Estefanía Zarallo | Medellín (Badajoz) www.hoy.es 31/10/2009

El suelo de la actual Medellín podría ocultar los restos de una importante urbe romana, fundada en el 79 a. C y con gran importancia en Lusitania. El hallazgo del teatro sería tan sólo la punta del iceberg de futuros descubrimientos.

Roma le vio nacer en el año 130 antes de Cristo. El destino de aquel joven intrépido, interesado en la política y gran estratega quedaría ligado para siempre a Extremadura, a pesar de que apenas pasó aquí una etapa de su vida. Su nombre era Quinto Cecilio Metello y por sus cualidades no tardó en erigirse como jefe militar tras los importantes triunfos cosechados en diferentes guerras. Ello le llevó hasta Hispania en el año 79 a. C. donde dos legiones romanas se hallaban bajo su mandato.

Al poco de instalarse fundó los campamentos de Metellinum y Castra Cecilia, en el suroeste de la península. Su camino siguió por otros enclaves y finalmente regresó a su ciudad natal donde fueron celebrados sus triunfos. Falleció en el 63 a. C. pero más de 2000 años después de su muerte, su historia está más de actualidad que nunca, al menos, en la región.

Año 2008, Medellín. Los arqueólogos no daban crédito a lo que veían. Cuando sospechaban que los restos romanos de la localidad se limitaban a algunas estructuras muy deterioradas, unas catas de terreno sacaron a la luz que en la falda de la montaña donde se ubica el castillo había algo más.

Las excavaciones confirmaron las sospechas y los trabajos están rescatando del olvido y han devuelto su esplendor al teatro romano de Medellín. Esculturas de gran valor constatan la importancia que tuvo esta colonia. Y lo más interesante, por las características del teatro -donde estiman que cabrían cerca de 4.000 espectadores- y la calzada que lleva hasta él, hacen pensar que estamos ante una ciudad destacada, con peso en la historia.

La urbe romana de Metellinum es actualmente el pueblo de Medellín y la arqueología está logrando que el pasado y el presente de la localidad se den la mano para dirigirse a un futuro prometedor. Pero, ¿qué hay detrás de la colonia? ¿Qué podría haber bajo el suelo de Medellín? El tiempo y los trabajos en el yacimiento arqueológico tendrán la respuesta, pero las hipótesis presagian nuevos descubrimientos.

Pan y circo
Dicen los historiadores que los romanos eran grandes estrategas y prueba de ello es que supieron construir uno de los imperios más extensos de la humanidad, eligiendo siempre los terrenos más beneficiosos para la expansión de su poder. Cuando Metello fundó la colonia de Metellinum quiso mostrar al pueblo allí instalado lo bien que se vivía en una urbe romana.

Así, trató de dotar a la población de todas las comodidades y entretenimientos de los que gozaban en Roma. Con ello se ganaba al pueblo, crecía su poder y, por ende, el de la propia localidad.

De esta manera, un ciudadano de Metellinum podría disfrutar de las representaciones más entretenidas o prestar atención en los discursos políticos en el teatro. El anfiteatro también les servía como diversión y para relajarse estaban las termas. No había que descuidar el culto en los templos o la administración de la ciudad en la curia. El foro era el elemento significativo del enclave que, poco a poco, fue aumentando en número de habitantes y en poder.

En apenas unos años, los romanos fueron cobrando más peso en Hispania. En el 25 a. C. Octavio Augusto fundó una ciudad para los soldados eméritos licenciados del ejército: Emérita Augusta. Eligió un enclave cercano al río Guadiana y distanciado de Metellinum por apenas 40 kilómetros. Las dos ciudades eran semejantes en cuanto a importancia, hasta que la localidad recién creada fue nombrada capital de la provincia de Lusitania.

Metellinum quedó eclipsada por el poderío de Emérita Augusta y su decadencia fue progresiva, deslumbrados sus ciudadanos por la gran urbe cercana. Y no se sabe cuándo, ni dónde o ni cómo pasó al olvido. Olvido que ha durado más de dos milenios y del que ahora un grupo de arqueólogos, arquitectos y restauradores tratan de rescatarle.

Hipólito Collado, coordinador de las excavaciones de Medellín, debe llevarse estos días una impresión similar a la que se llevó José Ramón Mélida cuando en 1910 descubrió el teatro romano de Mérida. Casi noventa años después, el arqueólogo está hallando un monumento de características similares y en mejor estado de conservación: el teatro de Medellín. Hay que tener en cuenta que gran parte del teatro de Mérida está reconstruido, por ejemplo, el graderío. En la capital de la región fue expoliado y en Medellín se conserva casi intacto, de hecho esta semana se ha presentado a los medios de comunicación, con la visita de la consejera de Cultura.

Pero el teatro parece tan sólo la punta del iceberg de lo que sería la colonia, que contaría con anfiteatro, foro, templos, acueducto y todo lo que conllevaría una ciudad de estas características. Sin ir más lejos, se intuye que bajo la iglesia que actualmente ejerce las funciones de centro de interpretación y que en época romana fue un templo, se encuentre un criptopórtico, una especie de almacén. «Hay unos muros de seis o siete metros cuya misión es contener el empuje de la tierra. Los romanos excavaban, construían estos muros y montaban una plataforma sobre la que hacían el templo. El hueco que quedaba abajo se usaba como lugar de almacén», según comenta Hipólito Collado.

El problema ahora reside en encontrar la ubicación de los elementos de la urbe y lo más interesante: que se encuentren en buen estado. Al menos, tanto como el teatro. Los expertos que trabajan en el yacimiento barajan varias hipótesis que ponen de manifiesto que el teatro quedó oculto y que por ese motivo no se expolió. Si toda la zona quedó sepultada, el resto de enclaves también podría encontrarse en buen estado; pero todo son conjeturas y elucubraciones.

«Es cierto y evidente que hay determinados edificios que tienen que existir, pero no sabemos si a la izquierda del templo, a la derecha, donde ahora está el pueblo… Lo que es cierto es que en arqueología nada es verdad hasta que retiras la tierra», argumenta el arqueólogo coordinador de las excavaciones. Hay quien sospecha que una masa de piedra que se localiza a la izquierda del teatro sea parte del Anfiteatro. «Es difícil de reconocer por toda las ocupaciones posteriores que tuvo Medellín», resalta.

Quizás la clave resida en seguir la calzada que lleva hasta el teatro. Se trata de una vía de grandes dimensiones flanqueada por columnas que podrían conducir también hasta otros edificios de interés de la colonia de Metellinum y que hacen suponer que tuvo una gran entidad.

Hoy, los más de 2.000 habitantes de Medellín no cuentan con teatro, ni con anfiteatro o termas, pero pueden sentirse orgullosos de pertenecer a una de las localidades extremeñas con mayor peso a lo largo de la historia.

ENLACES:
El graderío del Teatro de Medellín, perfecto
El río Guadiana convirtió Medellín en un enclave estratégico