Nicolás
BERGIER,
"Avocat
au
Siège
Présidial"
de
Reims,
comenzó
en
1617
un
estudio
acerca
del
origen
de
sistema
de
carreteras
de
Roma.
Un
comentario
casual
que
hizo
Bergier
al
conde
de
Lis,
consejero
del
joven
monarca
Luis
XIII,
acerca
del
método
de
cobrar
derechos
de
peaje
en las
"calzadas
reales"
y el
modo
con
que
los
"curatores"
romanos
habían
llevado
el
asunto
de la
financiación
de las
carreteras,
determinó
que
gozase
del
interés
del
rey y
que
éste
pidiese
a
Bergier
que
pusiese
por
escrito
tales
observaciones.
Tan
pronto
como
los
consejeros
reales
hubieron
leído
el
resumido
informe,
se le
ordenó
a
Bergier,
en
nombre
del
rey,
que
ampliase
su
estudio
a
todas
las
calzadas
romanas
existentes
en
Francia
e
incluso
más
allá
de sus
fronteras;
en
realid,
se le
pidió
que lo
hiciera
en
todo
el
mundo
clásico.
Dado
que
ningún
científico
antiguo
o
moderno
había
intentado
hacerlo
hasta
el
momento,
el
asunto
constituyó
un
valioso
proyecto
para
el
sabio
francés.
A
Bergier
se le
ordenó
reunir
todos
los
aspectos
de las
vías
romanas
y
presentar
una
imagen
de
conjunto.
El
estudio
final,
"Histoire
des
Grandes
Chemins
de
l´Empire
Romain",
apareció
en dos
volúmenes
de
denso
texto,
de más
de mil
páginas,
para
cuya
redacción
el
autor
invirtió
casi
cinco
años.
Las
ediciones
de la
obra
que
siguieron
enriquecieron
aún
más su
aportación,
ya que
se
llamó
al
atención
de
Bergier
hacia
un
itinerario,
un
màpa
de las
carreteras
romanas,
cuyo
original
se
guardaba
en
Viena.
Las
nuevas
ediciones
presentaron
un
excelente
grabado
de ese
mapa
del
sistema
de
carreteras
de
Roma:
la
TABULA
PEUTINGERIANA.
Edward
Gibbon
usó
esa
edición
en su
"Historia
de la
Decadencia
y
Ruina
del
Imperio
Romano".