Lucía Pérez Garabatos www.elmundo.es 05/02/2016

¿Sabía usted que ZEN le ofrece hoy una clase de latín gratis? No, no es broma. Estudiar latín, esa asignatura hueso para muchos alumnos de Bachiller, o del viejo BUP y COU, se puede convertir en la gimnasia mental que usted necesita. Repasar a Cicerón y Julio César, no importa a qué edad, es un ejercicio de lógica y un desafío intelectual que le ayudará a estar mejor y con los circuitos neuronales activos. Como dirían los clásicos: "Mens sana Latine loquens" (mente sana la que habla en latín).

Para esta primera lección de Latín no necesita nada de lo que solía utilizar en sus viejas clases: ni complejos conceptos gramaticales -genitivo, declinación, conjugación, atributo…-, ni lápiz ni diccionario. Tampoco necesitará traducir oraciones: comprenda simplemente el mensaje sin los análisis morfosintácticos. Lo único que se requiere es su buena disposición para adentrarse en este método alternativo.

Comencemos la clase, pues
RŌMA IN ITALIĀ EST.

Fácil, ¿verdad? No se olvide del privilegiado bagaje con que cuenta: domina, al menos, una lengua románica, descendiente del latín, así que compruebe sin temor cuánta similitud hay entre las palabras latinas y aquellas que utiliza diariamente. Por cierto: me hago cargo de que quizá no sepa qué significan las rayitas horizontales que aparecen sobre algunas vocales. No pierda detalle, que luego volveremos a ello. Un poco más, ¿le parece?
ITALIA IN EURŌPĀ EST. GRAECIA IN EURŌPĀ EST. ITALIA ET GRAECIA IN EURŌPĀ SUNT.

Apuesto a que ha comprendido el mensaje. Si se fija, además, ha aprendido usted una nueva forma verbal, 'sunt', que ni usted ni yo vamos a decir en voz alta qué significa ni le voy a explicar cuándo hay que utilizar 'est' y cuándo 'sunt', porque lo habrá deducido a partir del contexto. Volviendo a las rayitas famosas: ¿se ha fijado en que "'in Itali?'" lleva esa marca pero "Italia" no? Si lo piensa un momento, seguro que sabe explicar a qué se debe, comparando el mensaje transmitido. ¿Se atreve a aumentar la dificultad?
HISPĀNIA QUOQUE IN EURŌPĀ EST.

Casi puedo oírle, estimado lector. No se me venga abajo si no entiende qué quiere decir "'quoque'" -no haga trampa y deje el buscador de su móvil quietecito-. Siga con su espíritu deductivo despierto y continuemos -sólo una más-. Le prometo que el contexto de la siguiente oración le dará la ansiada respuesta.
HISPĀNIA ET ITALIA ET GRAECIA IN EURŌPĀ SUNT..

¿Ve cómo tenía razón? Felicidades: acaba de comprender -que no traducir- sus primeras frases en latín siguiendo el Método Ørberg, también conocido como "Lingua Latina Per Se Illustrata" (LLPSI).

Hans Henning Ørberg (1920-2010) fue un lingüista danés que, a partir de su experiencia laboral en el Naturmetodens Sproginstitut -instituto para la enseñanza de las lenguas con un método natural y directo-, elaboró un sistema semejante para el estudio del latín. Corría el año 1955 cuando salió a la luz la primera versión de este procedimiento, bautizado por aquel entonces como "Lingua Latina secundum naturae rationem explicata". Tras someterlo a multitud de revisiones, en 1990 aparece el que usted acaba de probar.

El LLPSI defiende el aprendizaje de la lengua latina a partir de un enfoque inductivo-contextual. Por tanto, si abriera el primer capítulo de "Familia Romana" -primer volumen de los dos que conforman este sistema-, se encontraría un texto muy sencillo, con construcciones paratácticas como las elegidas para su primera clase de latín vivo, ilustrado con imágenes destinadas a aclarar aquello que el contexto o el léxico de su lengua materna románica no le permitieran deducir rápidamente.

Las ayudas no acaban aquí: en los márgenes del texto aparecerán resaltadas las palabras consideradas de difícil deducción. Ojo: al igual que en un libro de inglés no nos dan el significado en castellano, tampoco lo harán aquí. Los vocablos se explican utilizando siempre la propia lengua latina, mediante un sinónimo suficientemente aclaratorio o una imagen.

Una vez comprendido -que no traducido, insisto- el mensaje del texto, pasaríamos a los numerosísimos ejercicios destinados a afianzar la gramática y el léxico que hemos aprendido. Desde completar huecos a escribir en latín oraciones castellanas relacionadas con el léxico visto, hasta preguntas formuladas en latín. Obviamente, requieren respuesta latina, para asegurarnos de manejar la sencilla estructura mostrada. Si le preguntara 'Ubi est Hispānia'?, me lo podría decir perfectamente en latín, ¿verdad? Por si no fuera suficiente este acercamiento inductivo a la gramática, a continuación se nos ofrece una descripción explícita, ahora sí, en castellano, pero siempre alejada en su estilo de la abigarrada gramática clásica.

Avanzaría, así, en el estudio y comprensión del latín y sus estructuras, evitando el abstracto despiece morfosintáctico y el diccionario, que tanto dificulta y desalienta al alumno instruido según el método tradicional. Aquellos que consigan finalizar el primer volumen del Ørberg contarían en su saber con 1.500 palabras latinas, obtenidas tanto a través de la lectura de las peripecias de una familia romana del siglo II D.C., como de textos de Catulo, Ovidio, Marcial o Donato. Este nada desdeñable léxico se ampliaría en 2.500 palabras más con el estudio de 'Roma Aeterna', segundo y último volumen de este método, que nos llevaría a la comprensión de originales indispensables latinos como Virgilio, Horacio y Cicerón.

¿Puede realmente aprenderse latín como si de una lengua moderna se tratase? La inmensa mayoría de docentes que se han atrevido -noten el verbo elegido y recuérdenlo, porque volveré a ello- con este sistema pregonan sus beneficios. Destacan el notable entusiasmo de sus alumnos, que acogen y siguen el método porque se sienten parte activa del proceso de aprendizaje desde el primer minuto y no se ven lastrados por una comprensión de conceptos morfosintácticos que, aunque deberían de tener más que asentados, lo cierto es que a veces no es así. La traducción ya no es la finalidad, sino leer y comprender textos en latín, considerada una lengua viva, de ahí que, si ya ha superado la edad de estudiar por obligación, le invite a asomarse al latín como juego educativo que le hará recuperar buenos hábitos, recordar y brillar mentalmente.

Y si todo es tan maravilloso, ¿por qué no se ha extinguido el método tradicional de repetir la primera declinación (rosa, rosa, rosam…) en el instituto? Ahora es cuando recojo aquello de "docentes que se han atrevido". Implantar este método en las clases requiere un esfuerzo de reciclado docente porque, prácticamente en su totalidad, han aprendido a través de la vía clásica y, por tanto, no pueden elaborar con fluidez mensajes orales en latín. El profesor debería, primero, reaprender latín, antes de poder presentárselo a sus alumnos y adquirir cierta seguridad puesto que, para inseguros, titubeantes, vergonzosos e incluso no participativos, ya estarán los alumnos que, probablemente, estallarán en risas a las primeras expresiones latinas.

Más trabas: la materia de Latín se ofrece como optativa en 4º de la ESO y en 1º y 2º de Bachillerato para el alumnado de la rama humanística. Supongamos que un profesor elige educar a sus alumnos con el LLPSI. Esta será una decisión sin retorno: si se empieza con Ørberg, se acaba con Ørberg. Y aquí radica otro problema: los alumnos que escogen Latín en 4º no necesariamente serán los mismos que cursarán 1º de Bachillerato, con lo cual el profesor puede encontrarse con una parte de la clase ya iniciada en este método frente a otra que parte de cero o del sistema de toda la vida. Otra piedrecita sería la Selectividad, que sigue fiel a la tradición.

La que escribe estas líneas se daría con un canto en los dientes si el debate se ciñera exclusivamente al uso de un método natural o tradicional. Implicaría que no hay que seguir justificando el latín como si de un criminal se tratara, siempre con la amenaza de ser extirpado de nuestros planes de estudios.

No tendría que decirles que, como el aprendizaje de cualquier otra lengua -¿qué más da si viva o muerta?-, el latín les ayudará a establecer en sus mentes inimaginables conexiones léxicas con otras 'a priori' dispares; no tendría que definirlo como una llave, la llave de todas las llaves, que le llevará a comprender cuánta herencia latina corre todavía por nuestras venas. Podría, ante su pregunta de por qué estudiar latín, limitarme a encoger los hombros y afirmar sonriente: "Para que no tenga que hacerse precisamente esa pregunta".

FUENTE: www.elmundo.es/vida-sana/mente/2016/02/05/56a9e74346163fbd748b4634.html