Al salir de la representación de Las Suplicantes, una compañera me dijo que se le habían saltado las lágrimas con una media sonrisa a medias entre avergonzada y satisfecha. Eso es precisamente lo que Silvia Zarco pretende con su texto: que nos revuelva las entrañas y que a la vez nos resulte placentero. Puede parecer un tanto contradictorio pero la tragedia nació para eso, para mostrarnos cómo somos y para aprender a ser mejores, a purificarnos, a convertirnos en mejores seres humanos.
En su presentación Silvia nos habló del teatro como elemento transformador de la sociedad que no se conforma con mostrar en escena historias que fueron escritas hace 25 siglos, sino de sentimientos y emociones que aparecen cada día en la portada de los periódicos o en los informativos de la televisión. Los clásicos nos hablan, nos susurran al oído y solo hace falta prestarles atención.
Creemos que cuando se reclama que una mujer debe ser dueña de su cuerpo y de su integridad, es propio de la modernidad y que nunca antes había sido reclamado. Esquilo ya lo hizo hace 25 siglos. Vemos en la prensa que reclamar un entierro digno para personas que fueron depositadas en fosas comunes hace mucho tiempo es contemporáneo y Eurípides nos demuestra en cada verso que es una reclamación tan antigua como la propia guerra.
Los clásicos son tan arrebatadoramente actuales que, cuando los vemos en escena, no alcanzamos a comprender toda su profundidad.
Por eso acabamos de contemplar un espectáculo rabiosamente moderno porque por un lado nos ha mostrado situaciones reconocibles que nos tocan directamente y por otro porque duele que, tras haber pasados tantos siglos, continúen generando la misma desazón y la misma incomodidad que cuando fueron escritos.
El público supo reconocer el enorme trabajo con una ovación de más cinco minutos y con un silencio sepulcral durante la hora y media de representación. El mejor homenaje a una espléndida puesta en escena, a una banda sonora perfectamente diseñada, a una iluminación sobria y efectiva, a una dirección correctísima y a una interpretación prodigiosa. En resumen: 90 minutos de pura delicia.
Aquí tenéis una pequeña muestra de la representación de Las Suplicantes, de Silvia Zarco.
Y mañana llega al Sexi Firmum Iulium Edipo, el ser más astuto e inteligente que cayó en el error de creer que la razón y la lógica lo salvaría de todos sus males. ¡¡¡Pobre infeliz!!!!
Más información en la página del XIV Sexi Firmum Iulium
Antonio Cantudo 03/09/2022