Troya
existió y
viviría
numerosos
conflictos,
pero el
relato
homérico
no
refleja
una
guerra
concreta,
sino una
mezcla de
armas,
materiales
y
tácticas
de
combate
correspondientes
a un
período
superior
a
quinientos
años.
Hace 130
años,
Schliemann
revolucionó
la
Arqueología
con el
descubrimiento
de la
ciudad.
Troya
existió y
viviría
numerosos
conflictos,
pero el
relato
homérico
no
refleja
una
guerra
concreta,
sino una
mezcla de
armas,
materiales
y
tácticas
de
combate
correspondientes
a un
período
superior
a
quinientos
años.
La
broncínea
asta
penetró
de frente
por
debajo
del
cerebro y
rompió
los
blancos
huesos.
Los
dientes
saltaron
al
recibir
el
impacto,
y se le
llenaron
los dos
ojos de
sangre;
también
por la
boca y
nariz
abajo
manaba de
sus
fauces; y
la negra
nube de
la muerte
lo
cubrió”
(“Iliada”
16,
346-350).
Si hay un
aspecto
en el que
no cabe
duda del
realismo
de los
poemas
homéricos
es el de
la
crudeza
con que
describen
los
efectos
de la
lucha
cuerpo a
cuerpo.
En la
“Iliada”
no hay
crueldad
innecesaria,
sólo una
descripción
casi
clínica
de la
realidad,
del
camino
hacia la
negra
muerte.
Pero
verismo e
historicidad
no son en
este caso
equivalentes:
que las
descripciones
de las
heridas
sean
verosímiles
no
implica
que los
combates
descritos
en los
poemas
necesariamente
lo sean
también:
de la
intervención
de los
dioses en
muchos de
ellos,
desviando
lanzas o
arrebatando
heridos,
cabría
razonablemente
deducir
que hay
mucho de
fantasía
en ellos.
Del mismo
modo, la
coexistencia
de
objetos
pertenecientes
a
períodos
muy
diferentes
arroja
dudas
sobre la
fiabilidad
de la
narración.
De ahí
que
Troya,
después
de 130
años del
hallazgo
de
Schliemann,
de
múltiples
campañas
arqueológicas
–que
todavía
siguen– y
de
numerosas
investigaciones
de todo
tipo,
ofrezca
suficientes
áreas
para la
polémica
enconada,
incluso
para que
eminentes
investigadores
llegaran
en una
ocasión a
las manos
durante
un
simposio
en la
Universidad
e
Tubinga.
Fernando
Quesada
Sanz,
profesor
titular
de
Arqueología
de la
Universidad
Autónoma,
demuestra
en este
número
cómo el
relato
homérico
no
refleja
una
guerra
concreta,
sino una
mezcla de
armas,
materiales
y
tácticas
de
combate
correspondientes
a un
período
superior
a
quinientos
años. En
un
segundo
artículo,
Manuel
Bendala,
catedrático
de
Arqueología
de la
Universidad
Autónoma,
retrata
el perfil
de
Heinrich
Schliemann,
el hombre
que
impulsó
el
conocimiento
de la
civilización
micénica
y que
demostró
el valor
indicativo
de los
textos y
de la
tradición
literaria
antigua. |