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26/08/2004

David Keys / LONDRES ● www.abc.es

Investigadores británicos sostienen que los Juegos antiguos servían para reclutar militares de élite
«Jóvenes boxeadores», fresco de la Casa Oeste de Santorin, Creta (1500 a. C.)
Cuando están a punto de concluir los Juegos Olímpicos de Atenas, nuevas teorías sugieren que los Juegos de la Antigüedad constituían un sistema sancionado por la divinidad para seleccionar guerreros para un servicio militar de élite.

Las actuales investigaciones sugieren que en los siglos VI o V a.C., los Juegos -celebrados bajo el patronato divino de Zeus, rey de los dioses- se convirtieron en un «medio» para recibir consejo divino sobre a quién se debía dar entrada en las diversas unidades militares de élite de la antigua Grecia. «Los Juegos podían perfectamente haberse originado como método para tomar decisiones respecto a puestos clave del ejército», afirma el doctor Stephen Instone, una autoridad sobre los Juegos Olímpicos de la Antigüedad en el Departamento de Latín y Griego del University College de Londres.

Para honrar a Zeus


En el mundo antiguo, los Juegos no eran un simple acontecimiento deportivo. Constituían un componente fundamental de un importante festejo religioso dedicado a Zeus. Por consiguiente, la victoria de un atleta en una competición deportiva se consideraba como algo que había sido ordenado por la divinidad.

En los siglos VI y V antes de Cristo -unos 200 años después de que los Juegos comenzaran su existencia-, numerosos Estados griegos empezaron a establecer unidades de élite de guerreros cuya función era casi con toda seguridad ejercer como guardias personales para unos gobernantes de los que también se creía que estaban designados o sancionados por Zeus o incluso que descendían de él. De hecho, Élide, el «minipaís» donde se celebraban los Juegos -que tenían lugar en Olimpia- era uno de los Estados que disponía de este tipo de unidades.

Aunque los historiadores no disponen de muchos detalles específicos sobre la «guardia personal» de este Estado, han sobrevivido ciertas informaciones clave que describen la forma en la que funcionaban las unidades similares en otros Estados griegos.

Desde el punto de vista olímpico, la información más reveladora procede de un historiador griego del siglo II antes de Cristo, Plutarco, quien afirma que el Estado vecino a Élide, el reino de Esparta, usaba las victorias de los atletas espartanos como uno de los métodos para seleccionar la «guardia real», compuesta por 300 soldados. Plutarco deduce que este procedimiento de selección ya estaba en funcionamiento en una época muy temprana.

La prueba determinante aportada por otro miniestado griego, Tebas, sugiere que estas unidades militares de guardia personal no sólo estaban consideradas como «regimientos» de élite, sino también como hermandades sagradas. Así, la unidad tebana recibía a veces la denominación de «batallón sagrado». La mayoría de estos «regimientos» estaban estrictamente limitados a 300 miembros.

Teniendo en cuenta los equivalentes espartano y tebano, es probable que la unidad militar de élite de Élide fuera también una hermandad de orden divino cuyos miembros eran «escogidos» por Zeus, que indicaría su elección dando la victoria a determinados participantes en los Juegos Olímpicos.

Los juegos, sólo para las vírgenes

Los textos antiguos revelan que en el caso de Tebas y también, casi con seguridad, en el de Esparta, se esperaba que los miembros de estas unidades de élite practicaran la homosexualidad. Era normal que cada miembro estableciera un vínculo sexual con uno o varios guerreros del regimiento, la «fratrias» militar. Estas hermandades sagradas de guerreros -fortalecidas por la selección divina y la lealtad amatoria- eran, desde el punto de vista de la Grecia antigua, el nivel más alto en la masculinidad de élite.

Dada toda esta tradición sexual masculina, hay otra prueba circunstancial que sugiere que los Juegos Olímpicos se usaban como mecanismo de selección sagrada para formar estas unidades de élite. Porque, al contrario que otros muchos aspectos de las fiestas religiosas griegas, todas las mujeres sexualmente activas (o mujeres que ya hubieran practicado el sexo) tenían prohibido asistir a las pruebas atléticas. Esta información procede de Pausanias, un cronista de viajes griego del siglo II a.C., que afirma que, en tiempos antiguos, sólo se permitía ver los Juegos a las vírgenes.

El poder religioso del lugar derivaba de su asociación con Zeus. Según una leyenda griega, un rayo lanzado por Zeus desde la cumbre del monte Olimpo (situado a 270 kilómetros al norte) cayó en Olimpia. En el pasado, los especialistas creían que Olimpia había iniciado su existencia sagrada como santuario dedicado a Zeus a finales del Siglo X a.C. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas realizadas en la pasada década han revelado la existencia de un santuario mucho más antiguo -probablemente también dedicado a Zeus- fechado aproximadamente en el 1200 a.C. Es más, existen indicios de que un gran edificio recientemente descubierto, posiblemente de esa misma época, fue el primer templo dedicado a Zeus en Olimpia.

Naturaleza religiosa de Olimpia

Por consiguiente, la naturaleza religiosa de Olimpia -la razón de ser fundamental de los Juegos- data al menos de hace 3.700 años. Los Juegos de la Antigüedad sobrevivieron al menos 1.000 años, desde los siglos VII y VIII a.C. hasta el año 393 d.C. cuando, debido a sus connotaciones paganas, fueron abolidos por el emperador cristiano bizantino Teodosio I. El emplazamiento de la antigua Olimpia fue redescubierto en 1766 por un anticuario inglés y algunas partes fueron excavadas en 1829 (por los franceses) y en las décadas de 1870 y 1880 (por los alemanes). Fueron estas últimas excavaciones arqueológicas las que inspiraron a un noble francés, Pierre de Coubertin, el relanzar los Juegos Olímpicos. Estos se reanudaron en Atenas en 1896, pero por razones muy diferentes a las del primer milenio antes de Cristo.

«La actual revisión de los textos antiguos sugiere la posibilidad de que los Juegos Olímpicos antiguos evolucionaran hacia una especie de procedimiento de selección sancionado por la divinidad, el cual regía la admisión en los grupos militares de élite. En el pasado, los especialistas sugirieron que habían comenzado como juegos funerarios para conmemorar la muerte de los héroes, pero este concepto antiguo realmente no se sostiene», afirma Instone, especialista en los Juegos Olímpicos de la Antigüedad.
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