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Estatua
de
actor
con
máscara
de
Paposileno
(siglo
II
d.C.) |
Mérida
despertó
esta
semana
algo más
teatral y
un tanto
más
imperial
con la
presentación
de «El
Teatro
Romano.
La puesta
en
Escena»,
una
exposición
con más
de 200
piezas
que acoge
el Museo
Nacional
de Arte
Romano de
la ciudad
hasta el
próximo
24 de
agosto.
Máscaras,
bronces,
mosaicos,
lápidas
funerarias,
asientos
reservados,
sonajeros,
miniaturas,
estatuas
y hasta
un
sarcófago
¬único
por los
relieves
que
muestran
instrumentos
musicales¬
son
algunas
de las
especies
que
ayudan a
analizar
y
comprender
los usos
escénicos
del arte
romano,
desde la
comedia y
el drama
hasta el
mimo y el
pantomimo,
géneros
más
populares.
Casi
cuarenta
colecciones
¬entre
ellas las
procedentes
del
Louvre,
los
Museos
Vaticanos,
el
Arqueológico
de Madrid
o los de
Napóles y
Florencia¬
han
prestado
sus
piezas,
que
abarcan
desde el
siglo I
a.C.
hasta el
IV d.C.
Para
la
catedrática
de
Arqueología
de la
Autónoma
de
Barcelona,
Isabel
Rodá
¬comisaria
de la
muestra
junto a
Olimpio
Musso¬,
«siempre
es
importante
reflexionar
sobre la
sociedad
antigua
para
entender
la
nuestra.
Somos
hijos de
Roma. El
castellano
es un
latín
evolucionado,
nuestro
derecho
es el
suyo,
incluso
nuestro
teatro».
Así, la
colección
reunida
repasa
una
idiosincrasia
de los
artistas
de la
época,
que
convertía
al del
actor en
un oficio
de baja
estofa, a
menudo
deplorado,
o que,
paradójicamente,
elevaba a
un
acomodador
de teatro
¬que los
había¬ en
alguien
digno de
tener su
propia
lápida
funeraria
que
recordaba
su
profesión.
¿Dejarían
propinas
los
romanos?
El
visitante
puede
admirar
las
estatuas
que han
inmortalizado
a actores
disfrazados
de mujer,
actrices
con una
máscara
¬claramente
tallada
por
encima de
su
rostro¬,
malabaristas
(una de
las pocas
representaciones
que se
conservan)
o
acróbatas.
Los
grabados
e
inscripciones
de las
piezas
recuerdan
que en el
«theatrum»
había,
cómo no,
asientos
según la
posición
social
¬unos, a
la «ima
cavea»,
otros a
la «summa
cavea»¬.
Además,
algunos
museos
han
cedido
maquetas
que
muestran,
entre
otras
curiosidades,
los
complejos
mecanismos
que se
empleaban
para izar
el telón.
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