Barcelona | EFE 28/11/2007

El escritor Julio Murillo, que fue finalista del premio de novela histórica Alfonso X el Sabio con su ópera prima, se mete en la piel de Esquilo en unas falsas memorias del dramaturgo griego en su último libro, «El agua y la tierra», para describir las Guerras Médicas.

Murillo, que ha ejercido de periodista desde hace treinta años, se centra en «El agua y la tierra» (Edhasa) en las Guerras Médicas, que enfrentaron a los griegos, liderados por Temístocles y Leónidas, con el poderoso ejército persa de Jerjes.

Si en su primera novela, «Las lágrimas de Karseb», el autor se ocupó de la caída de Constantinopla, y en la segunda, «Las puertas del paraíso» (2006), de la Florencia de los Médicis, en esta tercera novela ha escrito sobre su tema preferido, que ya le fascinaba desde pequeño, la Grecia clásica y en concreto las Guerras Médicas.

Para escribir «El agua y la tierra», dedicó unos quince meses a documentarse y a la escritura: «soy muy perfeccionista y corrijo hasta lo indecible, hasta el punto de que he reescrito esta tercera novela unas doce o trece veces».

Aunque el marco de la novela es la Grecia del siglo V a d.C. y las Guerras Médicas, el escritor ha procurado plasmar «la vida cotidiana, la historia de los filósofos, del oráculo de Delfos, de la llegada de la democracia tras expulsar a los primeros reyes, de los llamados tiranos».

Murillo aclara que «se trata de una novela, no de un ensayo histórico», pero sin embargo ha tratado de tejer «una trama que encajara milimétricamente con la realidad histórica».

La ficción tiene mucho que ver con un hecho histórico no del todo aclarado por los investigadores: «cómo un ejército griego de no más de 120.000 hombres logró derrotar a los persas, que -asegura Murillo- superaban el millón y medio de soldados, apoyados por una marina de 1.300 naves frente a las 300 griegas».

En este enfrentamiento, Murillo destaca «el genio militar de Temístocles, que engañó hasta tres veces a los persas, pero también su habilidad para engañar a su propio pueblo, los atenienses, para que abandonaran la ciudad».

El nudo gordiano de la novela es el oráculo de Delfos, el cual en vísperas de la conquista de Jerjes hace el peor vaticinio para los griegos: «Hoy se sabe que Temístocles se movió mucho para que el oráculo anunciara una catástrofe que era lo que necesitaba el pueblo ateniense para dejar la ciudad».