La reconocida dramaturga
catalana
lleva hoy
su tercer
espectáculo
a El
Canto de
la Cabra
de Madrid
Que se
espere
con
expectación
el tercer
montaje
de un
dramaturgo
no suele
ser
habitual
en estos
tiempos
paupérrimos
de textos
contemporáneos
sobre la
escena.
Lluïsa
Cunillé
lo ha
conseguido
y esta
noche se
aguarda
con
impaciencia
el
estreno
en Madrid
de «Aquel
aire
infinito».
Lo
actores y
fundadores
de la
compañía
valenciana
Hongaresa
Teatre
afirman
que el
desgarro
de la
autora
marca a
estos
nuevos
personajes,
que son
mucho más
locuaces
que los
de sus
anteriores
obras.
Esta vez
ha
enfrentando
a un
Ulises
contemporáneo
en
diálogos
con
grandes
mujeres
como
Electra,
Fedra,
Antígona
y Medea.
Lluïsa
Cunillé
es una de
esas
autoras
que con
apenas un
par de
títulos
salidos
de su
pluma ha
rendido a
la
crítica y
al
público
de las
salas
alternativas.
Toda su
producción
artística
ha sido
estrenada
por la
Hongaresa
de
Teatre,
la
compañía
que fundó
junto a
Paco
Zarzoso y
Lola
López en
1997.
Esta
noche,
«Aquel
aire
infinito»,
su nueva
creación,
que se
estrenó
en
Sagunto a
principios
de años,
llega a
El Canto
de la
Cabra, en
Madrid.
La
propuesta
consiste
en una
transposición
de los
mitos
griegos a
los
conflictos
personales
de la
actualidad.
Lola
López,
intérprete
del texto
junto a
Zarzoso,
que
también
firma la
dirección,
matiza:«Más
que una
actualización
de estos
mitos, es
una
revisitación,
porque
siguen
estando
absolutamente
vivos».
Cunillé
ha
despegado
a Ulises
de su
aura
epopéyica
y lo ha
vestido
viajero
anónimo
recién
llegado a
cualquier
lugar:
«Como
alguien
que
regresa
después
de un
viaje y
todavía
se está
ubicando»,
precisa
López,
que
indica
que «la
trayectoría
de Ulises
se usa
como
metáfora
de la
vida».
Grandes
damas
En
esta
etapa de
adaptación
se cruza
con
cuatro
grandes
mujeres
de la
dramaturgia
helénica
en
momentos
muy
álgidos,
a saber:
Fedra, en
plena
conmoción;
Electra,
tras el
entierro
de su
madre;
Antígona,
después
de una
explosión;
y Medea,
poco
después
de dejar
la cárcel
en la que
vivió
recluida
13 años
tras
asesinar
a sus
hijos.
Para
la
actriz,
el mayor
mérito de
la autora
es «su
mirada
sin
prejuicios
desde la
contemporaneidad».
Los
personajes
habitan
en un
tiempo
indefinido,
como si
se les
viera
«entre
aquel
aire
infinito»,
de ahí el
título.
Pues la
temática
ya estaba
reflejada
en los
textos
originales.
López,
que acaba
de
representar
«Las
bacantes»,
con Irene
Papas,
todavía
se
sorprende
de «lo
transgresor
que fue
Eurípides,
un autor
que
desafió a
una
sociedad
tan
masculina
por boca
de los
personajes
femeninos».
En cuanto
a lo
novedoso:
«Por
primera
vez
Lluïsa
pone a
hablar
mucho a
los
personajes.
Ella, que
siempre
ha jugado
a
sugerir,
habla
claramente,
sin
tapujos,
de lo que
no es
bonito»,
así habla
López de
la
evolución
de la
autora de
«L´afer»
(1998).
Aquello
que mayor
impacto
puede
causar en
el
espectador
nacido al
calor de
la
televisión
es la
narratividad
del texto
y la
disposición
de los
personajes:
«Tanto
Sófocles,
Eurípides
como
Esquilo,
que son
los más
modernos,
contaban
con
palabras
los
grandes
hechos,
nunca los
ponían en
escena.
Lluïsa
hace lo
mismo,
así
consigue
que el
espectador
escuche
lo que el
actor
dice, sin
adornos,
con una
absoluta
quietud,
lo que
resulta
todavía
más
inquietante».
Al final
es un
recurso
propia y
exclusivamente
teatral:
«crear
dramaturgia
a través
de lo que
se dice»,
apunta.
Referentes
y espejos
La
mayor
dificultad
que
encuentra
la
compañía
es el
conocimiento
universal
de estos
nombres:
«Cuando
los
personajes
tienen
referentes
es más
complicado.
Es como
si
hubiera
muchos
espejos
en los
que
mirarse:
O´Neil,
Seneca...»
En
cuanto a
la
expectación
creada en
Madrid
tras el
éxito de
«Vacantes»,
el
antepenúltimo
montaje
de la
compañía
que
encandiló
al
público
en la
Cuarta
Pared,
López
asegura
que
«siempre
arriesgamos,
nunca
hacemos
lo mismo,
aunque
aquella
vía
tuviera
mucho
éxito,
ahora
hacemos
algo
opuesto,
pues es
lo bonito
de
navegar...».