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13-04-2003

MANUEL TRILLO. FOTOS: FABIÁN SIMÓN, ABC, Madrid

Roma vuelve a escena
El público romano reconocía a los personajes por sus máscaras estereotipadas, como se explica en la exposición de Zaragoza

Zaragoza acoge una exposición de 170 piezas procedentes de importantes museos como los de Berlín, el Louvre o El Vaticano que revela los entresijos del teatro hace 2.000 años y su trascendencia social durante el Imperio. La muestra viajará después a Mérida y Córdoba.

ZARAGOZA. «La vida es un teatro y todos dejaremos un día este escenario». Así reflexiona el doctor en Lenguas Clásicas y profesor de Historia del Teatro Griego y Latino en la Universidad de Florencia, Olimpo Musso, para ilustrar la trascendencia de las artes escénicas en la cultura heredada de Roma, cuyo término «persona» significaba precisamente máscara, la que portaban los actores que representaban a Séneca o Plauto.

Zaragoza -después lo harán Mérida y Córdoba- acoge desde este fin de semana la exposición «El teatro romano. La puesta en escena», organizada por el Ayuntamiento de la capital aragonesa y la Fundación La Caixa, que reúne 170 piezas de gran valor procedentes de más de 30 destacados museos arqueológicos europeos como los de Berlín, el Vaticano o el Louvre, así como el emeritense y el cordobés.

Más que describir los edificios en los que transcurrían las representaciones, la muestra busca hacer comprender su vida interna -su funcionamiento, los espectáculos que acogieron, sus géneros, las características de los actores o del público-, así como su trascendencia como evento social.

El recorrido por la exposición permite conocer cómo la comedia y la tragedia constituían en la época el teatro «serio», pero los géneros realmente populares eran otros, el mimo y el pantomimo. El éxito del nudatio mimarum revela que lo que hoy se conoce como striptease no era algo desconocido para los romanos, señala la catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona Isabel Rodà, comisaria de la exposición junto con Olimpo Musso.

Al margen de frivolidades, el teatro tuvo una importancia capital en la reafirmación del poder imperial, emanado del divino, sobre todo a partir de la época de César Augusto, como atestigua la presencia de estatuas, inscripciones y una especie de capillas en los espacios escénicos.

La exposición revela los secretos de los miembros de las compañías ambulantes -greges o catervae-, que solían ser esclavos o libertos y representaban las obras cubiertos por máscaras, salvo en el caso del mimo, en el que intervenían mujeres, y acompañados de música, mientras que el público se sentaba según un escrupuloso reparto en función de su condición social.

 

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