Celia Herrera | Mérida www.hoy.es 28/02/2007
Estelas funerarias muestran a viajeros de Siria y Turquía que buscaron su futuro en la colonia El MNAR celebra un coloquio sobre la sociedad romana emeritense
Celia Herrera | Mérida www.hoy.es 28/02/2007
Estelas funerarias muestran a viajeros de Siria y Turquía que buscaron su futuro en la colonia El MNAR celebra un coloquio sobre la sociedad romana emeritense
La riqueza de la Mérida romana de los siglos I y II atrajo a inmigrantes de todo el mundo en busca de una oportunidad en el comercio, el sector de obras públicas e incluso en los juegos y competiciones deportivas que se celebraban en su Anfiteatro.
Así lo demuestran las numerosas estelas funerarias encontradas en Mérida, que indican la presencia de viajeros procedentes de lugares lejanos de África, Palestina, Siria y Turquía que terminaron sus días en Mérida y que habían alcanzado una situación social suficiente como para costear un entierro digno y una estela que conservara su recuerdo por toda la eternidad.
Así sabemos del joyero que llegó a Emerita desde Siria para confeccionar alhajas de perlas para las mujeres pertenecientes a la alta sociedad, o del gladiador que llegó de Asia Menor en busca de la gloria y la riqueza.
Datos como éste se están exponiendo estos días en el Museo Nacional de Arte Romano, donde se celebra un coloquio internacional sobre la sociedad romana emeritense desde su fundación hasta el fin del Imperio.
Cada vez más estudios
Dado el incremento de estudios que se están realizando sobre este tema, el Departamento de Investigación del Museo Romano decidió organizar un coloquio en el que se mostraran los resultados de las últimas investigaciones, coincidiendo además con la presentación de un libro que intenta conocer los detalles de la vida emeritense a través del análisis de las estelas funerarias romanas de granito, que son las que se utilizaron preferentemente en Mérida durante siglo y medio desde su fundación.
El coloquio, organizado por la investigadora y conservadora del Museo Romano Trinidad Nogales, pretende aportar una nueva contribución a los conocimientos que ya se tienen de la sociedad emeritense y que, en opinión del director del Museo Romano, José María Álvarez, deben potenciarse aún más, ya que «tenemos la base documental para ello».
Los primeros pasos importantes que se dieron en este campo fueron realizados en 1972, cuando el investigador extremeño Luis García Izquierdo presentó una tesis doctoral sobre el tema.
Otros investigadores han continuado los trabajos para saber cómo era la sociedad emeritense en época romana, muchos de ellos basados en estudios epigráficos y de monumentos funerarios, como el que se presentó ayer en Mérida, del profesor Juan Carlos Saquete, sobre las élites sociales emeritenses a la luz de la epigrafía colonial.
Siempre iguales
«Gracias a estas investigaciones podemos tener un conocimiento aproximado de cómo vivían los emeritenses entonces, y de cómo existían disensiones también entonces en algunas familias, ya que unos miembros quitaban los nombres de otros de las estelas funerarias por diversos problemas. El ser humano es igual siempre, aunque esté disfrazado de romano o de astronauta. Y los emeritenses romanos también tenían muchos comportamientos parecidos a los nuestros. Por ejemplo, también hacían grafitos en los que se metían unos con otros», destaca Saquete.
En las sesiones de hoy intervendrán las investigadoras Trinidad Nogales y Rosa Sanz, que ofrecerán nuevos apuntes sobre la sociedad emeritense. La profesora Rosa Sanz, de la Universidad Complutense, explicará, por ejemplo, cómo era la sociedad emeritense en los siglos IV y V, justo en la última época del Imperio, en los albores ya del periodo medieval.
En esos años Mérida jugó un papel importante en el conjunto de Hispania como capital administrativa y religiosa, y su aristocracia comenzaba a hacerse más fuerte, convirtiéndose después en los señores de los feudos.
El investigador Ramírez Sádaba cataloga todas las placas con inscripciones de Emerita
El profesor de Historia Antigua José Luis Ramírez Sádaba, de la Universidad de Cantabria, lleva más de 20 años estudiando todas las inscripciones latinas de época romana de Emerita. Ha catalogado ya más de 500 placas, además de un sinfín de aras, lápidas y cupas funerarias. De hecho, es el encargado de poner al día el corpus de inscripciones latinas que se realizó en el siglo XIX de la zona de Mérida, en el que tiene que incluir todos las novedades epigráficas que generan las numerosas excavaciones que se están realizando en los últimos años. Ello le obliga a desplazarse a Mérida varias veces al año para encerrarse en los almacenes del Museo Romano y del Consorcio de la Ciudad Monumental.
Ramírez Sádaba intervino ayer en el coloquio que se celebra en Mérida con una conferencia sobre la epigrafía imperial como patrón de la sociedad emeritense. En ella mostró cómo los ciudadanos de Emerita Augusta enseguida adoptaron la costumbre, iniciada por los emperadores, de encargar placas conmemorativas, estatuas e inscripciones funerarias para afianzar y enaltecer su imagen.
Disponer de una elogiosa placa o lápida era un símbolo de poder y gloria, como lo es ahora tener un deportivo u organizar una boda por todo lo alto, por lo que algunos destinaban gran parte de sus recursos a sus ritos funerarios, aunque su nivel social fuera humilde.