«Jamás la
presencia
arqueológica
de España
en Roma
ha sido
tan
importante
como en
estos
últimos
años».
Con estas
palabras,
Manuel
Espadas
Burgos,
director
de la
Escuela
Española
de
Historia
y
Arqueología
en la
capital
italiana,
presentaba
ayer las
tres
misiones
arqueológicas
que se
están
llevando
a cabo
para
contribuir
a
esclarecer
los
secretos
del
Imperio
romano:
Tusculum,
el Monte
Tes-
taccio y
el Teatro
Greco de
Villa
Adriana.
De no
haber
sido por
la
intervención
española
iniciada
en 1994,
que
rescató
del
olvido la
antigua
ciudad de
Tusculum,
ahora
desconoceríamos
los
principales
edificios
construidos
así como
las
transformaciones
que
sufrieron
a lo
largo de
los
siglos.
Hoy
sabemos
que el
paisaje
del que
hablaba
Cicerón
estuvo
embellecido
a fines
del
período
republicano
por
suntuosas
villas.
Aceite
de la
Bética
Durante
los
primeros
tres
siglos de
nuestra
era, el
millón de
habitantes
de la
antigua
Roma
consumió
un
promedio
anual de
seis
kilos de
aceite
procedente
en su
mayoría
de una
sola
provincia:
la
Bética,
situada
en la
actual
Andalucía.
Este
cálculo
ha podido
deducirse
gracias a
los
restos de
más de 25
millones
de
ánforas
vertidas
en el
Monte
Testaccio,
cerca de
la orilla
derecha
del río
Tíber, en
la zona
sudeste
de Roma.
La
tercera
de las
excavaciones
españolas,
apenas
iniciada,
se centra
en el
Teatro
Greco de
Villa
Adriana a
28 km. de
Roma,
hito
fundamental
en la
historia
de la
arquitectura
como
modelo de
soluciones
y
concepciones
arquitectónicas
revolucionarias
para su
época. |