El núcleo
arqueológico
de la «Rua
Augusta»
se remonta
a los
siglos
V-III a.C.
y permite
al
visitante
conocer, a
través de
sus
vestigios
arqueológicos,
la
historia y
expansión
de las
calles,
edificios
y
excelentes
comunicaciones
lisboetas
LISBOA.
Pasa
desapercibido
para la
mayor
parte de
los
habitantes
y turistas
de Lisboa
y, sin
embargo,
es una de
las joyas
arquitectónicas
de la
capital
lusa,
ubicada en
pleno
centro de
la ciudad.
El núcleo
arqueológico
de la «Rua
dos
Correiros»
se remonta
a los
siglos
V-III
a.C. y
nos
permite
recorrer
la
historia y
expansión
de las
calles y
edificios
lisboetas.
La
proximidad
del mar y
el
estuario
del Tajo
convirtieron
a
habitantes
de Lisboa
en
privilegiados
que
contaban
con ricas
fuentes de
alimentación
y
excelentes
comunicaciones.
Por esa
razón la
ciudad
creció en
dirección
al río y
surgió un
barrio
portuario
y
comercial
del que
todavía
hoy quedan
restos.
Diecisiete
arqueólogos
El Banco
Comercial
Portugués
promovió
una
intervención
arqueológica
antes de
diseñar el
proyecto
arquitectónico
que le
permitiría
instalarse
en un
viejo
edificio
adquirido
en la zona
de la
Baixa.
Entre 1991
y 1995 se
excavaron
cerca de
850 metros
cuadrados
a una
profundidad
media de
3,50
metros, lo
que
equivale a
3.000
metros
cúbicos de
tierra, y
afloraron
cerca de
800
estratos
arqueológicos.
El trabajo
llevado a
cabo por
diecisiete
arqueólogos
y
técnicos,
así como
el de
numerosos
investigadores,
demostró
que las
ruinas
encontradas
poseían un
valor
considerable
que no
daba lugar
a dudas de
la
necesidad
de
continuar
estudiando
la zona.
De manera
que la
entidad
financiera
lusa
decidió
edificar
en la Rua
Augusta su
sede
central,
integrando
también
las
estructuras
arqueológicas,
que pueden
ser
visitadas
gratuitamente
acompañados
de un
guía.
Los
objetos
más
antiguos
encontrados
bajo
tierra
datan del
siglo III
a.C.,
procedentes
del
contacto
con
pueblos de
origen
oriental,
pero bajo
la
influencia
política y
económica
de
Cartago:
cerámica
gris,
barniz
rojo o
ánforas
ibero-púnicas
son sólo
algunos
ejemplos
lo
hallado.
Más
abundantes
son los
vestigios
romanos de
la época
en que la
Olisipo
(ciudad)
fue tomada
en 138
a.C. por
Décimo
Junio
Bruto,
gobernador
de
Hispania
Ulterior.
Con las
excavaciones
se llegó a
una
necrópolis
de ritos
mixtos de
inhumación
e
incineración
e incluso
áreas de
cremación.
Salar y
conservar
el pescado
Olisipo
tuvo a
finales
del siglo
I a.C. una
funcionalidad
marcadamente
industrial
y gran
parte de
la zona
excavada
está
ocupada
por
estructuras
integradas
en el
complejo
industrial
de salazón
y conserva
de
preparados
piscícolas
(garum,
liquem,
muria...)
Son muy
abundantes
los restos
de
cerámico
recogidos
en las
excavaciones,
que están
formados
por
cerámica
constructiva,
cerámica
común y
ánforas,
todos en
muy buen
estado.
Tras el
siglo V,
esta zona
de Lisboa
experimentó
un gran
abandono y
de esa
época ha
sido
hallada
una
sepultura
aislada
con los
restos de
una
persona.
Tampoco
faltan los
restos de
la
ocupación
islámica
(candiles
y
fragmentos
cerámicos
de cuerda
seca), ni
de la
época
medieval
(jarros
para vino)
ni del
período
«pre-pombalino»,
de gran
expansión
ultramarina.
Y no menos
interesantes
son los
registros
arqueológicos
del
terremoto
que azotó
Lisboa el
1 de
noviembre
de 1755,
así como
los
vestigios
relacionados
con la
arquitectura
posterior
a la
catástrofe
que dio
lugar a la
Lisboa
pombalina.
En fin, la
historia
de Lisboa
puede ser
contada
con
sencillez
y muy
gráficamente
a partir
de sus
vestigios
arqueológicos,
que nos
permiten
apreciar
todavía
más la
bella
ciudad que
tenemos
ante
nuestros
ojos. |