La presencia de Roma en la Bética dejó múltiples muestras de la dimensión económica y militar y del desarrollo social y cultural del Imperio
Miguel González Quiles www.larazon.es 27/05/2023
El poema “A la Ruinas de Itálica” de Rodrigo Caro reza: “Esto, Fabio, ¡ay, dolor!, que ves ahora/ campos de soledad, mustio collado,/ fueron un tiempo Itálica famosa./ Aquí de Cipión la vencedora/ colonia fue. Por tierra derribado/ yace el temido honor de la espantosa/ muralla, y lastimosa/ reliquia es solamente./ De su invencible gente/ sólo quedan memorias funerales,/ donde erraron ya sombras de alto ejemplo./ Este llano fue plaza; allí fue templo;/ de todo apenas quedan señales./ Del gimnasio y las termas regaladas/ leves vuelan cenizas desdichadas;/ las torres que desprecio al aire fueron/ a su gran pesadumbre se rindieron”.
Itálica pide paso. A sus pies, 23 siglos nos contemplan. La propuesta de candidatura de Itálica a la declaración de Patrimonio Mundial nació en el verano de 2014, basándose en el papel de este asentamiento como «ensayo» del proyecto político de la antigua Roma. Se trata de la primera ciudad creada por Roma fuera de la Península Itálica y cuna la cuna de los emperadores Trajano y Adriano. La idea original era intentar que la Unesco debatiese la candidatura en 2017 en su comité de Patrimonio Mundial, coincidiendo con el 1.900 aniversario de la muerte de Trajano y de la llegada al poder de Adriano, ambos procedentes de Itálica. De momento, la candidatura sigue siendo un sueño.
La presencia de Roma en la Bética dejó múltiples muestras de la dimensión económica, militar y de desarrollo social y cultural del imperio. Itálica representa el esplendor de un enclave con las cotas más elevadas de prosperidad.
Según el “Cuaderno del profesorado” de la Junta de Andalucía, “Itálica fue punto de referencia obligado en la conquista romana de Iberia y por ende, del Mediterráneo Occidental”. Como “primer asentamiento de cives romani de Hispania”, se distingue del resto de ciudades en Hispania. De ahí, “la munificencia con la que los emperadores oriundos, Trajano y Adriano, la embellecieron”.
“El desarrollo urbano de Itálica siguió el camino emprendido por otros asentamientos romanos, sin embargo, pasó pronto a ser el foco de la cultura del Imperio Romano durante el siglo I d.C. y principios del II d.C en el Bajo Guadalquivir. Durante decenios, los italicenses esgrimieron su vieja reivindicación de ser el núcleo tradicional del poder de Roma en la Península frente al poder económico o administrativo que pudieron presentar otras ciudades, especialmente Hispalis”, señalan los cuadernos didácticos.
La falta de estructura fue la causa de su caída “tras el reinado de sus más fuertes valedores, Trajano y Adriano”.
Las noticias de la fundación de Itálica se conocen a través de Apiano : “A partir de este momento, poco antes de la Olimpíada ciento cuarenta y cuatro, comenzaron a enviar anualmente, a los pueblos de Iberia conquistados, pretores en calidad de gobernadores o superintendentes para mantener la paz. Y Escipión, después de dejarles un ejército pequeño adecuado a un asentamiento pacífico, estableció a los soldados heridos en una ciudad que llamó Itálica. Es la patria de Trajano y Adriano, quienes más tarde fueron emperadores de los romanos. Y él partió rumbo a Roma con una gran flota. Adornada con magnificencia y repleta a un tiempo de prisioneros, riquezas, armas y un variado botín”.
El lugar elegido para la fundación de la ciudad era en pleno valle, “con fértiles tierras, cerca de un río navegable, y capaz de controlar la producción minera serrana, siendo ésta, posiblemente, la razón principal por la que fue elegido el lugar como primer asentamiento romano del Sur peninsular”. Su situación coincide con la de un lugar habitado por indígenas, lo cual era bastante normal en los primeros asentamientos romanos de la península y cuyo registro más antiguo data del siglo V a.C.
“La fecha de fundación debería coincidir con la propia de la batalla de Ilipa, es decir el 206 a.C. o como mucho, los inicios del 205 a.C.”, señala la Junta.
Queda la duda del tipo de asentamiento indígena (de turdetani) que había en el enclave. Los trabajos arqueológicos pusieron de manifiesto la existencia de restos ibéricos.
Itálica es la referencia obligada de Roma en el Sur peninsular. Era un punto de disuasión contra posibles aventuras cartaginesas y freno a las incursiones lusitanas y de los deseos de independencia de los régulos indígenas.
Las excavaciones de los años 70 detectaron, al Nordeste de la “Colina de los Palacios”, “una estructura que fue interpretada como posible primer Capitolio (dedicado a Júpiter, Juno y Minerva), y que posteriores estudios ponen serios reparos a esta interpretación”.
Itálica estaba “en un punto estratégico, donde se encontraban la vía que procedía de Gades con la que, desde muy antiguo, conectaba con las zonas mineras de la Sierra Morena”.
Foso del anfiteatro de Itálica.
FERNANDO BARROSO/EUROPA PRESS (Foto de ARCHIVO) FERNANDO BARROSO/EUROPA PRESS FERNANDO BARROSO/EUROPA PRESS
Según Apiano, buena parte de los que decidieron quedarse serían heridos, pero la expresión “heridos”, esto es miembros que necesitaran hospitalización .
Se da por sentado que los primeros pobladores eran castrenses, licenciados mayoritariamente que se arriesgaron a quedarse en una tierra fértil.
El anfiteatro de Itálica tenía capacidad para 25.000 espectadores, uno de los mayores del imperio. Había un foso que servía para fieras y gladiadores. La Nova Urbs era un barrio con una red de abastecimiento de aguas. Contaba con las Termas Mayores. La Casa de la Exedra, Casa de Neptuno, Casa de los Pájaros o Casa del Planetario se localizan en Itálica, además de la Cada de Hilas o la Casa del Patio Rodio, así como el Traianeum o Templo de Trajano. El Teatro sigue acogiendo festivales. Las excavaciones arqueológicas se iniciaron entre 1751 y 1755. Itálica fue objeto continuado de expolio, hasta su declaración como Monumento Nacional en 1912. Los restos de la “un tiempo Itálica famosa”.
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