A
Alemania
se le
atribuye
el haber
iniciado
la
tradición
del
árbol de
Navidad
como se
la
conoce
en la
actualidad
pero su
origen
data de
creencias
y
costumbres
ancestrales.
En la
antigüedad los
árboles
y plantas
que
durante
el
invierno
permanecían
verdes
tenían
un
significado
muy
especial.
La gente colgaba
ramas de
siemprevivas,
plantas
de hojas
perennes,
en sus
puertas
y
ventanas,
ya que
creían
que
alejaban
a
brujas,
fantasmas,
malos
espíritus
y
enfermedades.
Muchas
civilizaciones
antiguas
creían
que el
Sol era
un dios
y que el
invierno
llegaba
cada
año porque
se
enfermaba
y
debilitaba.
Celebraban
el
solsticio
porque
significaba
que por
fin el
dios Sol
comenzaba
a
recuperarse.
El
verdor
de las
hojas de
siemprevivas
les
recordaba
que
todas
las
plantas
crecerían
de nuevo
cuando
el dios
Sol
estuviera
fuerte y
regresara
el
verano.
Los
antiguos
egipcios
adoraban
al dios
Ra,
quien
tenía la
cabeza
de un
halcón y
usaba al
Sol como
un disco
resplandeciente
en su
corona.
En el
solsticio,
cuando
Ra
empezaba
a
recuperarse
de la
enfermedad,
los
egipcios
llenaban
sus
casas
con
brotes
verdes
de
palmera,
que
simbolizaban
para
ellos el
triunfo
de la
vida
sobre la
muerte.
Los
primeros
romanos
marcaban
el
solsticio
con una
fiesta
llamada
Saturnalia,
en honor
de
Saturno,
el dios
de la
agricultura.
Sabían
que el
solsticio
significaba
que
pronto
las
granjas
y
huertos
estarían
verdes y
llenos
de
frutos.
Para
señalar
la
ocasión,
decoraban
sus
hogares
y
templos
con
ramas de
siemprevivas.
En el
Norte de
Europa,
los
misteriosos
Druidas,
los
sacerdotes
de los
antiguos
celtas,
también
decoraban
sus
templos
con
ramas de
siemprevivas,
como un
símbolo
de la
vida
eterna.
Los
feroces
vikingos
de
Escandinavia
pensaban
que las
siemprevivas
eran las
plantas
especiales
del dios
Sol,
Balder.
Lutero y
el árbol
de
Navidad
Se le
atribuye
a
Alemania
el haber
iniciado
la
tradición
del
árbol de
Navidad.
Fue
durante
el siglo
XVI cuando
los
devotos
cristianos
empezaron
a
colocar
árboles
decorados
en sus
hogares.
Se cree
que
Martín
Lutero,
el
reformador
protestante,
fue
quien
primero
colocó
velas
encendidas
a un
árbol.
Cuenta
la
leyenda
que,
caminando
a casa
una
noche de
invierno,
fue
sorprendido
por el
brillo
de las
estrellas,
destelleando
entre
los
árboles
cercanos.
Para
reproducir
la bella
escena a
su
familia,
colocó
un árbol
en la
habitación
principal
de la
casa, le
instaló
alambres
en sus
ramas
para
sostener
velas
encendidas
y dijo
que
sería un
símbolo
del
hermoso
cielo
navideño.
Otra
leyenda
dice que
la gente
de
Alemania
combinó
dos
costumbres
que se
habían
practicado
en
diferentes
regiones
del
mundo:
el árbol
del
Paraíso,
un abeto
decorado
con
manzanas
que
representaba
el árbol
del
Conocimiento
en el
Jardín
del
Paraíso
y la Luz
de
Navidad,
un marco
de forma
piramidal,
usualmente
decorado
con
esferas
de
vidrio,
oropel y
una vela
en la
punta,
que era
el
símbolo
del
nacimiento
de
Cristo
como la
Luz del
Mundo.
Cambiando
las
manzanas
del
árbol
por
esferas
de
oropel,
agregando
galletas
de
diversas
figuras
y
combinando
este
nuevo
árbol
con la
Luz
colocada
en la
punta,
los
alemanes
crearon
el árbol
de
Navidad
que
conocemos
ahora,
llamado
Tannenbaum.
Árbol
que es
decorado
en
secreto
por las
mamás
con
luces,
oropel y
otros
adornos;
que
tradicionalmente
se
descubre
y se
enciende
el día
de
Nochebuena,
cuando
los
niños
encuentran
galletas,
nueces y
regalos
bajo sus
ramas.