Javier A. Fernández | Madrid www.elpais.com 01/02/2016

Las obras protagonizan la renovada página del museo madrileño.

Templos internacionales del arte como el MoMA, la Tate o el Rijksmuseum de Ámsterdam han modificado la manera de relacionarse con las audiencias a través de Internet. “Las páginas web de este tipo de instituciones deben estar centradas en crear una experiencia digital única para que el usuario quiera ir”, afirma Luz de León, responsable de la empresa de diseño digital Diga33!

El Rijksmuseum, elegido como la mejor pinacoteca continental por el Foro Europeo de Museos en 2015, ha sido uno de los primeros en acercar su colección al público a través de Internet. Después de un estudio, el responsable de su renovación digital, Peter Gorgels, llegó a la conclusión de que los visitantes consumen el arte como si se tratara de un aperitivo. Picotean obras de aquí y allá para crear su propio menú; los llamó culture snackers. “Aman el arte y les gusta compartirlo en las redes sociales”, explicó Gorgels en 2013 en el congreso internacional de museos MuseumNext.

Mejor navegación

A ese concepto de consumo también llegó el equipo de desarrollo digital del Prado, encabezado por Javier Pantoja y Carlos Navalón, de la firma cncstudio.org, la empresa responsable del proyecto, cuando se propuso renovar la web de la pinacoteca madrileña. Tras cuatro años de trabajo, dieron a luz a finales de 2015 una web en la que resulta más fácil navegar, con las obras de arte como protagonistas.

Hasta ese momento, la página había sido como “un escritorio con miles de cajones”, señalan. La información se hallaba muy compartimentada y era difícil acceder a ella, explican ambos creadores. El nuevo diseño reduce el número de secciones e incorpora un buscador semántico, similar al que tiene la pinacoteca holandesa. Es una especie de Google que interrelaciona conceptos para enriquecer los resultados.

Si se buscan los términos “cruz” y “santo”, por ejemplo, el sistema muestra todas las pinturas, los artículos y otra información relacionada con presencia de cruces y santos, desde una pintura al fresco de la ermita de la Vera Cruz de Maderuelo del siglo XII —la obra más antigua— hasta una moneda de plata conmemorativa de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1915. Y entre ambas, decenas de piezas de Durero, Tiepolo, Ribera, Goya, Tiziano, Velázquez, El Bosco o Van der Weyden, entre otros, reproducidas con una resolución suficiente como para ser disfrutadas sin problema en cualquier tipo de pantalla.

“La calidad de las imágenes es otro de los éxitos de la web. Cada fotografía se puede ampliar para apreciar mejor la obra”, destaca De León. Además, se pueden descargar las instantáneas para darles un uso personal.

Se ha creado también Mi Prado, una red social similar a MyMet del Metropolitan de Nueva York, en la que los usuarios pueden confeccionar sus propios itinerarios a través de las exposiciones y compartirlos con los demás miembros registrados.

Las 'apps' del museo

Obras en alta definición para perderse en los detalles y herramientas para hacerse un selfie con tu pintura favorita. El museo dispone de tres aplicaciones en varios idiomas.

La guía del Prado

Permite acceder a 50 obras maestras del Museo en alta definición y observarlas en un recorrido por colecciones o por autores. Está disponible en 9 idiomas. Su precio es de 5,99 euros.

Second Canvas

Los amantes del detalle pueden observar 14 obras maestras del Prado como Las meninas o El caballero de la mano en el pecho en formato Gigapixel (ultra HD), visión de rayos X y ultravioleta que se presentan acompañadas de documentación para comprenderla mejor en inglés y castellano. Su precio es de 5,99 euros.

Photo Prado

La utilización del móvil dentro del museo está desaconsejada. Pero se recomienda su uso en varios puntos señalados para que el visitante pueda sacarse una foto con alguna de las 50 obras maestras, sin ocupar el espacio expositivo de la original. Es necesario descargarse la aplicación gratuita Photo Prado y escanear el código de realidad aumentada.

FUENTE: http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/31/actualidad/1454269129_841980.html