Cristina Fanujl | León www.diariodeleon.es 21/05/2010
El catedrático presenta el próximo 3 de junio su investigación, una obra de más de quince años de trabajo que engloba cuatro siglos de evolución de la lengua en el Medievo.
Son 3.020 palabras, recogidas y analizadas por un equipo dirigido por el catedrático de Filología Latina de la Universidad de León, Maurilio Pérez, especializado en Latín Medieval. La investigación, que se presentará el próximo 3 de junio en el transcurso del congreso internacional de lexicografía latina medieval, es el resultado de más de quince años de trabajo, durante los cuales se han estudiado los términos de 45 colecciones diplomáticos asturianas y leonesas. Los artífices de esta gran empresa científica y cultural -«el propio Maurilio Pérez, Estrella Pérez, Pilar Álvarez Maurín, Alberto Montaner, Rafael García, Carlos Pérez y otros-» han estudiado documentos de las catedrales de León, Oviedo y Astorga, del monasterio de Carrizo, San Esteban de Nogales, San Miguel de Escalada, Sahagún o Santo Toribio de Liébana entre otros, hasta compilar tres mil voces. «Muchas de ellos no están en el Diccionario de la Real Academia, pero persisten en leonés», destaca el catedrático, que añade que a través de este diccionario se pueden estudiar los «gérmenes» de la lengua. Así, por ejemplo, la investigación recoge la voz llamas , que proviene del término latino lama (cenagal). Este término deriva de la tendencia del latín del Reino de León a doblar las «eles» iniciales. De ahí surgen topónimos como Llamas de la Ribera, o Llamera. Otra de las palabras que aún hoy se usa en leonés es pielago (mar), que hoy en día queda como topónimo (Valdepiélago) y que en su origen pudo referirse a un lugar con abundancia de agua.
El catedrático explica que publicar parcialmente el diccionario latinorromance del reino de León en una editorial tan prestigiosa como Brepols le ha supuesto una gran alegría. «Pero sobre todo la tranquilidad de ver finalizada una parte no pequeña de un proyecto del que ya desde ahora estudiosos de otras materias podrán beneficiarse», asegura. Además, precisa que dentro de seis u ocho años el diccionario quedará finalizado y, a continuación, podrá iniciarse el del condado y reino de Castilla.
Trabajo inacabado. Maurilio Pérez, artífice del 63% de las voces incluidas en la obra, destaca que éste es un trabajo incompleto y asegura que aún quedarían otras tantas para finiquitar la investigación. Hay que subrayar que los catalanes, que comenzaron un estudio semejante en 1960, han obtenido tan sólo 1.500 palabras, la mitad de las recogidas por el equipo de la Universidad de León. L a obra abarca todo el Viejo Reino con la excepción de la región gallega, y temporalmente comprende los siglos VIII -«cuando se escriben los documentos más antiguos que se conservan-» y 1230, momento en el que se produce la unión de las coronas de León y Castilla. Es decir, recorre más de cuatro siglos y lugares tan alejados como Avilés o Cáceres. Pérez explica que el diccionario contiene vocablos de origen latino y griego, pero también evolucionados, esto es, romanismos, que son muy abundantes. Además, en la obra se pueden encontrar influencias de voces árabes, germánicas o celtas. «Por tanto, el latín medieval diplomático es un excelente campo de trabajo para el análisis de la historia de las lenguas modernas, románicas o no», asegura el catedrático. Y es que en cada zona geográfica, el latín medieval diplomático tiene unas determinadas características lingüísticas, de forma que el asturleonés se distingue sin dificultad del catalán, del aragonés o del castellano. En este sentido, hay que resaltar que en los diplomas se pueden rastrear los intentos de los escribas de adecuar las grafías al habla puesto que si bien la pugna entre el latín y el romance empezó pronto no se resolvió hasta finales del siglo XII.
Tal vez por esta razón, la obra ha procurado que los ejemplos se seleccionen entre los textos más antiguos, los intermedios y los más modernos, con el fin de que sea un trabajo valioso para los hispanistas, pero también para los historiadores.