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UNA
MUESTRA
DEL
GENIO.
’La
muerte
de
Laocoonte
y sus
hijos’,
de El
Greco
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En
Nueva York
se expone
su única
obra de
asunto
mitológico:
’La muerte
de
Laocoonte
y sus
hijos’
Dos
exposiciones
en Nueva
York y
Londres
ponen de
manifiesto
el interés
que
siempre
despierta
la pintura
de El
Greco, un
genio
brillante
y oscuro
al mismo
tiempo.
Estas dos
importantes
exposiciones
dedicadas
al
cretense,
no son
sino
muestra
del
interés
que
continuamente
despierta
su
pintura.
Desde su
‘descubrimiento’
a
principios
del siglo
XX por las
estudios
de
Bartolomé
de Cossio,
Francisco
de San
Román o
Maurice
Barrés,
cuyas
obras
sentarían
las bases
de toda la
investigación
crítica
posterior,
intentando
deshacer,
en parte,
la
nebulosa
tan
fantástica
rendida
sobre él
por los
románticos
franceses,
su arte
multiforme,
escurridizo,
singular,
valiente y
excesivo,
tanto como
sus
opiniones,
vida y
costumbres,
no han
cesado de
ser
objetos de
, a veces
, muy
encontradas
interpretaciones.
En 1506 se
había
descubierto
en los
romanos
jardines
del
Belvedere
un
monumental
grupo
escultórico
de la
época del
emperador
Adriano,
copia de
un
original
griego.
Representaba
al
sacerdote
troyano
Laocoonte
y a sus
hijos
atacados
por unas
serpientes
monstruosas
enviadas
por Apolo.
La
grandiosidad
de la
escultura
pronto
llamó la
atención
de algunos
artistas
sobre el
tema, ya
referido
por Homero
en La
Iliada,
que
situaba el
acontecimiento
entre las
murallas
de Troya y
las
cercanas
playas.
Así se
denota en
la versión
pintada
por Giulio
Romano en
1536.
Cuando en
la madurez
de su
carrera,
El Greco
decide
pintar el
que seria
el único
asunto
mitológico
de su
producción,
entre los
años
1610-1614
elabora
sobre ello
una visión
sobrecogedora.
Sitúa la
escena
ante las
murallas
no de una
Troya
fingida,
sino ante
las que en
sus días
encerraban
Toledo, y
ello, tal
vez por
hacer
referencia
a una
leyenda
que
engrandecía
el pasado
de la
ciudad
haciéndola
fundación
de los
héroes
troyanos
Palemón y
Bruto.
Celajes,
país,
ciudad,
rocas y
personajes,
toda la
naturaleza
parece ser
fruto de
una llama
blanquecina
que
infunde
vida,
sensualidad
y
apariencia,
pero que
también
parece
mostrarnos
algo que
está a
punto de
desaparecer.
La
pintura,
junto a
otras dos
versiones
hoy en
paradero
desconocido,
aparece
citada en
los
Inventarios
del Real
Alcázar de
Madrid, en
1666, lo
cual
indica que
perteneció
a la
Colección
Real.
Alguien
que no
tendría
que
haberlo
hecho la
vendió a
principios
del pasado
siglo a la
norteamericana
colección
Kress,
pasando
luego a su
actual
ubicación
en
Washington,
en la
National
Gallery, y
que junto
a la no
menos
alucinada
Vista de
Toledo, de
1610,del
Metropolitan
Museum de
Nueva York,
constituyen,
si cabe,
las obras
más
notables ,
por únicas
y
singulares,
de nuestro
artista
pertenecientes
a
colecciones
norteamericanas.Obras
que jamás
tendrian
que haber
salido de
nuestro
país. |