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Octubre 2003

LA AVENTURA DE LA HISTORIA

Troya, la guerra que nunca existió

Troya existió y viviría numerosos conflictos, pero el relato homérico no refleja una guerra concreta, sino una mezcla de armas, materiales y tácticas de combate correspondientes a un período superior a quinientos años. Hace 130 años, Schliemann revolucionó la Arqueología con el descubrimiento de la ciudad.

Troya existió y viviría numerosos conflictos, pero el relato homérico no refleja una guerra concreta, sino una mezcla de armas, materiales y tácticas de combate correspondientes a un período superior a quinientos años.

La broncínea asta penetró de frente por debajo del cerebro y rompió los blancos huesos. Los dientes saltaron al recibir el impacto, y se le llenaron los dos ojos de sangre; también por la boca y nariz abajo manaba de sus fauces; y la negra nube de la muerte lo cubrió” (“Iliada” 16, 346-350).

Si hay un aspecto en el que no cabe duda del realismo de los poemas homéricos es el de la crudeza con que describen los efectos de la lucha cuerpo a cuerpo. En la “Iliada” no hay crueldad innecesaria, sólo una descripción casi clínica de la realidad, del camino hacia la negra muerte.

Pero verismo e historicidad no son en este caso equivalentes: que las descripciones de las heridas sean verosímiles no implica que los combates descritos en los poemas necesariamente lo sean también: de la intervención de los dioses en muchos de ellos, desviando lanzas o arrebatando heridos, cabría razonablemente deducir que hay mucho de fantasía en ellos. Del mismo modo, la coexistencia de objetos pertenecientes a períodos muy diferentes arroja dudas sobre la fiabilidad de la narración.

De ahí que Troya, después de 130 años del hallazgo de Schliemann, de múltiples campañas arqueológicas –que todavía siguen– y de numerosas investigaciones de todo tipo, ofrezca suficientes áreas para la polémica enconada, incluso para que eminentes investigadores llegaran en una ocasión a las manos durante un simposio en la Universidad e Tubinga.

Fernando Quesada Sanz, profesor titular de Arqueología de la Universidad Autónoma, demuestra en este número cómo el relato homérico no refleja una guerra concreta, sino una mezcla de armas, materiales y tácticas de combate correspondientes a un período superior a quinientos años. En un segundo artículo, Manuel Bendala, catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma, retrata el perfil de Heinrich Schliemann, el hombre que impulsó el conocimiento de la civilización micénica y que demostró el valor indicativo de los textos y de la tradición literaria antigua.

 

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