|
EFE
Réplica
de
unos
de los
ornitópteros
diseñados
por
Leonardo
da
Vinci.
La
idea
era
poder
elevarse
con
mover
las
alas. |
|
|
¿En qué
momento de
la
historia
de la
humanidad
sintió el
hombre,
por vez
primera,
el deseo
de
elevarse
por los
aires como
los
pájaros?.
Probablemente,
desde que
el hombre
es hombre,
como
atestiguan
antiguas
leyendas y
relatos.
Soñadores,
genios e
iluminados
Pero fue
en 1903
cuando la
imaginación,
la
inventiva
y la
técnica se
fusionaron
de manera
exitosa
con las
ganas de
volar.
El 17 de
diciembre
de ese año
las
inquietas
mentes de
los
hermanos
Wilbur y
Orville
Wright,
fabricantes
de
bicicletas
en Estados
Unidos,
lograron
efectuar
el primer
vuelo
controlado
de un
aeroplano,
inaugurando
la era de
la
aviación y
revolucionando
de paso la
de los
transportes.
Pioneros
hasta en
la
mitología
Aunque
fueron los
hermanos
Wright
quienes se
llevaron
los
laureles
como
creadores
del primer
aeroplano,
lo cierto
es que
muchos
otros
habían
intentado
con
anterioridad
remontar
el vuelo,
con mayor
o menor
éxito.
En la
"Galería
de
Voladores
Ilustres",
Ícaro
ocupa un
lugar por
méritos
propios.
Y ello, a
pesar de
tratarse
de un mero
personaje
de la
mitología
griega.
La leyenda
clásica
cuenta que
Dédalo, un
famoso
arquitecto
e
inventor,
fue
encerrado
en el
laberinto
de Minos
junto a su
hijo
Ícaro. El
sagaz
Dédalo
ideó un
ingenioso
plan para
escapar.
Observando
la forma
de las
alas de
los
pájaros,
fue
reuniendo
plumas de
éstos con
la
intención
de
fabricar
dos pares
de alas.
Con la
ayuda de
cera, fue
pegando
las plumas
a su
cuerpo y
al de su
hijo, al
tiempo que
advertía a
Ícaro de
que no
debía
elevarse
demasiado
durante el
vuelo.
Pero su
inquieto
vástago,
maravillado
ante el
poder que
las alas
le habían
otorgado,
comenzó a
elevarse...
tanto, que
el calor
del Sol
derritió
la cera de
sus alas y
se
precipitó
en caída
libre al
mar.
Evidentemente,
Ícaro no
fue un
personaje
real, pero
su mito
simboliza
el
ancestral
afán de
volar del
hombre
mejor que
ningún
otro.
Como él,
muchos
hombres de
carne y
hueso
intentaron
tocar el
Sol con
sus
dedos. Y,
como él,
muchos
perdieron
la vida en
el
intento. |