Margarita Lázaro 06/06/2019 www.huffingtonpost.es

El autor de 'Yo, Julia' hace de guía en un viaje por la capital italiana.

Al lado del extraordinariamente bien conservado Coliseo, el Circo Massimo de Roma pierde espectacularidad a los ojos de cualquier turista. Hoy se contempla como una gran explanada que algunos romanos (y no romanos) usan para salir a correr y cuesta hacerse a la idea de lo que pudo significar cuando se construyó.

El escritor Santiago Posteguillo lo resume con siete palabras: “Fue el mayor estadio de la historia”. Aquí cabían unas 250.000 personas (no hay acuerdo sobre el dato exacto, pero basta saber que el aforo del estadio Santiago Bernabéu de Madrid es de 81.000 personas para hacerse a la idea del tamaño). Y aquí se celebraban los mayores espectáculos de la época: las carreras de cuadrigas, a las que no lograban hacer sombra las luchas de gladiadores. “Eran el fútbol de la época”, apunta Posteguillo.

Este enorme espacio, de más de seiscientos metros de largo y cuyas gradas se elevaban más allá de la altura del Palacio Imperial, famoso también por ser donde asesinaron el emperador Calígula, sirve como uno de los primeros escenarios de su libro Yo, Julia, premio Planeta 2018

Escribir este libro le ha traído a Roma una vez más. “No he venido tantas veces como pueda parecer”, matiza el autor de las Trilogías de Escipión y Trajano a El HuffPost. En esta ocasión viaja a la capital italiana para presentar su libro en el Instituto Cervantes, aunque antes de terminarlo hizo otro viaje centrado exclusivamente en la novela, para poder describir con exactitud cada sitio y cada personaje que incluye. Lo hizo también con sus otras seis publicaciones anteriores.  

“Roma es una ciudad inabarcable. Cada vez que vengo descubro algo nuevo. Cada dinastía de la que escribo aportó algo distinto a la ciudad”, añade el autor, que no descarta continuar con la historia de la olvidada Julia Domna, quien consiguió derrotar a muchos emperadores hasta conseguir instaurar la dinastía Severa. “Era una adelantada a su tiempo porque creía que ser mujer no debía ser óbice para conseguir sus objetivos”, aclara en la sede situada en plena plaza Navona.

Precisamente este punto de la ciudad, donde cualquiera destacaría la conocida Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, del siglo XVII, es para Posteguillo un ejemplo más de la huella que el imperio romano dejó en la ciudad. Porque visitar Roma con el autor valenciano hace que asomen todas esas señales del pasado y sirve para descubrir muchas cosas que no sabíamos de la Antigüedad Clásica (o que se nos olvidaron al dejar el instituto).

Estas son algunas de las cosas que aprendimos de la Antigua Roma con Santiago Posteguillo.

1. Donde hoy está la plaza Navona estuvo ubicado unos de los cinco circos de la Roma imperial: el Circo Domiciano. En el interior del edificio del Cervantes se pueden ver algunos restos.

2. Otro de esos circos estaba en la plaza De San Pedro del Vaticano: el circo de Nerón. “Prácticamente donde hoy hay una explanada grande hubo un circo”, explica Posteguillo. 

3. Esos circos contaban con un obelisco en el centro, donde giraban las cuadrigas, aunque el de la plaza de San Pedro no estaba en su ubicación actual. El papa Sixto VI lo mandó cambiar de lugar.

4. El obelisco de San Pedro y la cúpula del Panteón son los dos únicas construcciones clásicas que han resistido a los terremotos vividos en la ciudad.

5. Se cree que en lo alto de ese obelisco había una bola de bronce donde estaban los restos del emperador Julio César. Esa bola, que se perdió, fue sustituida por una cruz para cristianizar la plaza.

6. Se perdieron los restos de Julio César y también de todos los emperadores romanos. “Trajano estaba enterrado al pie de la columna de Trajano pero en alguna de las invasiones de Roma, con tantos saqueos y expolio, lo más probable es que también se perdieran”. Pura lógica: estarían en un cofre de oro que los bárbaros vaciarían y se llevarían como botín. 

7. El Circo Massimo era como el Bernabéu o el Nou Camp de la época, en el palco se cerraban muchos negocios.

8.  La película Ben-Hur, inspirada en la novela de Lewis Wallace, es un buen ejemplo de cómo eran estas carreras de cuadrigas. “La mentira de la película es que se sitúa la carrera en Jerusalén, y a día de hoy no se ha encontrado ningún circuito de esas dimensiones allí”, aclara el autor.

9. El auriga más famoso de la historia era español, de Emérita Augusta (Mérida). Hay un libro sobre su vida: El auriga de Hispania, de Jesús Maeso.

10. Ser auriga en el Circo Massimo era como jugar en un equipo de Champions, aquí era donde más dinero podía llegar a ganarse.

11.  Durante las carreras había apuestas ilegales. Se movían cantidades ingentes de dinero, e incluso algún hombre llegó a apostarse a sí mismo y perder la libertad.

12. Los circos eran esos espacios para el recreo, como lo eran también las termas, que los emperadores construían para congraciarse con el pueblo. 

13. Era todo un regalo porque en Roma el agua era salud (Salus per Aquam) y precisamente de ahí viene la palabra SPA.

14. Hasta el año 212 d.C, había dos termas en Roma: de Tito y de Trajano. Ese año empezaron a construirse las de Caracalla. Las mandó construir el hijo mayor de Julia Domna, Basiano, que debe su sobrenombre a haber introducido en el Imperio esta prenda homónima (caracalla era un vestido) de origen galo en Roma.

15. Este espacio, que se levantó en solo cinco años, no tenía nada que ver con los spas actuales. Era más bien un centro donde pasar el día. Había biblioteca, gimnasio, piscina, una basílica…

16. Las termas de Caracalla sirvieron de cantera durante la Edad Media y el Renacimiento, de ahí que hoy solo quede una gran estructura para hacerse a la idea de lo que eran y de cuánta gente cabía en ellas.

17. También se puede ver el tamaño de la piscina (natatorium), de dimensiones olímpicas (50 metros de largo).

18. Un gimnasio romano no difiere demasiado de un gimnasio actual. Se hacían pesas, flexiones, estiramientos y también lucha grecorromana.

19. La historia de la dinastía de Julia Domna también está presente en el Foro, en concreto en el arco de Septimio Severo (su esposo). Lo mandó construir en memoria de sus victorias contra los partos.

20. Al contemplar este arco hay que saber leer entre líneas. Septimio Severo quiso que fuese en su memoria y en la de sus dos hijos, pero eso no es lo que se lee. La cuarta línea está corregida y solo se habla de un hijo, de Basiano.

21. “Esa corrección puede parecer de ahora, pero es de hace 1800 años y tras esa corrección hay una asesinato: el de Geta”, explica Posteguillo. “Caracalla lo que hizo fue eliminar a su hermano de la historia”.

Esa historia, la de Julia Domna, terminaría paradójicamente donde empezó: en el Circo Massimo. Julia Domna, cuyos restos fueron trasladados por su sobrino nieto al Castillo de Sant’Angelo, antes mausoleo de Adriano, fue elevada a diosa al morir.

“Cuando un emperador augusto fallecía había dos caminos: o era maldito por el Senado, porque supuestamente había sido muy mal emperador como pasó con Cómodo o Domiciano, o era elevado a Dios en una ceremonia denominada Apoteosis. En el Circo Massimo se ponían los restos del emperador, a veces también una estatua, y se quemaba todo tras una ceremonia funeraria. Después e soltaba una gran águila. Ese águila que salía volando por encima de la pira funeraria simbolizaba el alma del emperador que ascendía al Olimpo transformado en Dios. Era para el emperador y algunas emperatrices como Julia”.

FUENTE: https://www.huffingtonpost.es/entry/secretos-roma-santiago-posteguillo_es_5cf52df3e4b0e8085e3d9150