El
hallazgo
de las
partes
metálicas
de un
ancla
del
siglo
II
antes
de
Cristo
reafirma
la
idea
de que
la
antigua
Rusadir
fue
una
importante
urbe
comercial
El
interés
por
conocer
un
pasado
que
justifique
el
presente
es la
base
sobre
la que
los
historiadores
rebuscan
entre
lo
acontecido
antaño,
aunque
los
submarinistas
que el
19 de
marzo
de
2002
se
encontraron
con
los
restos
de un
ancla
romana
no
pensaron
más
que en
entregarla
a la
Ciudad
Autónoma
para
darle
una
segunda
oportunidad
y
mimarla.
Tras
estar
casi
dos
meses
en
tratamiento
para
su
idealización,
el
ancla
ha
sido
expuesta
en la
primera
planta
del
Museo
Municipal
y
presentada
a los
medios
de
comunicación
por la
viceconsejera
de
Cultura,
Rocío
Gutiérrez,
quien
comentó
que el
hallazgo
fue
realizado
por el
Club
Ánfora
de
Actividades
Subacuáticas
a 16
metros
de
profundidad
de las
costas
orientales
de
Melilla,
siendo
ahora
cuando
se ha
sometido
a una
limpieza
y a un
tratamiento
adecuado
para
su
conservación.
Junto
a ella
se ha
instalado
un
cartel
de
información
sobre
sus
partes
y su
datación
y,
además,
se
explica
que
han
sido
numerosos
los
hallazgos
de
anclas
de
este
tipo
que
corroboran
la
presencia
romana
en la
antigua
Rusadir.
De
gran
envergadura,
el
ancla
pertenecía,
con
total
seguridad,
a un
barco
comercial
de
gran
tonelaje
que
surcaba
el
Mediterráneo
de
puerto
en
puerto,
como
tantos
otros.
Comercio
habitual
En
aquella
época
no era
raro
tener
que
deshacerse
de un
ancla
que se
enganchaba
en el
fondo
del
mar y
no era
extraño
llevar
consigo
unas
cuantas
a
bordo,
por lo
que
pudiera
pasar.
Sin
embargo,
cuan
curioso
sería
para
los
navegantes
de
aquel
barco
ver
ahora
en un
museo
el
ancla
que
ellos
dejaron
morir
en el
fondo
del
litoral
melillense
al
quedarse
enganchada
a
cualquier
parte.
Los
submarinistas
melillenses
tal
vez
podrían
encontrar
cientos
como
ésta a
pocos
kilómetros
de
aquí,
aunque
las
autoridades
marroquíes
impiden
el
buceo.
El
ancla
que
vivió
entonces
no
entendía
de
nacionalidades,
aunque
se
dejó
caer
en la
antigua
Rusadir.