralladora.
El
director
Hernán
Gené
ha
creado
un
espectáculo
tremendamente
poético,
simbólico,
y
desgarradoramente
gracioso.
A
partir
de
la
obra
de
Brecht
ha
compuesto
Sobre Horacios
y
Curiacios
en
donde
una
trouppe
de
payasos
de
circo
deciden
representar
la
obra
original
del
alemán.
El
director
realiza
una
propuesta
escénica
que
distancia
aún
más
la
propuesta
del
célebre
distanciamiento
‘brechtiano’,
y
prolonga
burla
sobre
el
concepto
de
la
famosa
diversión
del
teatro
de
Brecht.
Hernán
Gené,
a
favor
de
la
modernidad,
ha
exagerado
la
técnica
original
hasta
extremos
de
lo
grotesco,
con
lo
cual
ha
conseguido,
en
cierto
modo,
frivolizar
el
mensaje
en
el
sentido
de
poder
ser
considerado
como
una
patochada
entre
quienes
militan
en
las
convicciones
absolutas.
Sin
embargo,
la
propuesta
de
Hernán
Gené
no
puede
ser
más
nítida
en
la
estética
ni
más
rotunda
en
la
ética.
El
espectador
inteligente
capta
el
mensaje
con
humor,
y el
de
los
valores
intransigentes,
el
intolerante,
lo
intenta
minusvalorar
porque
el
mensaje
le
da
de
lleno
en
la
cara.
Son
dos
éticas
distintas
por
motivos
estéticos
pero
la
denuncia
de
Gené
en
contra
de
la
guerra
y
del
militarismo
permanece
en
el
mismo
sentido
de
Brecht.
En
Sobre Horacios
y
Curiacios
hay
un
planteamiento
escénico
de
teatro
en
el
teatro.
Es
decir,
los
actores
se
convierten
en
clowns
para
representar
una
obra
‘seria’,
y
les
sale
lo
que
les
sale,
pero
sin
desvirtuar
para
nada
el
sentido
poético;
es
más,
con
esta
técnica
lo
acentúan.
El
espectáculo
está
plenamente
conseguido
tanto
a
favor
del
significado
como
a
favor
del
discurso
escénico.
Desde
esta
perspectiva,
Teatro
de
la
Abadía
ha
realizado
un
trabajo
espléndido
en
todos
los
puntos
de
vista.
Los
actores
demostraron
su
admirable
técnica
de
clown,
además
de
poseer
una
hermosa
juventud
que
les
permite
una
enorme
ductilidad.
El
espacio
escénico
de
Deborah
Macías
no
solo
es
sugerente
sino
maravillosamente
imaginativo
a
fin
de
conseguir
veracidad
en
la
tremenda
broma.
La
iluminación,
el
vestuario,
el
espacio
sonoro,
el
conjunto
del
equipo
técnico
y
artístico
consigue
que
la
puesta
en
escena
de
Sobre Horacios
y
Curiacios
alcance
valores
de
frescura
y
sinceridad,
sin
eludir
el
compromiso
ético.
|