Jana Beris | Israel www.bbcmundo.com 08/05/2007

«No tengo dudas. Lo que encontramos es la tumba de Herodes». Con estas palabras, el profesor Ehud Netzer, del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, resumió el hallazgo dramático en el desierto de Judea.

Herodes, rey de Judea entre los años 37 y 4 A.C., fue designado como monarca por el Imperio Romano. Su legado es ambivalente, según explicó a la BBC el doctor Noah Hacham, del departamento de Historia Judía en la Univesidad Hebrea.

Por un lado, Herodes -que provenía de una familia convertida al judaísmo- era odiado por sus correligionarios que lo consideraban un tirano cruel y un títere de Roma. Ello podría verse confirmado en las propias palabras de Netzer en relación con la forma en que se hallaron los restos del sarcófago: destruido en numerosos trozos, a golpe de martillo.

«Parecía obra de alguien que lo odiaba, que quería romper todo vestigio de su recuerdo», comentó. Sin embargo, según aclara Hacham, por otra parte, se recuerda a Herodes también en términos positivos, dado que durante su reinado hubo gran estabilidad, pero más que nada, por haber sido quien reconstruyó el templo sagrado de Jerusalén.

Herodium

La tumba de Herodes era buscada por los estudiosos hace ya mucho tiempo. El propio Netzer, arquitecto dedicado a la investigación de las imponentes construcciones de Herodes, trabaja con los arqueólogos desde hacía 35 años en el Herodium, donde se halló la tumba.

Desde hace mucho tiempo buscaban la tumba de Herodes

El Herodium es una de las construcciones más monumentales del citado rey y la única que lleva su nombre. Fue allí, en la ladera de la montaña sobre la que se halla el complejo palacio-fortaleza del Herodium, a unos 15 kilómetros al sur de Jerusalén, que el propio Herodes construyó el sitio en el que se le daría sepultura.

Los elementos que convencieron finalmente a Netzer, hace tres semanas, de que se hallaba frente a la tumba de Herodes, son a su juicio, categóricos. Están por un lado los restos de un sarcófago «único, casi sin precedentes, propio de un rey», de unos 2,5 metros de largo y además, la imponencia de unas estructuras construidas en el lugar como parte del complejo destinado a la sepultura. El rey mismo había preparado su procesión fúnebre y su sepultura en vida y ello está descrito en el libro del historiador Flavio Josefo (Iosef Ben Matitiahu).

«Dramático»

El mausoleo en el que se hallaba la tumba fue destruido ya siglos atrás, pero permaneció en pie el podio, cuyas características, según Netzer, son propias de la sepultura de Herodes.

Dado que fue el propio rey quien decidió que allí descansarían sus restos, en un sitio singular, en medio del desierto, Netzer considera que la revelación de la tumba es un punto clave en su investigación del lugar.

Una de las construcciones más monumentales de su reinado

Hay aquí una serie de hallazgos relacionados con la tumba, que han llevado a arqueólogos a hablar de lo recién presentado, como una de las revelaciones más dramáticas en Israel en los últimos años.

En el lugar no han sido halladas inscripciones de ningún tipo, pero Netzer aclara que la investigación continúa. No tiene certeza de que logre algún día reconstruir con exactitud la forma completa del mausoleo, pero lo seguirá intentando.

Al preguntársele si considera que el hallazgo tiene importancia no sólo para los judíos o para los arqueólogos como profesionales en la materia, Netzer fue concluyente.

Señalando a las decenas de periodistas presentes en la rueda de prensa, respondió: «Esto es una muestra de que el interés es general, en el mundo entero». Y agregó: «Herodes vivía cuando nació Jesús y eso ya es importante también para el mundo cristiano».