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artículo
10/04/2004 |
A. Quezada
/ México,
Distrito
Federal ●
www.lacronica.com |
Los
antiguos
griegos
creían en
el deporte
como
entrenamiento
para la
guerra |
Los
griegos
creían
en forma
en el
valor
del
deporte
como
entrenamiento,
particularmente
para la
guerra,
pues
para
ellos
ambos
tenían
mucho en
común.
Se
pensaba
que el
éxito en
los
grandes
festivales
atléticos
alrededor
de 500
a. C.
demostraba
categoría
y que
añadía
gloria
al
prestigio
de una
familia;
posteriormente
quizá
sólo
prestigiaba
a un
individuo
y al
Estado.
Los
deportes
griegos
eran
competitivos,
frecuentemente
sangrientos
y en
ocasiones
repugnantes
y
mortales.
Su
disciplina
era
severa y
la
violación
de las
reglas
se
castigaba
duramente.
Al
principio,
en
Olimpia,
las
viejas
competencias
tenían
un
significado
ritual,
pero
hacia el
siglo V
a. C.,
este
significado
se había
perdido
por
completo.
Por otra
parte,
la
posición
del
ganador
nunca
fue más
prestigiosa
que a
fines
del
siglo VI
y
comienzos
del V.
Cierto
número
de
relatos
conservan
la
creencia
popular
de que
estos
hombres
eran
héroes,
superhombres
semidivinos,
cuyas
simples
estatuas
eran
capaces
de
realizar
milagros.
El
académico
español
Valentín
García
Yebra ha
señalado
que el
mundo
moderno
es, en
muchos
aspectos,
prolongación
del
helénico.
Asimismo
ha
comentado
que
"alguien
ha dicho
que, en
la mayor
parte de
nuestras
actividades
culturales,
somos
hijos de
los
romanos
y nietos
de los
griegos".
Los
griegos
y,
siguiendo
su
ejemplo
los
romanos,
crearon
una
civilización
noble y
compleja
que,
oscurecida
y
soterrada
durante
siglos,
ha
resurgido
en
muchos
terrenos
y vive
con
fuerza
renovada.
Según
García
Yebra,
esto es
así
también
en lo
relativo
al
deporte,
que tuvo
en la
época de
mayor
esplendor
de
Grecia,
vigencia
y
prestigio
inigualados.
En
ninguna
literatura,
al decir
de dicho
esn
poeta
comparable
a
Píndaro,
cantor
insignie
de los
héroes
del
deporte
griego.
Olimpia
abundaba
en sotos
o
bosquecillos,
sobre
todo de
acebuches
u olivos
silvestres.
De los
retoños
de unos
de éstos
se
hacían
las
coronas
de los
vencedores.
Allí se
celebraron,
durante
casi mil
200
años,
los
Juegos
Olímpicos.
En ese
lugar se
fueron
reuniendo
miles de
estatuas
de
dioses y
de
vencedores
en los
juegos,
edificios
destinados
a
guardar
las
ofrendas
votivas,
templos,
altares,
tumbas;
en una
palabra,
los
tesoros
más
valiosos
del arte
griego.
Plinio
el Mayor
afirma
que, en
su
tiempo,
el
número
de
estatuas
llegaba
a 3 mil.
El
bosquecillo
sagrado
llamado
Altis,
albergaba,
junto
con
otros
edificios
y
objetos
sagrados,
el
Olimpieo
o gran
templo
de Zeus
Olímpico,
dentro
del cual
se
hallaba
la
colosal
estatua
del
dios,
obra de
Fidias.
Pero si
el
adjetivo
olímpico,
aplicado
a los
juegos,
procede
del
topónimo
Olimpia,
que
designaba
el lugar
donde se
celebraban,
este
nombre
procede
a su vez
del
sobrenombre
de Zeus,
Olympios,
derivado
de
Olimpos,
nombre
del
monte
más alto
de
Grecia
(2 mil
918
kilómetros),
situado
en la
frontera
entre
Macedonia
y
Tesalia
y
considerado
por los
antiguos
griegos
morada
de los
dioses.
De
Olimpia
procede
también
olimpiada
u
olimpíada,
nombre
del
conjunto
de
juegos
que allí
se
celebraban
cada
cuatro
años que
media
entre
las
celebraciones
de estos
certámenes.
En
Olimpia
no
podían
contemplar
los
juegos
las
mujeres
casadas,
pero en
cambio
sí lo
podían
hacer
las
solteras.
La mujer
que
quebrantase
esa
norma
debía
ser
precipitada
desde lo
alto del
monte
Tipeo.
Pero
sucedió
que
Calipatira
o
Ferenice,
perteneciente
a una
célebre
familia
de
vencedores
olímpicos,
hija de
Diágoras,
cantado
por
Píndaro
en
Olímpicas
VII,
había
acompañado
hasta
Olimpia
a su
hijo,
que se
inscribió
como
púgil.
No
pudiendo
resistir
el deseo
de verlo
luchar,
se metió
entre
los
espectadores,
disfrazada
de
entrenador.
Loca de
alegría
por la
victoria
de su
hijo,
saltó la
barrera,
pero, al
hacerlo,
se le
desgarró
el
vestido,
y fue
reconocida
como
mujer.
Los
helanódicas
o jueces
de los
juegos,
por
consideración
a la
fama
olímpica
de su
familia,
la
dejaron
marchar,
y se
limitaron
a
decretar
que, en
adelante,
también
los
entrenadores
debían
estar
desnudos
en las
competiciones. |
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