EUROPA PRESS | Jaén 17/06/2010
Cráteras áticas, recipientes de cerámica tardía, un carro funerario con adornos en bronce e inscripciones íberas forman parte del rico ajuar hallado en la cámara funeraria del príncipe íbero de Arjona, del siglo I a.C., que aporta nuevos datos sobre la pervivencia de la cultura íbera en época romana.
El Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CCAI) de la Universidad de Jaén ha presentado hoy parte del ajuar encontrado en esa cámara funeraria, después de que finalizase en abril la campaña de excavación realizada en la necrópolis de la Cuesta del Parral, en la localidad jiennense de Arjona, donde entre esta tarde y mañana un grupo de expertos internacionales analizarán el hallazgo.
Alrededor de la cámara funeraria, que es de mampostería con grandes sillares y planta rectangular y que estuvo semienterrada, se encuentran casi una treintena de tumbas separadas por la llamada zona de «respeto», según ha explicado a Efe el arqueólogo, Francisco Gómez.
Además se ha hallado una zona donde se realizaban los ritos funerarios y la cremación de los cuerpos, y se ha documentado un ritual de libación (ceremonia religiosa que consistía en derramar vino u otro licor después de probarlo) que pone de manifiesto que, «a pesar de la presencia romana, eran íberos y pensaban como íberos», según el director del CCAI, Arturo Ruiz.
Al interior de la cámara funeraria se llegaba a través de unos escalones y enfrente se construyó una repisa sobre el suelo enlosado y dos nichos en un lateral a modo de cajas.
Aunque lo más importante, además de la edificación de la cámara, es el ajuar encontrado en su interior, «de la riqueza propia de un príncipe y su familia», según Ruiz.
Otro de los hallazgos más sorprendentes es la inscripción en escritura íbera meridional, en la tapadera de una urna de plomo, en la que aparece el que podría ser el nombre incompleto del príncipe allí enterrado junto a su familia: …ILTIR hijo de EKATERUTU, y es la primera vez que se documenta el nombre de un íbero.
Del conjunto de materiales encontrados destacan siete cráteras áticas (vasijas de gran capacidad para el vino o el agua) de figuras rojas del siglo V antes de Cristo, una de ellas con algo excepcional, una escena dedicada a temas de mujer.
Las cráteras conviven con un ánfora, restos de un gran vaso de vidrio, una espada corta, más de 148 tabas (huesos para juegos o apuestas) y un importante número de cerámica ibérica campanicense pintada.
También se han excavado los restos de un carro funerario de hierro y madera con apliques y adornos de bronce, del que destaca «un hallazgo excepcional»: la cabeza de un guerrero ibero que está siendo devorada o vomitada por un animal, seguramente un lobo o un león, que recuerda a piezas existentes en el Museo Arqueológico Nacional procedentes de Cerro Maquiz en Mengíbar (Jaén), hallados en el siglo XIX.
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