Juan Soriano | Mérida www.hoy.es 27/11/2009
Un grupo de investigadores realiza un proyecto para conocer si existieron plantas que decoraban el monumento.
Las columnas, los frisos, los capiteles y las volutas no eran los únicos elementos que decoraban los monumentos romanos. Junto al Templo de Diana de Mérida se han hallado dos estanques gemelos, lo que da a entender la importancia del agua en el recinto. Ahora, un proyecto de investigación trata de averiguar si también había vegetación en el entorno del céntrico monumento emeritense.
Miguel Alba, director científico del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, señala que «el hecho de que haya agua invita a pensar que también había vegetación». Como indica, muchos especialistas aseguran que los conjuntos de culto romanos estaban decorados con plantas, debido al carácter sagrado que se concedía a la naturaleza. Por ese motivo, se ha puesto en marcha un estudio que permita apreciar «qué tipo de árbol pudo existir en el monumento».
Para realizar este trabajo, el Consorcio cuenta con la colaboración del Grupo Hábitat, del que forman parte investigadores del Centro La Orden-Valdesequera de la Junta de Extremadura y de la Universidad de Extremadura. Su labor, que ya ha dado resultados en varios conjuntos arqueológicos de la región, parte de la premisa de que en estos yacimientos no sólo permanecen los materiales culturales, sino también restos vegetales.
En el caso concreto del Templo de Diana, se trabaja en la búsqueda de polen de casi dos mil años de antigüedad. David García, investigador del Centro La Orden y participante del proyecto, señala que «el principal potencial que presenta el polen para su empleo como elemento para la reconstrucción de la evolución de la vegetación en el pasado se deriva de la alta resistencia de la capa externa de su pared, que permite su preservación durante periodos prolongados de tiempo».
La palinología, que estudia los granos de polen fosilizados, se basa en tres preceptos. Por un lado, los granos de polen que existen en la atmósfera constituyen un reflejo fiel de la vegetación existente. Por otro, su depósito y posterior conservación hace que permanezcan prácticamente inalterables en el tiempo. Por lo tanto, su estudio puede aportar información sobre las plantas que existían en un lugar hace miles de años.
En el Templo de Diana
Con esta línea de trabajo, los investigadores del Grupo Hábitat acudieron el pasado mes de agosto al Templo de Diana de Mérida para, aprovechando los trabajos de remodelación del recinto, tomar varias muestras de tierra. En total, en dos visitas se hicieron con cerca de 44 tomas en tres cortes distintos correspondientes a distintos estratos arqueológicos, a los que corresponde una datación histórica concreta.
A la espera de iniciar el trabajo de laboratorio, David García señala que «el objetivo es recuperar los granos de polen o las esporas de esa época y obtener información de la vegetación». El estudio de este material puede llevar a identificar la especie e incluso la familia de las plantas que existían en el monumento romano hace miles de años.
Los resultados no serán definitivos, ya que habría que determinar si la especie en cuestión es silvestre o cultivada por el hombre. Pero, en caso de que aparezcan concentraciones destacadas de una planta o especie bien identificada, se podrá aseverar que su presencia no se debía exclusivamente a las condiciones ambientales. «Queremos llegar a saber si el entorno del Templo de Diana tenía una vegetación concreta».
Nueva línea de trabajo
Más allá de los resultados de este estudio, los autores del trabajo consideran que se abre una nueva vía de investigación en el conjunto arqueológico de Mérida. David Duque, historiador emeritense de la Universidad de Extremadura y nexo de unión entre el Consorcio de la Ciudad Monumental y el Grupo Hábitat, considera que se abre la oportunidad de «establecer una dinámica de colaboración».
Como indica, hace años se intentó elaborar un estudio sobre un yacimiento situado en el entorno del Calvario, pero la propuesta no llegó a más. Con la cooperación surgida a raíz del proyecto en el Templo de Diana, estima que se puede aprovechar la aportación de esta rama de la ciencia para conocer más no sólo sobre la vida de nuestros antepasados, sino también sobre el entorno natural en el que vivían.
MÁS INFO:
Las muestras se congelan, se tratan y se estudian con microscopio