Ana Lucía Ortega www.elnuevoherald.com 13/01/2008

Grecia, tierra que pisaron los dioses, heredera de una cultura que ha servido de inspiración a la civilización occidental, la Grecia de hoy nos invita a desandar unos caminos empedrados que nos dan lecciones de clasicismo y mitología, mientras a pocos kilómetros un tráfico denso y anárquico nos recuerda que vivimos en el siglo XXI. Un calor sofocante hace reverberar las piedras avisándonos a su modo que pisamos la tierra donde el inmortal Zeus era el dueño y señor.

La primera visita imprescindible es a la Acrópolis de Atenas. Es probable que no se conozca a fondo en un solo día por lo que es recomendable que el tiempo se distribuya dependiendo de los gustos de cada viajero. Se sugiere permanecer tres días en la capital para ver lo más representativo y tener luego la ocasión de visitar también algunas de las islas griegas, verdaderos paraísos rodeados de aguas transparentes.

Como muchos de los turistas que viajan a Atenas, nos alojamos en el barrio de Plaka porque en él aún se conservan muchos vestigios de la antigüedad y es el más cercano a la Acrópolis. Algunas de sus calles escalonadas nos conducen hasta sus mismas faldas.

Para quienes vivimos la niñez y parte de la adolescencia leyendo aquellos mitos y leyendas de la antigua Grecia, encontrarnos frente al famoso Partenón mientras disfrutamos de una copa en una de las tabernas típicas que ofrecen sus vistas al magnífico templo, es como desempolvar aquel ovillo del hilo de Ariadna que por tantos años conservamos en el desván de nuestras fantasías infantiles. Este templo, que debe su nombre a la diosa Atenea Parthenos (virgen protectora) fue erigido en mármol del monte Pentélico durante el período de Pericles y sus columnas dóricas –las más altas de su tipo en un templo ateniense– son el resultado de la eterna búsqueda de la perfección de los griegos.

Situado en el extremo norte del recinto arqueológico se halla otro templo de enorme valor por ser una de las joyas del arte jónico. Se trata del Erecteión, edificio concebido para honrar a Atenea, Poseidón y Erecteo, los dioses más relevantes de los griegos. Hoy impresiona sobre todo su magnífico pórtico con la sucesión de Cariátides. En la cara sur encontramos el templo de Zeus Olímpico, el más grande del país. En sus orígenes debió contar con más de cien columnas de las que hoy se conservan alrededor de quince.

También vemos el antiguo anfiteatro romano conocido como el Odeón de Herodes –edificado en el siglo II por los romanos– que aún ofrece espectáculos. Otro de los magníficos teatros que se mantienen en la Acrópolis es el de Dionisos donde se representaron por primera vez las obras de Eurípides, Sófocles y Aristófanes.

Al otro lado de la colina nos topamos con la antigua Agora que es la plaza principal de la Atenas clásica. En la antigüedad reunía a comerciantes y transeúntes bajo los amplios pórticos que guarnecían a la muchedumbre de los fuertes rayos solares. Se cuenta que aquí enseñaba Sócrates a sus discípulos. Pero ya no queda prácticamente nada en pie. Solo el halo del recuerdo que magnifica el ambiente y el aún muy bien preservado templo de Hefestos.

Después del contacto con la Grecia clásica nos dedicamos a pasear por Atica. No muy lejos del centro se encuentra la plaza de Sintagma adonde acudimos para contemplar el cambio de guardia cuando las manecillas del reloj han dejado atrás las once horas. Escuchamos un estruendo de tambores que abre paso al espectáculo de los famosos Evzones, ataviados con el típico uniforme de minifaldas y botas con pompones, en la tumba del soldado desconocido frente al Parlamento griego. En esta misma plaza tienen su centro de operaciones los autobuses y taxis que cubren el trayecto entre el aeropuerto y el centro de la capital.

Luego tomamos la calle peatonal Ermou –que alberga muchas boutiques y también humildes bazares con mercaderías mucho más interesantes– para encaminarnos al rastrillo de Monastiraki, otra plaza que junto a las de Sintagma y Omonia conforman el triángulo vital de la ciudad. En el mercado de la calle Flea nos entretenemos con la variada oferta de los tenderetes locales. Bajamos por Omonia hasta la calle Panepistimiou para encontrar los edificios neoclásicos más hermosos de Atenas, la Academia de las Artes y la Biblioteca Nacional, que datan del siglo XIX.

Decidimos visitar el Cabo de Sounión para conocer el templo de Poseidón, uno de los más importantes de Atica y el preferido de Lord Byron. Sólo tendremos que alejarnos unos setenta kilómetros de Atenas y acceder al acantilado que le sirve de base al templo sobre el Mar Egeo para disfrutar además de una vista espectacular. Ya sabemos que este santuario se menciona por primera vez en la Odisea porque a su regreso de Troya Menelao entierra aquí a su asistente Phrontes Onetorides. La decoración realizada en mármol de Paros ha desaparecido. Según los entendidos representaba una centauromaquia en el friso del lado oeste mientras que el del este incluía una alegoría a la batalla entre Poseidón y Atenea por el dominio de la ciudad. La estatua en bronce que simboliza al Dios del mar se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico ateniense.

Creta

La isla de Creta es la mayor de Grecia y la quinta del Mediterráneo. Es la cuna de la civilización minoica, la más antigua del continente europeo la cual tuvo su desarrollo durante la Edad de Bronce, unos tres mil años antes de Cristo. Creta nos muestra un legado de lujo gracias al auge que experimentaron allí el arte y el comercio y por los magníficos palacios que aún conserva. Su historia está plagada de traspasos de poder. Después de quedar arrasada tras la erupción del volcán Santorini (1400 a.C.) que supuso el fin de la ilustración minoica, cayó sucesivamente en manos de romanos, sarracenos, bizantinos, turcos… un mosaico cultural que dejó una imborrable huella.

Aunque el territorio cuenta con instalaciones hoteleras al estilo de los típicos resorts ostentosos o de albergues con »todo incluido», se debe saber que las mejores playas están más bien alejadas de los núcleos turísticos. En cualquier caso la estancia a esta hermosa isla no debe pasar por alto una visita a la capital Heraklion y al Palacio de Knossos donde la leyenda del Minotauro persigue al viajero por el interminable laberinto.

La leyenda del Minotauro

El Minotauro era un ser violento, mitad hombre, mitad toro, que se alimentaba de carne humana. Era el fruto de la unión de Pasífae, esposa del rey Minos de Creta y de un toro blanco enviado por Poseidón, el dios del mar. Consiguiendo que la reina se enamorara del toro y concibiera con él un hijo, Poseidón se vengó de una ofensa infringida a su persona por el monarca cretense. Este último no tuvo otra opción que recluir al monstruo en un laberinto que mandó a contruir al inventor Dédalo para salvaguardar la ciudad.

Cada nueve años Atenas estaba obligada a ofrecerle un tributo de siete mujeres y siete jóvenes a la bestia con el fin de serenarla. Para librarla de su destino y honrar a su patria, el recién llegado hijo ilegítimo del rey Egeo, se ofreció como víctima voluntaria con la velada intención de matar al Minotauro. Aquí entró a jugar su importante papel la enamorada de Teseo y también hija del rey. Ariadna consiguió que después de vencer al monstruo su amado encontrara la salida con un ovillo de hilo que le fue proporcionado por el arquitecto del laberinto.

El Partenón

Es el templo de arte dórico más hermoso que se conserva hoy en día. Su estructura, erigida sobre un basamento rocoso, es fruto de la supervisión de Fidias quien dirigió su construcción aproximadamente entre los años 447 y 438 antes de Cristo. Cuenta en cada fachada con ocho columnas dóricas en mármol y otras dieciséis en los laterales. Durante siglos tuvo un uso religioso, porque fue iglesia bizantina, católica y posteriormente mezquita. Según se conoce, el interior del edificio sufrió cambios sucesivos mientras el interior conservaba intactas todas sus esculturas hasta el siglo XVIII. Sin embargo, la original estatua de Atenea Partenos, realizada en oro, fue trasladada a Constantinopla y posteriormente destruida.

A partir del año 1687, los turcos en guerra contra los venecianos instalaron en la Acrópolis un polvorín que destruyó parcialmente el Partenón. Los venecianos por su parte, también favorecieron la desaparición de las estatuas emplazadas en el frontón. Entre 1801 a 1803 un diplomático inglés, Lord Elgin, trasladó las estatuas y los relieves a Londres salvando lo que quedaba de la ornamentación original. Actualmente, las obras de restauración continúan.

Cultura culinaria

En Grecia se puede degustar la dieta mediterránea, cuyos platos están elaborados con aceite de oliva y materias primas naturales de excelente calidad. Se sorprenderá cuando aprecie que los griegos añaden queso feta a la mayoría de los platos, una costumbre que si bien es sana y aporta unos nutrientes y un gusto exquisito, no es del agrado de todos. Téngalo en cuenta si es usted una de esas personas que no sienten especial predilección por el queso elaborado con leche de oveja.

Las ensaladas son variadas y muy vistosas. Suelen mezclar mucho la verdura con la carne (pollo, cordero, ternera o pescado) y también ponen bastante picante. Tienen vinos muy buenos y existe un par de bebidas locales que gozan de mucha popularidad, una de sabor anisado y la otra realizada a partir de piñones.

Los postres son dulcísimos y muchos de ellos se sirven impregnados en almíbar elaborada con miel. Emplean ingredientes como almendras, hojaldre y chocolate. Para acompañarlos ofrecen un café fuerte y azucarado.

Muchos restaurantes tienen también menús con comida internacional, pero vale la pena comer de todo y básicamente, llevarse de regreso a casa un poco del sabor local.