La
mitología,
la
tradición
y el
agua
realizaron
un
guiño
a la
nueva
era y
a
Atenas,
en una
ceremonia
de
inauguración
de los
Juegos
Olímpicos
donde
se
combinó
sencillez
con
espectacularidad
y en
el que
el
medallista
olímpico
en
Atlanta,
Nikos
Kaklamankis,
puso
el
punto
y
final
con el
encendido
del
pebetero.
Los
viejos
Dioses
griegos
se
dieron
cita
sobre
el
Estadio
Olímpico,
coronado
con la
cubierta
diseñada
por el
arquitecto
español
Santiago
Calatrava
a
forma
de
'alas
olímpicas',
para
acunar
al
regreso
de los
Juegos
a sus
orígenes.
Los
tambores,
representando
los
latidos
de un
deportistas,
dieron
la
bienvenida
y
levantaron
el
telón
de los
Juegos
en
unos
primeros
momentos
donde
el
agua,
en
alusión
a los
mares
que
rodean
a esta
nación,
cubrió
el
estadio
y se
convirtió
en
protagonista.
Un
Centauro,
elemento
de la
mitología
griega
mitad
hombre
y
mitad
caballo,
combinó
el
fuego
de su
flecha
con el
agua
para
dibujar
sobre
el mar
en el
que se
había
convertido
el
Estadio
Olímpico
los
anillos
olímpicos.
Un
niño
en un
barco
de
papel,
comenzó
entonces
sobre
el
mar,
un
viaje
alegórico
a lo
largo
de la
evolución
de la
mente
humana,
hasta
llegar
a los
pilares
de la
cultura
griega.
En
el
palco,
el
presidente
del
COI,
Jacques
Rogge,
junto
a la
presidenta
del
Comité
Organizador
de
Atenas,
Gianna
Angelopoulos-Daskalaki,
disfrutaba
del
grandioso
espectáculo
que
pasaba
del
azul
del
mar a
'Clepsidia'.
UN
REPASO
POR LA
HISTORIA
Fue
entonces
cuando
dio
inicio
una
procesión
cronológica
que
realizó
un
repaso
por la
historia
de la
mano
de
David
Zockwer,
su
productor
y que
abrió
el
Minotauro,
la
figura
mitológica
contra
la que
los
griegos
debían
luchar
para
pasar
de la
infancia
a la
madurez.
Los
Dioses
se
aliaron
a
partir
de ese
instante
con la
vigésimo
octava
edición
de los
Juegos
Olímpicos,
la
segunda
ocasión
en la
que
Atenas
acogerá
la
cita
olímpica
después
de la
de
1896.
Atena,
diosa
que la
sabiduría
y que
da
nombre
a la
capital
helena,
Zeus,
Apolo,
Poseidón,
Pegaso
o el
invencible
Hércules
protagonizaron
un
desfile
espectacular.
Todos
ellos
para
dar
paso a
una
nueva
época
donde
el
hombre
cobraba
cada
vez
más
importancia.
La
guerra
de
Troya
y la
figura
de
Alejandro
Magno
condujeron
al
desfile
hasta
la era
moderna
y
hasta
1871
en
donde
se
recordaba
la
independencia
obtenida
por
Grecia.
El
homenaje
al
Olivo,
una
rama
del
mismo
premiaba
a los
primeros
vencedores
olímpicos,
árbol
santo
durante
muchos
años a
los
países
mediterráneos
y
símbolo
de la
ciudad
puso
el
final
a una
primera
parte
de la
Ceremonia
de
inauguración
que
tuvo
su
continuación
en el
tradicional
desfile
que
deportistas.
ISABEL
FERNANDEZ
GUIA A
LA
DELEGACION
ESPAÑOLA
Hasta
202
países
estuvieron
representados
en el
desfile
donde
destacó
que
por
primera
vez
Grecia,
como
país
donde
se
originó
la
cita y
como
anfitrión,
abrió
y
cerró
el
mismo.
Se
sucedían
las
delegaciones
encabezadas
por
abanderados
'ilustres'
como
Yao
Ming,
Richardson,
Popov,
Bodiroga
o
Federer.
Así,
hasta
llegar
al
puesto
67, en
el que
el
alfabeto
griego,
el que
se
siguió
para
designar
la
posición
de los
países,
situó
a
España
(Ispania).
Una
delegación
de 322
deportistas,
182
hombres
y 140
mujeres,
encabezada
por
Isabel
Fernández.
La
alicantina,
medalla
de oro
en
Sydney
y
bronce
en
Atlanta,
veía
cumplidos
así
sus
sueños
y se
convertía
en la
segunda
mujer,
después
de la
Infanta
Cristina
en
Seúl
88, en
abrir
el
paso a
la
delegación
española
durante
una
ceremonia
de
inauguración
en los
Juegos
de
verano.
El
paso
de los
deportistas
españoles
era
saludado
desde
la
tribuna
por la
Reina
Sofia,
los
Duques
de
Lugo,
los
Duques
de
Palma,
el
presidente
honorífico
del
Comité
Olímpico
Internacional,
Juán
Antonio
Samaranch,
o el
presidente
del
Comité
Olímpico
Español,
Jose
María
Echevarria,
entre
otros.
Con
chaqueta
roja,
pantalón
y
camisa
blanca
y
corbata,
los
hombres,
y con
falda
roja,
blusa
blanca
y
pañuelo
al
cuello
las
féminas,
que
además
mostraban
los
típicos
abanicos
nacionales,
fueron
desfilando
los
españoles.
Dentro
del
grupo
se
podían
contemplar
las
figuras
de
Marta
Fernández,
Amaya
Valdemoro,
Arantxa
Sánchez
Vicario,
Gasol
y el
equipo
de
baloncesto,
Ferrero,
Moyà,
los
waterpolistas,
la
selección
de
balonmano
o los
judocas,
que
arropaban
a
Isabel
Fernández,
todos
ellos
destino
de una
parte
de los
'sueños'
de los
aficionados
españoles
durante
los
próximos
16
años.
Entre
las
anécdotas
de un
desfile
amenizado
por
primera
vez
con la
música
de un
disc-jockey,
el
holandés
Tiesto,
se
podía
comprobar
como
las
dos
Coreas
acudían
nuevamente
bajo
la
misma
bandera
o como
la
delegación
iraní
era
encabezado
por el
judoca
Miresmaeili,
una
vez
que el
mismo
renunciase
a
tomar
parte
en los
Juegos
después
de
emparejarle
el
sorteo
ante
un
rival
israelí.
El
mar,
elemento
fundamental
en la
vida
griega,
recobró
protagonismo
en el
inicio
de la
tercera
etapa
de la
ceremonia,
cuando
la
cantante
islandesa
Bjork
rendía
homenaje
con el
tema
'Oceanía'
compuesta
por
ella
misma,
mientras
que
una
lona
azul,
de
9.070
metros
cuadrados
cubrían
a los
atletas.
Agua y
espacio
se
unieron
cuando
los
Juegos
atravesaron
cualquier
frontera
y
límite
posible
para
recibir
el
saludo
del
comandante
Gennady
Padalka
y el
ingeniero
de
máquinas
Mike
Fincke,
ambos
en una
Estación
Internacional
a 235
millas
en el
espacio.
Después,
y tras
rendir
homenaje
a las
anteriores
ediciones
de los
Juegos,
llegaron
los
momentos
protocolarios
de la
ceremonia
que
arrancaron
con la
bienvenida
Gianna
Angelopoulos-Daskalaki,
presidente
del
ATHOC.
ROGGE
RINDE
UN
TRIPLE
TRIBUTO
A
GRECIA
Jacques
Rogge,
en sus
primeros
Juegos
como
presidente
del
COI,
destacó
que el
mundo
rinde
"un
triple
tributo
a
Grecia"
por la
organización
de
estos
Juegos,
después
del
inicio
de los
mismos
hace
28
siglos
y de
que en
Atenas,
en
1896,
se
celebrasen
los
primeros
Juegos
de la
modernidad.
Después
el
Jefe
del
Estado
griego,
Konstantinos
Stefenapoulos,
declaró
abiertos
los 28
Juegos
Olímpicos
de la
era
moderna.
Llegó
el
momento
de la
entrada
de la
bandera
olímpica
en el
estadio,
portada
por
ocho
deportistas
australiano
que
fue
izada
a los
acordes,
'a
cappella',
del
himno
olímpico.
El
broche
de oro
lo
puso
el
encendido
del
pebetero
olímpico.
Los
seis
últimos
relevos
se
realizaron
dentro
del
recinto
olímpico
donde
se
sucedieron
Nikos
Gallis,
Mimis
Domazos,
Voula
Patoulidou,
Akakios
Kakiashvili
y
Ioannis
Melissanidis.
Hasta
que al
final
se
despejó
la
incógnita
en la
figura
de
Nikos
Kaklamanakis.
El oro
olímpico
en
categoría
Mistral
Atlanta
y
abanderado
en
Sydney,
que
añade
a su
palmarés
3
títulos
mundiales
y uno
europeo,
fue el
encargado
de
encender
el
pebetero,
que
descendió
hasta
el
deportista
y se
giró
para
su
encendido
antes
de
volver
a
ascender
y
regresar
a su
posición
inicial
poniendo
el
punto
y
final
a una
ceremonia
que se
prolongó
cerca
de las
tres
horas
y
media.