Los arqueólogos realizan en las antiguas termas de San Casciano, en la Toscana, «un descubrimiento que va a reescribir la historia» y el más importante desde los bronces de Riace.
David Barreira. www.elespanol.com 08/11/2022
Los dioses, emperadores, matronas y efebos llevaban casi dos milenios sumergidos bajo el barro y el agua de una piscina sagrada. Ahora han vuelto a salir a la luz prácticamente intactas, en todo su esplendor. Las antiguas termas de San Casciano, un yacimiento situado en la provincia de Siena, en el centro de Italia, han arrojado un hallazgo arqueológico impresionante, «absolutamente único», y los calificativos no rozan la exageración: se trata de un conjunto de 24 estatuas de bronce datadas entre los siglos II y I d.C. Todas ellas, «verdaderas obras maestras», se han documentado completas —cinco miden casi un metro— y en un excelente estado de conservación.
«Es un descubrimiento que va a reescribir la historia y en el que más de 60 expertos de todo el mundo ya están trabajando», ha explicado el arqueólogo Jacopo Tabolli, director de las excavaciones, a la principal agencia de noticias italiana. Massimo Osanna, el director general de Museos, ha añadido que se trata del «hallazgo más importante desde los bronces de Riace —en referencia a las dos espléndidas estatuas del siglo V a.C. descubiertas en 1972 en el mar Jónico— y uno de los más significativos de bronces jamás realizado en la historia del Mediterráneo antiguo».
Las investigaciones en el sitio, iniciadas en 2019 bajo el paraguas del Ministerio de Cultura, que acaba de comprar un palacio del siglo XVI del pequeño pueblo de San Casciano para exponer las piezas, han permitido reconstruir la distribución de las termas —fundadas por los etruscos y que los romanos convirtieron después, durante las primeras décadas del Imperio, en un monumental complejo consagrado al asueto pero también al culto de los dioses— y documentar un santuario de grandes dimensiones con varios edificios sagrados, altares y piscinas. El lugar estuvo en uso al menos desde el siglo III a.C. hasta el V d.C., en época cristiana, cuando los estanques fueron sellados con pesados pilares de piedra.
Pero en lugar de destruir las estatuas paganas, se optó por sepultarlas de una forma cuidadosa debajo del agua y sobre las ramas de un enorme tronco, lo que ha permitido a los arqueólogos hallar el conjunto intacto. «Es el mayor depósito de estatuas de la antigua Italia y, en cualquier caso, el único cuyo contexto podemos reconstruir al completo», ha destacado Tabolli, especialista en la cultura etrusca de la Universidad para Extranjeros de Siena.
Las excavaciones también han sacado a la luz varios miles de monedas de oro, plata y bronce arrojadas al agua como ofrendas a los dioses —el pasado mes de agosto ya se anunció el hallazgo de un tesoro votivo de 3.000 acuñaciones que no llegaron a entrar en circulación—, así como exvotos y ofrendas vegetales.
Inscripciones
«Es un hallazgo excepcional que confirma una vez más que Italia es un país de tesoros inmensos y únicos. La superposición de diferentes civilizaciones es una característica única de la cultura italiana», ha destacado Gennaro Sangiuliano, nombrado ministro de Cultura hace apenas una semana. Luigi La Roca, director general de Arqueología, ha resaltado la metodología empleada en las excavaciones, que han contado con la participación de especialistas de distintas disciplinas como geología, arqueobotánica, epigrafía o numismática.
Los bronces de San Casciano, según un comunicado del Ministerio de Cultura italiano, representan a las deidades veneradas en el lugar sagrado. Se han identificado efigies de Apolo, Higía, la diosa de la curación y la sanidad, o de su padre Asclepio con una serpiente enganchada a su brazo. Los arqueólogos también han hallado en el santuario representaciones del cuerpo humano en bronce que los antiguos romanos dedicaban a sus dioses para pedir la cura de algún mal.
El gran estado de conservación de las estatuas ha permitido, además, identificar una serie de inscripciones tanto en lengua etrusca como en latín que hablan sobre su procedencia: de las grandes familias del entorno local, pero también de más lejos, de los miembros de la élite y terratenientes de los mundos etrusco y romano. Unos testimonios que desvelan un escenario de interacción en una época marcada por los conflictos bélicos entre ambos pueblos.
«El santuario con sus estatuas se revela en un laboratorio de investigación sobre la diversidad cultural en la antigüedad, un testimonio único de la movilidad etrusca y romana», ha subrayado Jacopo Tabolli. «En comparación con los conocidos descubrimientos de estatuas antiguas en aleaciones de bronce —por ejemplo, el famoso Arringatore, también conocida como «el orador», descubierto en Perugia y que se exhiben en el Museo Arqueológico Nacional de Florencia—, lo que surgió del barro en San Casciano es una oportunidad única para reescribir la historia del arte antiguo y con ella la historia del paso de etruscos y romanos por la Toscana».
FUENTE: www.elespanol.com