Es con toda probabilidad, el libro de la antigüedad más leído hoy. «Meditaciones», el conjunto de pensamientos del emperador-filósofo, son un manual práctico que ayuda a afrontar las dificultades de la vida
David Hernández de la Fuente www.larazon.es 19/11/2023
Ante lo inesperado, ante el mundo que colapsa, cuando todo parece derrumbarse tanto en el plano individual como en el colectivo, céntrate en lo que de ti depende y ten esto mano: nada de fuera puede dañarte…así nos dice el antiguo estoicismo romano, un pensamiento que se puede «tener a mano» a modo de manual que nos ayuda en las acciones y las decisiones del día a día. El estoicismo había surgido como escuela de pensamiento en época helenística (s. III a.C.), pero, tras una evolución que llega hasta el mundo romano del s. II, se había centrado mucho más en la perspectiva personal, en la ética del ciudadano de un vasto imperio, como el romano, en sus tareas cotidianas. En nuestro mundo actual resulta sorprendente lo familiares que son las ideas de los grandes estoicos de la época romana, sobre todo, de Marco Aurelio y Epicteto.
Ambos, que escriben su obra en griego en ese siglo II, representan muy bien los ideales del sabio estoico en su vertiente de hombre de reflexión, misión, vocación y acción. Representan dos extremos de la pirámide social de la cosmópolis del mundo romano. El primero fue emperador y el segundo fue esclavo. Pero apuntan las mismas cosas Marco Aurelio, que gobernó desde la capital del mundo, y Epicteto, que enseñó en su escuela en una ciudad de provincias. Cada uno tuvo un sino –anhelado u odiado por muchos indistintamente–, luchó y se amoldó a él. Epicteto fue de joven esclavo, quedó lisiado por malos tratos, y luego fue manumitido: acabó ganándose la vida como maestro. Marco Aurelio era un joven soñador y poético, frágil, pero aficionado a los deportes, que anhelaba ser filósofo, pero le cayó encima la más grave responsabilidad. Desde su ascenso al trono pasó poco tiempo en Roma y tuvo que viajar por las fronteras para afrontar una serie de campañas larguísimas contra los bárbaros. Ambos representan dos modelos de cómo el estoicismo ayuda en la ética cotidiana a cada cual, indistintamente de la misión que le haya tocado, en la búsqueda de la serenidad y la tranquilidad de ánimo, que son –qué duda cabe– los ingredientes básicos de la felicidad.
Es muy característica de esta escuela la idea de tener presente un «manual» de pensamientos básicas. De hecho, el llamado «Manual» es la obra que recoge los pensamientos básicos de Epicteto, que escribió su discípulo Flavio Arriano y que estaba destinada a «tener a mano» su pensamiento. Esta es una expresión que también repite a menudo Marco Aurelio en sus «Meditaciones», otra obra que resume muy bien los saberes del estoicismo romano. Las dos obras mencionadas son muy peculiares en el mundo antiguo.
Notas personales
Epicteto probablemente no escribió nada, como los grandes sabios de la antigüedad, y los apuntes de sus lecciones fueron tomados por Arriano para elaborar esta especie de vademécum, a modo de «Manual», en griego “Encheiridion», El caso de Marco Aurelio es también curioso: su obra, conocida como «Meditaciones» o «Pensamientos», en realidad se ha transmitido simplemente con el título de «Para sí mismo», en griego «Eis Eauton», y es una suerte de conjunto muy dispar de notas personales, a modo de diario íntimo, tomado por el emperador en sus campañas guerreras. La peculiaridad de este libro es que no es un libro, porque con toda seguridad su autor nunca quiso publicarlo y por tanto, nos ha llegado casi de casualidad en una transmisión realmente inverosímil.
En suma, que Epicteto no quiso escribir y Marco Aurelio no quiso que lo leyéramos. Entonces, ¿qué tienen que decirnos sus obras? Sus dos libros, breves, concisos, precisos y maravillosos, han llegado hasta nosotros con un potentísimo mensaje, precisamente por esa falta de artificio, como epítome del saber práctico del estoicismo romano. Es fácil entender las razones de la moda actual del neoestoicismo. Tiene mucho que ver con esa claridad y practicidad de su pensamiento que nos ayuda a buscar el punto de equilibrio ante los problemas. No es casualidad que haya cundido entre los grandes gurús de las tecnológicas de Silicon Valley, entre Youtubers de muy diverso pelaje, entre seleccionadores de fútbol o entrenadores personales, entre boxeadores o ex militares. Tampoco que haya sido un libro de cabecera para diversos gobernantes, desde Federico II de Prusia y George Washington a Bill Clinton. Pero desconfíen de mediadores o neoestoicos que nos explican lo que pensaban Marco Aurelio o Epicteto: muchas veces manipulan o falsean su pensamiento, otras son fieles…, hay de todo. Pero principalmente hemos de acercarnos a los libros clave del estoicismo y leerlos una y otra vez con detenimiento en buenas traducciones. Veamos solo una de las ideas principales: evitar los juicios de valor y las impresiones, lo que en griego se dice «phantasiai», y que en realidad se puede traducir bien por «imágenes mentales», y centrarse en lo que de nosotros depende. Nuestra percepción está condicionada por el deseo, que hay que evitar, los impulsos y las pasiones, como la ira, que nos hace reprochar nuestro destino a los dioses o a otros seres humanos cuando realmente solo nos incumbe lo que de nosotros depende.
«Dramatis personae» del libro
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