EFE | Madrid 06/02/2011
El poeta y filólogo Luis Alberto de Cuenca ha unido hoy inexorablemente Poesía e Historia en su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, a la que llega con «el firme y decidido propósito de no defraudar expectativas».
Licenciado en Filosofía y Letras y doctorado en Filología Clásica, Luis Alberto de Cuenca ha tomado posesión esta tarde de la vacante en la medalla número veintiocho de la Academia de la Historia, producida por el fallecimiento de Manuel Fernández Álvarez el pasado mes de abril.
En su discurso de ingreso, titulado «Historia y Poesía», De Cuenca ha coincido con los antiguos a la hora de identificar la verdadera poesía con la épica, y ha tomado posición con las tesis de Aristóteles al señalar que Filosofía y Poesía «no en absoluto enemigas».
«La poesía se sitúa en el plano de lo general y se acoge en su actuación a categorías normativas como la verosimilitud y la necesidad, justamente lo que las vanguardias, desde comienzos del siglo pasado, han negado a la poesía, ubicándola en el limbo gratuito de los absurdo y los prescindible», según el filólogo.
Esas vanguardias, en su opinión, han atribuido a la poesía «un tinte metafísico que la aleja de la realidad, que es donde habita y debe habitar, codo con codo con la Historia, de la que se distingue solamente, según Aristóteles, por tratar la poesía de lo general y la historia de lo particular, que viene a ser, en esta ocasión, bien poca diferencia entre ambas».
Luis Alberto de Cuenca reconoció que se aproxima «tembloroso» al «templo de saber histórico» que es la Academia, y citó a su «ilustre e inmediato predecesor», Manuel Fernández Álvarez, para señalar que intentará estar: «si no a su altura, sí al menos honrar con mi dedicación y mi trabajo su memoria».
«Antes que nada y sobre todo, somos Historia y Geografía», ha dicho en su discurso el filólogo, quien ha recalcado que una persona culta debe tener «memoria geográfica» y «memoria histórica, pero no en el detestable sentido en que ciertos políticos han usado ese término últimamente».
La candidatura de ingreso en la Academia de Luis Alberto de Cuenca fue avalada por los académicos Carmen Iglesias, Luis Suárez y Francisco Rodríguez Adrados, una «elite humana y científica que ha constituido siempre para mí un modelo a imitar», ha dicho el nuevo miembro de la institución.
Entre sus agradecimientos ha citado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en el que creció «como investigador», y en el que ha desarrollado durante casi cuarenta años sus tareas de investigación, centradas siempre en la exégesis de la Historia de la Literatura Universal: griega, latina, medieval, renacentista, barroca, dieciochesca, romántica y contemporánea.
De Cuenca ha sido director del Instituto de Filología del CSIC y de la Biblioteca Nacional de España, así como secretario de Estado de Cultura con el Gobierno del PP, y entre los premios obtenidos cuenta con el Nacional de la Crítica (1985) por «La Caja de Plata» y el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en la modalidad de traducción por «El cantar de Valtario» (1989), de autor anónimo y que tradujo del latín al castellano.
Además de obras de poesía como «Elsinore», «Scholia» o «El otro sueño», Luis Alberto de Cuenca es editor, traductor y autor de numerosos libros de ensayo dedicados a la investigación, crítica y divulgación de la literatura, y ha traducido a autores clásicos y modernos como Homero, Luciano, Guillermo de Aquitania o Ramón Llull.